Tilín, tilín, suena una campana en la balconada de San Miguel y se hace el silencio. Decenas, decenas y decenas de auroros afinan sus cuerdas vocales alrededor de la banda de música, bajo la hornacina de la Virgen Blanca hasta que el abad mueve su batuta.
Al Ave María le sigue la canción de los Auroros 2024, con letra y música de Jesús Moraza.
“Ahora que estamos de nuevo/vamos a cantar la aurora/que siempre la dedicamos/a la querida Vitoria/y a nuestra Virgen Blanca”. Es la llamada a la fiesta.
Cánticos a la patrona
La de los auroros es una de esas tradiciones más recientes que cada año cala con más fuerza entre vitorianos y vitorianas.
Un año más, dispuestos a rondar por las vecindades del Casco Viejo, anuncian las fiestas en honor a la patrona, la Virgen Blanca.
Maite se ha dejado el pañuelo en casa. A sus 80 años, no se pierde la cita. “Mi padre era auroro y me dijo: Cuando ya no esté, cantarás por mí, y hago ese esfuerzo”, confiesa.
Dejar huella
Para Maite, es “una forma de renovar el espíritu de la fiesta vivido cuando cantaban nuestros padres; de seguir sus pasos y, al mismo tiempo, dejar esa huella para los que vienen detrás”, siente.
Jóvenes como Izan, que se estrena a los 18 años en los auroros, de la mano de su abuela Blanca. Anoche estuvo de fiesta, ha llegado a casa, se ha duchado y ahí está, impoluto.
“Mi abuela es muy de tradiciones y, claro, si tienes una abuela así, te crea un cierto interés”, explica.
Solo hombres
Blanca recuerda como si fuera ayer sus inicios en los auroros.
“Estaba desayunando en el Depor cuanto oí cantar; salí y me acerqué a la balconada; había una decena de hombres haciendo la ronda, me uní y desde entonces no he fallado. Vosotras tenéis el Rosario de la Aurora, pues nosotros, los auroros, me dijeron, por entonces, solo había hombres”, cuenta.
A su lado, José Mari, Marisé y Antonia cantan al unísono el himno a la Virgen Blanca: “Virgen Blanca, manantial/Eres de hermosura/ Puro y místico panal/De toda dulzura”.
Emotivo recuerdo
“Este año recordamos de manera especial a los cofrades que nos han dejado, entre ellos: Javier Cameno, José Antonio Zabalza, Juan Carlos Aguillo, Txomin Gómez, José Ángel López de Lacalle, Manu Sagastume y Txema Blasco, enumera el abad.
A continuación, la cofradía de la Virgen Blanca y todos los auroros felicitan a la nueva Celedón de oro, Elena Martínez de Madina, y al nuevo Celedón, Iñaki Kerejazu, que el 4 de agosto realizará su primera bajada desde la torre de San Miguel en otra llamada a la fiesta antes miles de gasteiztarras.
Por las vecindades
Los auroros enfilan el camino hacia la calle Correría. Avanzan lentamente. Son muchos. Ya en el Casco Viejo, siguiendo el recorrido tradicional, se detienen en las hornacinas de Virgen Blanca, la Vega y Santa Ana, para repetir el repertorio musical.
Marisé, Blanca y Antonia sienten los auroros como uno de los actos más emotivos de las fiestas de La Blanca, junto a a la procesión de los faroles en la que también participan.
“También acompaño a mi tía Blanca a la reunión anual de blancas, nieves y zuriñes”, apunta Marisé. Dicen que la veteranía es un grado y estas tres mujeres recuerdan que han vivido la bajada de Celedón desde la Plaza Nueva.
Chocolate con kotxotxos
La mañana avanza y la comitiva continúa su ronda hasta el pórtico de la Catedral Santa María.
Allí les esperan Luis López de Sosoaga y los amigos de la Peña los Álava para atender el desayuno ofrecido por la cofradía y repartir, aproximadamente, medio millar de raciones de chocolate con kotxotxos, típico bizcocho que los auroros degustan antes de retomar su ronda por la calle Cuchillería.
En la Cuchi repiten cánticos en las hornacinas de San Marcos, San Antonio de Padua y Cordón de San Francisco y regresan a la balconada para la foto de familia antes de concluir la llamada a las fiestas de la Virgen Blanca.