Los yonkis de los años 80 se les reconocía a la legua, por su cara y cuerpos consumidos por la heroína. Se la inyectaban con jeringuillas que no era raro verlas tiradas en campas y calles. Fue en este contexto cuando en el año 1987 nació Jeiki, la fundación de carácter benéfico constituida por la diócesis de Vitoria, Cáritas y la Fundación Molinuevo, para trabajar en el ámbito de las adicciones mediante programas de prevención, de asistencia e inclusión social.
"Los que vienen podrían ser tu familia, tus amigos, vecinos.. Tienen un grupo social y es gente con un trabajo fijo en la Mercedes... Podría ser cualquiera a tu alrededor”
Sin embargo, como advierte el gerente de esta entidad social, Jesús Gutiérrez, hoy en día, para nada, su perfil tiene que ver con la marginalidad porque “los que vienen podían ser tu familia, tus amigos, vecinos.. Tienen un grupo social y es gente con un trabajo fijo en la Mercedes... Podría ser cualquiera a tu alrededor”.
Además, tampoco se pinchan, así que no tienen marcas en su piel que así lo revelen. Este caso, en su mayoría, es el de las 184 personas adultas que la Fundación Jeiki ha atendido en lo que llevamos de año. “Unas cifras parecidas a las del año pasado, cuando fueron 200. Y la media anual suele rondar esas 200”, detalla Gutiérrez.
En 62 casos se está trabajando también con la familia “porque siempre que hay posibilidad, intentamos que así sea, para hacer el tratamiento con ellos y se les incluye en sesiones"
Con las familias
En 62 casos se está trabajando también con la familia “porque siempre que hay posibilidad, intentamos que así sea, para hacer el tratamiento con ellos y se les incluye en sesiones. El año pasado fueron 81 las que así participaron”.
Para las personas adultas, la Fundación Jeiki ofrece dos programas de tratamiento: uno ambulatorio, llamado Aukera (con sesiones semanales o quincenales), para las distintas problemáticas derivadas de adicciones, con y sin sustancias, “que son la mayoría”, y otro, que se hace en formato de comunidad terapéutica. Es el conocido como Proyecto Hombre, “integral e intensivo”, que requiere de ingreso en centro residencial y que dispone de 15 plazas.
En cualquiera de las dos opciones de tratamiento, predomina el perfil masculino (81%), con 149 varones atendidos frente a 35 mujeres. Y la edad media ronda los 37 años.
“En comunidad terapéutica tenemos una media bastante alta: aunque hay un par de chicos de más de 30, hay chicas de más de 50, otros de 40 y pico... Son de Vitoria y zona rural y gente del Alto Deba: Mondragón, Aramaiona..”.
Se trata, en general, de “gente que tiene consumos relativos, que lleva diez años consumiendo cocaína los fines de semana, cuando sale de fiesta, y que de repente eso se ha convertido en un problema que no pueden parar, que van aumentando los consumos o le ha pasado algo en su vida: se ha separado, ha perdido el trabajo o se ha muerto su padre.. Y de pronto cae en picado...”, precisa.
En prisión
Además de ello, hacen intervención en la cárcel. Este año, Jeiki ha atendido a 43 personas en Zaballa.
“También nos mandan gente que está en un tercer grado, para hacer tratamiento ambulatorio o una plaza de comunidad terapéutica. Ahora mismo, hay un chico que está cumpliendo su última parte de la condena en comunidad terapéutica porque se lo han permitido y él lo ha querido así”, ilustra.
Con jóvenes y adolescentes
Aparte, la Fundación Jeiki también tiene un programa de prevención y de apoyo, denominado Hazgarri, dirigido a adolescentes y jóvenes desde los 13 a los 21 años.
“Además de la prevención de adicciones, también tenemos líneas de intervención para problemas de conducta, salud mental, y conflictividad familiar. Y vienen por diferentes motivos: muchas veces, por los padres, al estar desesperados y no saber qué hacer porque la convivencia es horrible en casa. Pero no se puede decir que el consumo sea el problema fundamental, aunque sí que sea el que esté contaminando también las relaciones familiares”, matiza.
Todo eso se trabaja mediante sesiones con los jóvenes, con las familias y a veces, solo con las familias o con los jóvenes.
En este 2024 han atendido a 112 jóvenes: 58 varones y 54 féminas –sin que haya, por tanto, tanta diferencia por sexos, como en otros programas–. “El año pasado, por ejemplo, atendimos a 102, con lo cual ya hemos subido, a falta de que acabe diciembre”, puntualiza.
También han crecido las familias participantes. “El año pasado fueron 64 y este, llevamos 71”, anuncia.
Prevención comunitaria
Dentro de prevención, también hacen educación para la salud en centros escolares.El año pasado, por ejemplo, se formaron así 479 jóvenes a los que dieron charlas, talleres o sesiones a diferentes clases y edades, “en función de lo que nos pidan”.
En cuanto a la sensibilización a la población general, que puede ser mediante una charla o una formación, fueron 19 personas las que lo recibieron y agentes sociales, 37. Aquí, entrarían desde profesores y trabajadores sociales a profesionales de diferentes sectores.
“Que realmente lo quieran dejar y que vean la conciencia del problema” son los requisitos fundamentales para entrar en los tratamientos de Jeiki.
Ese primer paso puede darse por teléfono (945 143 720), email (fundacion@jeiki.org) o por su página web (www.jeiki.org).
También se puede ayudar como voluntario, “ya sea en los acompañamientos de la comunidad terapéutica: para ir al médico, dentista... O llevando talleres de biodanza, lectura, fotografía, periodismo o salud”.