Apostar por un proyecto de emprendimiento siempre es arriesgado y en ocasiones de valientes, pero también puede ser una experiencia enriquecedora que alegre los días de quien tome las riendas de su propio negocio. Ese parece haber sido el caso de este local ubicado en la Plaza de la Virgen Blanca, del que se despide su dueño con un emotivo mensaje.
Ubicada en la calle El Prado, la frutería Gure Landa baja la persiana tras varios años en la capital alavesa. Su dueño, Simón, no ha querido irse sin antes despedirse de sus clientes con un mensaje en el que ha transmitido todo su cariño hacia ellos y este negocio.
Buenas, nunca imaginé que sería tan feliz cuando acepté el desafío de tener mi propia frutería. Menos aún que llegaría el momento de la despedida. Mis planes no eran estos, pero cuando se cierra una puerta se tendrán que abrir otras. Para los que me conocéis, sabéis que la alegría ha sido siempre mi punto fuerte, no será hoy el día que llore. No puedo decir todo lo que siento. Desde el fondo de mi corazón: Hasta siempre.
Simón el frutero.
Más fruterías
A nadie se le escapa que la realidad de muchas ciudades, Vitoria-Gasteiz incluida, es que ven cómo muchos de sus negocios de barrio y de toda la vida van desapareciendo sin relevo generacional y presionados en ocasiones por grandes superficies comerciales o la compra a través de Internet.
Pero también cierran tiendas que pertenecen a franquicias, como fue el caso de Benetton, que en enero presentó un expediente de regulación de empleo (ERE) que afectó a 160 trabajadores a nivel estatal y provocó el cierre de 31 tiendas, como la de Vitoria en la calle Fueros el 25 de enero.
Sin embargo, en ocasiones hay personas que están dispuestas a seguir con la estela de estos comercios que dan vida a las calles de las ciudades. Dos de esos valientes son el matrimonio colombiano de Luis Adrián Rodríguez y Kelly Johana Giraldo que desde hace unos meses han cogido las riendas de una conocida tienda de frutas y verduras en pleno centro de la ciudad.
El Campo Selección se encuentra en la calle de Pedro Egaña frente a la iglesia de San Pedro en el mismo casco histórico. Kelly ya llevaba trabajando en este negocio como empleada un año atrás y, llegado el momento, surgió la oportunidad de que el anterior dueño le dejara al frente de un espacio acogedor donde el color y el aroma inundan sus estanterías de madera con la mejor fruta y verdura de temporada.
Son ejemplos como este los que demuestran que es posible emprender en las ciudades con negocios de toda la vida, a pesar de que el camino sea arduo y complicado.