Imanol López: “Lo bonito de esta campaña es que todo ha sido complicado”
Imanol López (Zumaia, 1984) está bañado en oro: pasa de la presea dorada de la Liga de Naciones con Euskadi al cetro de la Jai Alai League
Revela Imanol López que su forma de afrontar la cesta es poniendo “pequeños objetivos”. Es la manera de mantener el hambre competitivo de un zaguero de referencia y que, pese a no clasificarse en los primeros puestos del ranking regular, ha acabado la campaña con el gerriko dorado de la Jai Alai League junto a Xabier Barandika.
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¡Vaya final de temporada!
—Estoy contento. Estoy disfrutando en la cancha y eso es lo que busco como pelotari. Si, además, los resultados acompañan, gracias al trabajo previo, los objetivos se vuelven más fáciles de alcanzar.
No ha sido sencillo para usted alcanzar la Final Four. Llegó como cuarto zaguero y vuelve a ser el rey de la Jai Alai League en la zaga.
—Lo bonito de esta campaña es que todo ha sido complicado. Empecé la temporada con malos resultados. Hice un Winter flojo, en Bilbao tampoco estuve al nivel y en Zumaia no di lo mío. Me entraron entonces las dudas sobre si mi tren ya había pasado. Tuve la suerte de ser preseleccionado por Euskal Selekzioa para participar en la Liga de Naciones y me tuve que ganar el puesto, entrenando durísimo con Erkiaga, Urreisti y Lekerika. Fue entonces cuando le di la vuelta a los resultados. Vivimos un torneo bonito y exigente a la vez. Ese rodaje de ensayos exigentes me vino bien. Me faltaba competición.
Rodaje
¿Los resultados eran peores a las sensaciones en el frontón?
—Fíjese, en 2024 ganamos la Final Four de Durango, a la que llegamos de chiripa tanto Barandika–se perdió gran parte de la temporada por una rotura de ligamento en la rodilla– como yo –estuvo tres meses y medio en Miami–. Jugamos a gran nivel, pero después vino el caos. El Winter dura cinco meses y hemos aprendido que hay que meter ensayos semanales en el frontón. No lo gestionamos así y me llegó el bajón de confianza y de juego. Lo pagué hasta recuperarme. Eso sí, la parte bonita es que me he ganado a pulso todo lo conseguido.
Explíquese.
—En la Liga de Naciones me tocó trabajar para ganarme el puesto e hicimos un torneo muy completo –ganaron el oro–. Después, en la Summer League de Iparralde tuve que exprimirme hasta el final para clasificarme a la Final Four. De hecho, necesité ganar el de Biarritz y el de Donibane Lohizune, porque estaba peleando con Manci hasta el último momento. Todo es más bonito cuando se trabaja y así se disfruta más.
El ambiente del Balda
Ha rendido a un gran nivel en el Carmelo Balda. Sin errores, mandando.
—Xabi y yo, como pareja, si estamos cómodos, sumamos mucho. Él me ayuda mucho, porque cubre su área. Yo creo que le doy paz, porque sabe que minimizo los errores. Sabía que había compenetración y teníamos claro que el rival tenía que estar con la espalda en el rebote. De atrás no se ganan los partidos.
Urreisti puede meter en un lío a cualquiera, ¿no?
—Tiene muchos recursos, pero demostró en la semifinal cuándo los saca. Necesita el dominio de su zaguero. En la semifinal, Basque le hizo un enorme trabajo para que mostrara la magia. Sabíamos que si tenía que trabajar de lejos, las cosas cambiarían.
¿Qué supone esta txapela para usted?
—Es un premio a mi trayectoria. Siempre he sido luchador y me he ganado todo por méritos propios. Llevo 23 años en el negocio y he ganado txapelas con 20 y con 41. Eso es lo que verdaderamente me motiva.
El Carmelo Balda se llenó a reventar.
—Me quedo con esa sensación. Donostia responde y para un zumaiarra es precioso. Soy guipuzcoano y es mi capital. La gente tenía hambre de cesta. Vivimos algo épico.