Recién llegado de Japón, Esne Beltza regresa a Gasteiz para ofrecer el primer concierto de estas fiestas en los Fueros. Es una plaza que el grupo conoce bien y que ya ha abarrotado antes. Eso sí, este 4 de agosto de 2024 va a ser diferente. Xabi Solano y los suyos han decidido cerrar el camino.
Con la de años que lleva, a través de diferentes proyectos, recorriendo escenarios en época de vacaciones, ¿cómo lleva lo de trabajar mientras el resto está de fiestas?
–(Risas) Imagina, llevo así desde el principio. Empecé con 14 años en Etzakit y ahora tengo 45, así que... Para mí es lo normal. Tener libre sería lo diferente. Bueno, se buscan huecos, claro. Este año, por ejemplo, es muy especial por ser la última gira de Esne Beltza y cogimos algo de vacaciones en julio porque no queríamos estar todo el verano tocando. Fueron 15 días que nos vinieron muy bien antes de empezar de nuevo a tope e irnos a Japón de gira.
Lo fácil hubiera sido anunciar la despedida, hacer una gira de grandes éxitos y ya está. Pero no, Esne Beltza ha tomado la decisión de irse pero con un disco nuevo publicado a finales del año pasado, ‘Esne bidea’. ¿Por qué liarse la manta a la cabeza?
–Porque somos así (risas). Por lo general, Esne Beltza ha sido un grupo al que siempre le ha gustado publicar un nuevo álbum cada dos años. En la pandemia hemos sufrido bastante. Ya tenemos una edad, casi todos con familias, y ha sido complicado estar encerrados, trabajando desde casa, sin poder ser Esne Beltza. Así que le debíamos a nuestro público sacar un disco más a modo de adiós. Además, en el camino ha aparecido Rafa Sardina, un productor muy conocido, y ha sido toda una oportunidad poder trabajar con él. Este disco ha sido más un gustazo que un trabajo.
"Lo que más le gusta a un músico es ir a una plaza o a un bar y ver que la gente está cantando tus canciones"
¿Por qué decir adiós si el grupo está creativo y es normal que llene todos los sitios en los que toca?
–Pero cada cosa tiene su final. Yo antes tocaba también en Etzakit y lo dejamos justo cuando estábamos arriba de la ola. Cada trayecto tiene su vida y hay que saber dejarlo. Tirar hacia delante por tirar no tiene mucho sentido. Además, como te decía antes, todos tenemos ahora familia y la pandemia ha cambiado todo mucho, muchísimo. Es eso más que nada. También está mi carrera en solitario y estoy con la banda de Fermin Muguruza. Claro, no hay tiempo para todo.
Ahora que menciona a Fermin Muguruza, aunque podría también hablar de Hertzainak, La Polla..., ¿se ve dentro de 20 o 30 años haciendo el concierto de reunificación de Esne Beltza o algo así?
–Bueno, oye... pues tampoco lo he pensado, pero... (risas). La cuestión es que lo dejamos pero somos más colegas que nadie. Somos como una familia. Es que llevamos 18 años juntos y lo de reunirnos va a ser algo habitual cada año, haciendo una cena o lo que sea. Es que muchos de la banda somos cuadrilla. Así que, ahora que lo dices, igual hacer eso sería lo natural en su momento.
Acaban de regresar de Japón y no es la primera vez que tocan allí.
–Allí ya hemos estado seis veces y sentíamos que era necesario hacer unas últimas actuaciones en Japón. Parece raro decirlo, pero es que tenemos un club de fans. Hemos ido varias veces al Fuji Rock, que es un festival muy grande al que hemos vuelto esta vez y en el que han actuado este año The Killers, Noel Gallagher y Kraftwerk. Ha sido un regalazo. Y directos de allí, venimos a los Fueros.
El final del proyecto y el futuro
La idea es que el final de esta gira se cierre con un concierto especial. Desde un punto de vista de las emociones, tiene que ser esto algo complicado de llevar, ¿no?
–La verdad es que sí. Pero bueno. Con ese concierto final, estamos ahora maquinando cómo hacerlo. Va a ser un último concierto grande con todas las colaboraciones que hemos tenido a lo largo de los años.
Pues esa no es una lista corta precisamente...
–Ya, ya (risas). Estamos barajando recintos y cuándo hacerlo. Será en 2025, eso sí. Ese año solo habrá un concierto que será el del adiós.
¿Y después qué, porque es usted de los que no sabe estar parado?
–Bueno, ya sabes... Ya vendrá algo, seguro (risas). Estoy dándole vueltas a alguna cosilla pero, por ahora, estoy concentrado en darle final a Esne Beltza y también en la gira de Fermin. Han salido muchos conciertos. Para mí, Fermin es un profe, el profe supremo de mi música y estoy muy ilusionado con su gira.
¿No es un poco esquizofrénico tener la cabeza tantos proyectos?
–Lo que hay que tener es ganas. Y afrontarlo todo como si fuera nuevo, como si fuera todo un volver a empezar. Es como me lo tomo yo. Cada disco que saco y cada gira en la que voy es como si fuera lo primero y lo último. Así, cada paso se afronta de otra manera, con otro espíritu. Y eso, ese espíritu, es el que hace falta encima del escenario.
El camino recorrido
¿Se acuerda de la idea que tenía para Esne Beltza al principio, teniendo en cuenta el desarrollo posterior de la banda?
–La banda nació porque en 2006 me fui a Jamaica a grabar Euskal Herria Jamaika Clash con Fermin y me empapé mucho de ska, reggae.... Cuando volví, me dije: quiero hacer algo así. Reuní a colegas que había hecho en la música y no pensaba, para nada, que Esne Beltza iba a llegar hasta aquí. Ha sido una pasada.
¿Qué se lleva de esta experiencia?
–Sobre todo, los amigos. También la hermandad que ha surgido entre muchos colectivos y pueblos. Por supuesto, lo que más le gusta a un músico es ir a una plaza o a un bar y ver que la gente está cantando tus canciones. El ver que tus temas ya no son tuyos, que son de todos, es te llena muchísimo.
Es que hay temas que como Esne Beltza no toque en estos últimos conciertos, igual no sale vivo...
–(Risas) Sí, sí, eso lo tengo claro. Estamos metiendo temas que en los últimos años no habíamos tocado, dos o tres del nuevo disco y canciones bien conocidas. Es hora y media de explosión. No es un decir, acabamos agotados. Es nerviosismo desde el principio hasta el final.
Si alguien que está empezando en la música y quiere que sea su trabajo, ¿qué le diría si le pide consejo?
–Le diría... que le vaya bien (risas). Es que yo no quiero que esto se vuelva un trabajo. Siempre lo he pensado. Con Etzakit, al principio, esto era un trabajo y eso hace que el rol cambie. No es el mismo espíritu.