Lo suyo, lo más seguro, habría sido hacer el último concierto de despedida de Hertzainak en el Okendo. El único pequeño detalle a resolver hubiera sido dónde meter a las 15.000 almas que ayer se dieron cita en Mendizabala. Miles y miles de personas que se lo pasaron en grande en una jornada que más de uno quiso que no terminara. Pero lo hizo. Sin nostalgia ni tristeza, la banda gasteiztarra puso el broche a esta vuelta puntual, a este gran homenaje a unas canciones que siguen presentes, que hace ya mucho que no les pertenecen a sus creadores sino que son parte de varias generaciones.

Como pretendía Hertzainak desde un principio, tanto el Casco Viejo de la capital alavesa durante las horas centrales del día como Mendizabala ya por la noche fueron una fiesta compartida por miles y miles de personas, dispuestas a disfrutar a lo grande. | FOTO: JOSU CHAVARRI

Puede que en el exterior, Siberia-Gasteiz quisiese hacer honor a su mote, pero en el interior de la gran carpa instalada en el recinto no hubo ni tiempo ni espacio para tiritonas. Sí para que alguno que otro se dejase la garganta con Rock’n’rolla Batzokian y Pakean utzi arte, para que no parase de botar con Larru beltzak y Si Vis Pacem, Parabelum, o para que se pusiese un poco tonto cuando llegó Aitormena.

Diferentes momentos del último concierto de Hertzainak, que se vivió en la repleta carpa de Mendizabala.

Fue curioso ver entre los presentes a no pocos que, en realidad, ni existían cuando la formación decidió parar en el 93. Eso dio igual porque cuando llegaron temas como Esaiok, allí estuvieron los más jóvenes para hacer las voces junto a Josu Zabala, o para no quedarse quietos cuando sonó Guantanamera. Qué decir cuando finalmente se tocó 564. En realidad, en las dos horas y poco que duró la actuación, el personal ni pudo ni quiso detenerse.

Agur Hertzainak

Todo ello mientras Gari, Txanpi y Zabala –sin perder de vista a Bingen Mendizabal, por supuesto– ponían el punto final a este regalo que le han hecho al público, demostrando que, aunque solo haya sido para tres conciertos, mantienen mucho de aquello que hizo a Hertzainak un grupo referencial. Se les volvió a ver muy bien conjuntados, también con Miguel Moyano y Oier Aldekoa, que, en un segundo plano, han servido a la perfección para completar esta vuelta especial.

Egunetik egunera... la noche dio para mucho, también contando con el excelente trabajo que en toda esta historia han desarrollado Alos Quartet y Ion Celestino, Amets Aznarez e Ibon Irixoa a los vientos. Qué importante es muchas veces aportar lo mejor que tienes pero sabiendo que debes estar en un segundo plano, que el protagonismo es de otros. Lo mismo se puede decir de los invitados a este último adiós en Gasteiz, entre los que estuvieron Txapi, Peru Abarrategi, Xabier Amuriza, Dupla, Iñigo Etxezarreta, Joseba Irazoki, Miren Narbaiza, Ruper Ordorika y Mikel Urdangarin.

Sonó Eh txo! y aquello casi se cae. Normal. Queda muy lejos aquella Nochevieja del 81 en la que el grupo ofreció sus primeras actuaciones, pero hay cosas que no cambian. Atera hadi kalera ta berreskura hire martxa itxoiten ezin duk ezer lortu. Hoy todo parece ser diferente. También los conciertos. Pero en realidad hay muchos de aquellos problemas a los que cantaba Hertzainak que siguen presentes. Igual que la fuerza y las ganas de muchos de quienes ayer no se dejaron ni una sola reserva de energía en el cuerpo. Hoy será otro día, uno de descanso.

Pasada la medianoche todo se acabó. Y ni el frío del exterior consiguió apagar los ecos de un concierto que va a quedar en la memoria. El camino, eso sí, no termina. Las canciones seguirán sonando y siempre habrá quien las cante y las recuerde. Nada es como antes, pero en esta despedida no hubo nostalgias. Las lágrimas –que alguna apareció entre el público– no fueron de tristeza, sino de emoción y alegría. Nunca hay que quedarse anclado en el pasado, pero jamás hay que olvidar lo que fuimos. Agur Hertzainak.