El amarillo del Tour ha impregnado este domingo las arterías, las carreteras, las montañas, las laderas, las gargantas y los aplausos en Vitoria, una ciudad con grandes referentes en el mundo del deporte como el Baskonia y el Alavés pero que hoy también se ha presentado al mundo gracias al ciclismo.

La etapa inaugural, entre Bilbao y Bilbao, ya fue sintomática de la grandeza de esta prueba pero ha sido esto domingo, en el segundo día de competición que une Gasteiz con Donostia, cuando la capital alavesa ha vivido en primera persona los encantos de esta carismática prueba que vive su 110ª edición y con 120 años de vida. Solo las dos Guerras Mundiales lograron parar la carrera que sublima las emociones. En su largo recorrido vital se entreveran miles de historias, pequeñas onzas de una prueba enciclopédica.

Los ciclistas han pasado en medio de una multitud de aficionados en la Virgen Blanca Alex Larretxi

La capital alavesa ha estado a la altura de las circunstancias vistiéndose del amarillo del Tour para acompasar el ritmo de un acontecimiento trepidante que derriba las fronteras del deporte y, aunque sea por unas horas, ha hablado bien sobre las bondades del territorio.

Además de miles de ikurriñas que han dado colorido a la ciudad, por ejemplo se han visto banderas sudafricanas, colombianas, ecuatorianas, costarricenses y también eslovenas, todas ellas en apoyo a los ciclistas de los distintos puntos del planeta que hoy están corriendo por suelo alavés en una jornada histórica para el territorio. Un mosaico de culturas tan variadas que han servido para percatarse, por si había alguna duda, de que el Tour es una carrera diferente a las demás.

La representación institucional no podía faltar en un día tan señalado con la presencia, entre otros, de la alcaldesa Maider Etxebarria, los restantes concejales del Consistorio, así como el diputado general Ramiro González, que han posado junto al director de la 'Grande Boucle' Christian Prudhomme, y le han hecho entrega de un obsequio.

La alcaldesa, Maider Etxebarria, junto al director del Tour, Christian Prudhomme, este domingo en Vitoria DNA

La ciudad, en definitiva, ha respirado ciclismo por todos sus poros y se ha volcado con una carrera que hacía 46 años que no llegaba a Vitoria, que también se beneficiará a nivel económico de la llegada de una carrera mastodóntica.