La política que regula en Europa todo lo relacionado con las cuestiones alimentarias es clave en la decisión de cómo será el futuro del sector. Sin embargo, para el gerente de Garlan, Andrés García, la estrategia de la granja a la mesa marca una serie de objetivos, como por ejemplo la reducción del 50% de los gases de efecto invernadero para el 2030, del 50% del uso de productos fitosanitarios, y de un 20% en fertilizantes, que pueden ser muy difíciles de conseguir.
Para García, estas exigencias, sin bien van a ser complicadas de alcanzar a nivel de las cooperativas, son imposible a título individual, según el gerente de Garlan, lo que va a implicar tener que enfrentarnos a un cambio disruptivo de producción que va a poner en peligro la situación de algunas cooperativas.