Cada año por fiestas hay un artículo que se pone de moda. En 2022, en Vitoria, no ha habido sin embargo un producto estrella que destacara especialmente sobre el resto. Se han vendido los Huggy Wuggys, los polémicos monstruos de peluche del videojuego para adultos Poppy Playtime. Aunque colgaban de los hombros de muchos blusas y neskas, no parecen haber asfixiado a nadie. Proliferaron también los diamantes de pega (porque son falsos y adhesivos) con los que jóvenes y no tan jóvenes se diseñaban llamativos tatuajes en 3D en la cara y el cuello. Volvieron además aquellos sombreros de ala estrecha que tan de moda estuvieron hace bastantes años y que, probablemente gracias a su funcionalidad, han estado a la cabeza en el listado de ventas de complementos festivos que completaron los pañuelos de fiestas, las trenzas, las gafas de sol de colores, los gorros de mandarín, las camisetas, las riñoneras y hasta los calcetines. En cuanto a los globos, han sido un poco los de siempre. Los Minions, la Patrulla Canina, Peppa Pig y demás personajes televisivos.

En el estratégico cruce de las calles Postas y Dato tenía su puesto Marimar, una madrileña que, pese a lo concurrido de estas fiestas tras dos ediciones perdidas, decía no estar vendiendo demasiado. “Este año la venta está muy flojita, cada vez la economía está peor y la gente gasta menos. Directamente no hay para comer, y antes de gastar en una cosita de siete euros nos lo pensamos”, afirmaba la mujer, especializada en la venta de juguetes que no atraen tanto a los niños como antes. “Los globitos y los bichos esos (los Huggy Wuggys) es lo que funciona más, los juguetes ya no se venden, los niños ya tienen en casa y en el móvil tienen además mucho entretenimiento”, aseguraba Marimar, que tras tres años en paro por la pandemia ve cómo el negocio no acaba de remontar. “Está costando muchísimo”, lamentaba.

A pesar de la pérdida de tirón de los juguetes, en los puestos del centro de Vitoria abundaban pistolas de agua y de burbujas, arcos, metralletas, vengadores y personajes Disney, perritos que andan a pilas, tambores, palas de playa, guitarras y todo tipo de artículos infantiles, entre ellos aquellos míticos martillos que pegan un bocinazo al golpearlos y que llevan medio siglo a la venta en los puestos de venta ambulante de Vitoria.

Un artículo que no faltaba en ningún puesto es el pañuelo de cuadros, que siempre puede sacar de un aprieto al recién llegado a las fiestas o a quien ha perdido el suyo en una noche de desenfreno. “Se vende –aseguraba Marimar–, pero hay mucha competencia, no entre compañeros, sino por parte de las personas que no tienen licencia”.

Muy cerca, Roberto regentaba su puesto, especializado en pulseras y collares personalizados, pero que ofrece un poco de todo. Y un poco de todo es lo que ha vendido este año este gasteiztarra oriundo de Ecuador. “Llevamos muchos años viviendo aquí, y recorremos sobre todo Euskadi”, explicaba.

Joaquín viene todos los años desde Toledo a las fiestas de Vitoria, y desde su puesto de la plaza de la Virgen Blanca se quejaba de cómo la situación económica general repercute en su negocio. “Con la crisis está un poco apretada la cosa, se vende lo de todos los años, pero como los políticos aprietan mucho a la gente ya no se gasta igual, pero no solo en Vitoria, en todas las ciudades a las que vamos. Nosotros recorremos España de punta a punta y está todo el mundo apretado, los políticos se llenan los bolsillos y aprietan al pueblo, y dependiendo de cómo le vaya al obrero así nos va a nosotros”, criticaba.