El pasado jueves ya se pudo ver que la afición albiazul tenía ganas de ver a su querido Deportivo Alavés. La friolera de ¡¡¡3.000 seguidores!!! se acercaron entonces al estadio del Paseo de Cervantes para ver un entrenamiento.

Una señal de lo que podría suceder el domingo con el estreno liguero en casa ante el Betis. Los gritos de ánimo y cánticos de la sesión de trabajo celebrada hace unos días fueron el aperitivo de lo que estaba por venir.

Así fue. La fiel hinchada albiazul no defraudó. Una vez más, los incondicionales babazorros convirtieron Mendizorroza en ese bullicioso estadio que anima de principio a fin.

Un duelo en el que de nuevo se pudo ver un impresionante tifo y que comenzó con un homenaje a las jóvenes futbolistas de las Gloriosas, Raquel Gil y Jimena Vicario, tras conquistar el título en el pasado Campeonato de Europa sub-19.

Aplausos merecidas para las albiazules y poco después también para los familiares de Fermín Rodríguez, trabajador del club que falleció al inicio de verano, y quienes recibieron un ramo de flores de manos del presidente albiazul Alfonso Fernández de Trocóniz, que depositaron en un córner del estadio. Un momento emotivo.

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En imágenes: Primer partido de Liga en Mendizorroza entre el Alavés y el Real Betis Jorge Muñoz

Al igual que el minuto de silencio previo al duelo en recuerdo a todos los aficionados albiazules fallecidos durante el curso. Un bonito detalle del club. Voces apagadas antes de la tormenta.

El pitido con el que dio inicio el partido dio rienda suelta a la grada. Mendizorroza se convirtió en esa olla a presión que aprieta desde el minuto uno al 90 y lo que haga falta. Siempre al lado del equipo.

Una caldera que busca que el rival se acabe abrasando. El feudo babazorro volvió a vibrar como en sus mejores ocasiones. Nunca falla. Una vez más, la incondicional afición del conjunto babazorro se convirtió en ese animoso jugador número 12, que lleva en volandas al equipo. ¡Qué gozada de ambiente!

Mendizorroza ruge y asusta. Los rivales lo saben bien. No es cómodo jugar en el estadio albiazul y buena culpa de ello lo tienen sus animosos seguidores. El equipo sabe que su afición le da un plus y por eso entrega hasta la última gota de sudor. La grada se lo merece. 16.623 voces rugiendo al unísono se merecen ese máximo esfuerzo y más. Es la magia de Mendizorroza. Un estadio que nunca deja de vibrar.