Asier Agirre es un guerrero. Debutó el 13 de junio de 2015 y es determinante en Segunda. En nueve años de trayectoria acumula txapelas en el Cuatro y Medio (2017) y el Parejas (2018, 2020 y 2024).
El viernes pasado necesitó 430 pelotazos para vencer en la semifinal del Manomanista Serie B a Julen Egiguren. Fue un partido agónico, en el que tuvo que exprimirse hasta la extenuación. ¿Cómo pasó el fin de semana?
—He tenido más que agujetas. Fue una paliza muy grande para el cuerpo, porque el partido se endureció mucho desde el principio. No nos acabábamos de romper, ni él a mí ni yo a él. Se endureció tanto que a base de carácter conseguí al final llegar a 22, pero, visto lo visto, la semifinal podía haber caído del lado de cualquiera.
Agirre nunca se rinde.
—¡Que se note la casta navarra! Egiguren V jugó un partido muy serio. También se trata de un pelotari que extiende mucho el golpeo. Hubo momentos en los que me sentí bastante incómodo y me tocó sufrir y defender. Estar agarrado en el marcador es esencial. Sabemos que todos los encuentros suelen tener sus fases y así fue. Pude aprovechar la última tacada y meterme en la final del Manomanista Serie B.
¿Recuerda haber jugado un choque individual tan duro?
—Lo hablé con Egiguren en el vestuario y ambos reconocimos que era el más largo que habíamos disputado en nuestra vida en el mano a mano. La cuestión es que todos los tantos fueron peloteados y hubo pocos rápidos, de tacada.
“Nunca había tenido siquiera la oportunidad de jugar la final del Manomanista Serie B. Sería muy bonito ganar la Triple Corona”
¿Cómo están esas manos tras el castigo?
—Este fin de semana he tenido las manos y el cuerpo castigado, dolorido. Esta semana le daré una buena sesión de fisioterapeuta. Es primordial también descansar y alimentarse bien. Espero llegar en buenas condiciones a la final contra Iker Larrazabal.
En cualquier caso, usted ahora mismo es el capo de la categoría. Acaba de ganar junto a Martxel Iztueta su tercera txapela del Parejas Serie B y ahora aspira a lograr su primer título en toda la cancha.
—Capo, no lo sé, pero sí que soy el más veterano, sin duda. Llevo unos cuantos años en la pelota profesional y eso es un plus para mí, porque a la hora de la verdad se nota en esta serie de eliminatorias. Sinceramente, yo me centro en que estoy jugando a gusto y estoy disfrutando de verdad en la cancha. Me siento liberado en el frontón. Cuando un pelotari está así, los resultados parece que llegan solos y así está siendo.
“Larrazabal le da dos o tres veces más que yo. Tendré que intentar moverle y sacarle de su sitio para buscarle las cosquillas”
Ganó el Cuatro y Medio de Segunda en 2017 (ante Peña II por 22-20) y tiene tres cetros del Parejas en cinco finales (ganó en 2018 con Iturriaga ante Peio Etxeberria-Jaunarena por 22-21, en 2020 con Eskiroz ante Peña II-Erasun por 22-20 y esta campaña con Iztueta ante Larrazabal-Eskiroz por 22-6). Está a tiro de piedra de hacerse con la Triple Corona de ‘plata’.
—Nunca había tenido siquiera la opción de llegar a la final del mano a mano y en esta edición he podido hacerlo. Estoy muy contento con los partidos que he jugado. Sería algo muy bonito para mí alcanzar los tres títulos.
El mono de trabajo
Juega contra Iker Larrazabal, que tuvo una semifinal bastante más tranquila que la suya. Ganó a Iker Salaberria por 8-22. ¿Qué manista se encontrará en el Labrit de Iruñea?
—Sobre todo, diría que es un pelotari con mucho potencial aún por explotar. Le da mucha velocidad a la pelota en cualquier postura. Auguro un partido cañero. Iker le da dos o tres veces más que yo. Tendré que intentar moverle y sacarle de su sitio. Mi partido va por ahí. Tendré que buscarle las cosquillas.
Es su seña de identidad, pero deberá ponerse el mono de trabajo.
—Más todavía en duelos individuales en los que juegas contra rivales más poderosos y más fuertes que tú. En muchas fases del partido sé que me tocará defender mucho de aire. Intentaré agarrarme y aprovechar mi oportunidad.
Iker Larrazabal le pone la etiqueta de favorito.
—¡Qué va a decir! (risas). Eso son cosas que se quedan en el exterior. Entiendo que me pueda poner la condición de favorito, pero también es cierto que Larrazabal tiene un potencial que puede hacer fácilmente una tacada de diez o quince tantos. Se vio contra Salaberria y Senar. Fíjese, en la fase de cuartos de final jugamos en el Labrit y le pude ganar, pero fue por los pelos (22-20). No me puedo relajar contra él.
Partido disputado y duro
Es el mismo escenario y los mismos contendientes. ¿Sirve de algo ese precedente?
—Fue un partido duro y muy disputado. La velocidad del pelotazo de Iker te puede destrozar cuando coge el saque. Cuento con ello. No perderé la calma para aprovechar mis opciones. En ese partido, de hecho, parecía que iba a ganar yo más fácil, pero Larrazabal se metió en el partido y sufrimos hasta el final.
Iker está mostrando sobre la cancha una versión más centrada y sobria.
—Es un manista joven, pero que con el tiempo ha ido adquiriendo ese punto de serenidad. Es algo habitual. Los pelotaris lo van cogiendo con el paso de los partidos. Está más centrado, más sereno y tiene un arma que es darle una velocidad increíble a la pelota. Cuando está en problemas, él lo tiene fácil: abrir hueco. Está jugando bien. Se le ve que en ese aspecto ha madurado.
Le fastidió la fiesta en el Parejas y ahora puede hacerlo de nuevo.
—A eso voy a salir. Son días bonitos, especiales. Es un partido festivo y de alegría para todos los que rodean al pelotari. Entrenamos todos los días para sacar nuestro máximo potencial y esto es una recompensa.