El día de hoy, 31 de mayo, se referencia en todo el mundo como Día Sin Tabaco para concienciar sobre los riesgos de su consumo. La batalla por la salud frente al hábito ha alcanzado éxitos notables en la toma en consideración de los efectos sobre los consumidores activos y pasivos, además de la gestión del hábito en los espacios públicos pero es conveniente no perder de vista los nuevos usos sociales y su incidencia sobre los más jóvenes. La tendencia al consumo es descendente también entre los que se inician en el mismo, aunque el primer contacto prácticamente no ha variado en cuanto a la edad entre los adolescentes. Si hace 25 años la edad media de inicio en el consumo diario estaba en los 14 años y medio, la última Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES), realizada en 2023, la situaba prácticamente igual. Sí ha descendido notablemente la prevalencia del consumo, que resulta mucho menos extendido y denota un abandono temprano del hábito. El pasado año un 18,9% de los chicos entre 14 y 18 años se declararon fumadores –no necesariamente diarios pero sí durante los 30 días previos– y un 23,3% de las chicas. Una constante en el último cuarto de siglo ha sido esa mayor incidencia del tabaquismo entre las mujeres. Ni la Comunidad Autónoma Vasca ni la Foral de Navarra escapan al fenómeno y sus propios registros sitúan el consumo habitual por encima de las medias del Estado, especialmente en Navarra, tanto ellos como ellas. Es significativo también el hecho de que casi el 80% de los estudiantes que se declaran fumadores diarios se han planteado dejar de hacerlo, lo que habla de una percepción objetiva de inconveniencia del hábito, cuya percepción de ser un riesgo para la salud es común al 93,4 de los adolescentes, 18 puntos más que hace 25 años. Esto debería animar a reforzar los planes de desintoxicación porque el componente social del hábito juega en contra de la voluntad de estos menores. También es preciso advertir de que el consumo del cigarrillo electrónico, señalado por diversos estudios como coadyuvante en el hábito de fumar, no tiene la misma percepción de riesgo para la salud y ha atraído a la mitad de los estudiantes a probarlo. La información no falta pero su alcance no parece suficiente frente a un consumo legalizado y accesible.
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