Estrecha es la relación que con el paso de los años han establecido la capital alavesa y Doctor Deseo. Francis Díez y los suyos regresan hoy a unas fiestas en las que ya han dejado su impronta, tanto en las txosnas como en los Fueros. A este último lugar vuelven a medianoche en la actual fase de su nueva gira, que se está desarrollando en salas de conciertos y espacios al aire libre. A finales de año, la banda volverá en la segunda parte de este proyecto, que se desarrollará en teatros y que ya tiene una fecha cerrada en Álava, la que se producirá el 6 de diciembre en la sala Harresi de Agurain.
En abril empezaron en la capital alavesa su nueva gira y la sala Jimmy Jazz se quedó sin entradas en un suspiro. No es una excepción. Es algo normal para la banda. ¿Qué tiene Doctor Deseo, que pasan los años y la gente no solo sigue ahí, sino que además cada vez es más numerosa?
–(Risas) Lo que tenemos es bastante suerte. Eso, entre otras cosas. Siempre me he planteado que cada vez que me subo al escenario me tengo que dejar la piel. No entiendo otra manera de estar ante el público. Este es nuestro oficio y a él le dedicamos toda nuestra jodida vida. Pero conozco a gente que hace lo mismo, que se deja la piel, que se lo trabaja mucho, y no le va tan bien como a nosotros. Y ahí es donde entra en juego el factor de suerte que te decía. Solo podemos estar agradecidos de que esto ocurra. Es algo maravilloso ir a un concierto y ver a distintas generaciones conviviendo en torno a nuestra música. De verdad que es una suerte. Si supiera que existe una fórmula y cuál es, escribiría un libro, pero me temo que no es así (risas).
Están ahora con los conciertos al aire libre y esta es la quinta vez en La Blanca, tres en txosnas y ahora la segunda en Fueros. Esto de trabajar mientras todo el resto está de fiesta...
–Nada, nada, se lleva muy bien. En último término, eres el centro de la fiesta. Lo bueno de nuestro oficio, dentro de todos los problemas que pueda haber, es que esto es precisamente lo que te apetece hacer, lo que más quieres hacer, es tu deseo. Aunque salir al escenario y actuar es mi curro, mi oficio, mi trabajo, yo no lo considero como tal. Estoy ahí y soy el puto centro de la fiesta. ¿Qué más puedo pedir?
"Nunca hemos tenido planes de futuro y ahora tampoco. Las cosas las tienes que afrontar como vayan viniendo"
Este tipo de actuaciones, donde no hay un aforo con entrada, supone también encontrarse con gente que no sigue al grupo.
–A esas personas también las tienes en la cabeza cuando sales al escenario. Hay un síndrome dentro de los grupos de cierta edad que es ponerse pesadísimos haciéndote conciertos de tres horas para demostrar que todavía aguantan. Así, a ese tipo de gente no la vas a enganchar nunca. Es más, la expulsas en dirección totalmente contraria. Eso no lo hacemos nosotros. Vamos a hacer un concierto intenso y en un formato asumible por todo el mundo. Para nosotros no solo es importante el que venga la gente de siempre. También el público que está allí de puñetera casualidad es interesante, queremos enganchar a esas personas. Incluso en este tipo de conciertos al aire libre desarrollas todavía más capacidad de seducción. Antes de venir a Gasteiz hemos tenido dos conciertos bajo la lluvia. Y han sido una gozada. En la última actuación estaba lloviendo a cántaros con la plaza llena. La gente no se iba. Y ahí es cuando dices: aquí es donde hay que dejarlo todo.
Pues no le gusta a Francis Díez bajarse del escenario ni nada...
–(Risas) Sí, sí, ya sabes. Me empapé como un campeón.
Un amplio repertorio
¿Cómo se plantea el repertorio de un concierto de Doctor Deseo teniendo en cuenta todo lo que hay para poder elegir? Bueno, y sabiendo que hay canciones que se tienen que tocar sí o sí.
–Además, no somos un grupo tan cool como para no tocar ciertos temas (risas). Es que, además, nos encantan. A mí, por ejemplo, me encanta tocar Corazón de tango. Otra cosa es escucharme. Eso sí que no lo hago. Pero es cierto lo que decías. A veces tenemos problemas a la hora de plantear los conciertos. Tenemos unas 150 canciones compuestas y claro... Por eso en esta temporada nos hemos planteado hacer dos tipos de gira: una más intensa y potente para salas y para calle; y otra diferente, más íntima, para teatros. La temporada pasada vimos que había canciones de medio tiempo que no tenían espacio en formatos al aire libre o en sala, pero que sí nos podían dar mucho juego en teatros.
En este formato volverán el 6 de diciembre a Álava, para actuar en la sala Harresi de Agurain.
–Eso es. Con la parte que estamos ahora, la gira nos tendrá ocupados hasta mediados de septiembre. Luego, entre noviembre y diciembre, empezaremos con la segunda parte, la que nos llevará a Agurain. Serán actuaciones con un planteamiento diferente. Será algo más onírico, más cabaretero, más teatral y distinto.
¿Y dónde se siente usted más cómodo?
–En los dos formatos. Me pasa cuando tocamos fuera, en sitios donde nos conocen menos. Actúas en un bar pequeño y vuelves un poco a los orígenes, con la gente encima y demás. Me encantan ese tipo de conciertos. Si estuviera siempre en ellos, echaría de menos las actuaciones de gran formato, pero de vez en cuando, sienta bien. El lujo es que a día de hoy nos podemos permitir actuar en cualquier sitio.
Lo próximo
Doctor Deseo parece un motor que nunca para. ¿Planes de futuro?
–Nunca los hemos tenido y ahora tampoco. Las cosas las tienes que afrontar como vayan viniendo. Ahora mismo, estamos concentrados en esto que estamos haciendo. Como mucho, estamos empezando a visualizar cómo va a ser la gira por teatros, sobre todo porque vendrán con nosotros Aiora Renteria. Y estará Itziar Sánchez, que es de Vitoria, una bailarina que hace aéreos y que es una auténtica gozada. Todo lo demás... Nunca sabemos. Siempre hemos pensado que para el siguiente año podríamos desaparecer. Este mundo de la música es muy así. Hoy estás y mañana, no. Así que suficiente tenemos con estar viviendo ahora mismo esta historia, disfrutándola y mañana Dios dirá y la Iglesia proveerá (risas). Si nos tenemos que ir, nos iremos.
Bueno, si eso pasa, siempre podrán hacer un concierto masivo de reunificación temporal, que en la escena vasca se lleva mucho últimamente.
–El problema es que nosotros nunca nos hemos ido (risas). Este es un oficio muy complicado en este sentido. Tienes grupos que duran 3, 5 o 7 años y luego desaparecen. Gente que se lo ha currado pero que en un momento dado, lo deja. Es muy jodido este trabajo. Nosotros solo estamos podemos estar agradecidos por el hecho de durar. Hemos podido desarrollar una carrera normal y a lo largo de los años.
Si viene alguien joven a pedirle un consejo para dedicarse a la música...
–Lo primero le diría que se busque otra forma de ganarse la vida. Es decir, que no te dediques a lo bestia a esto desde el primer momento. Busca un trabajo ad hoc que te permita tener espacio y tiempo para poder desarrollar la música. Pero ten algo para poder pagar el alquiler de la casa, las facturas y la comida. Con el tiempo, ya verás si puedes dedicarte en exclusiva a la música. Eso es algo que frustra mucho a quienes empiezan. Quieren dedicarse desde el principio solo a esto con la idea de vivir de la música. Pero esto es muy, muy difícil. Es mejor que empieces teniendo algo que te soporte económicamente.
Por cierto, antes de terminar, ¿habrá tiempo para tomarse algo después del concierto en Gasteiz y disfrutar un poco de las fiestas o hay que ser formal?
–No lo podemos hacer en todos los conciertos, pero en este caso sí. Es que nos apetece. Son fiestas de Gasteiz y ya sabes... (risas). Ya le hemos dicho al furgonetero que se va a tener que esperar.