"Espectacular. Increíble. Es alucinante", señalaba Hugo García mientras esperaba el paso de la caravana en la calle Monseñor Cadena y Eleta. Este pequeño de Lakuabizkarra, pese a ser un aficionado al fútbol, no quiso dejar escapar la oportunidad de disfrutar de un espectáculo como el Tour de Francia desde primera fila y por eso acudió desde primera hora para coger un buen sitio y hacerse con algunos de los regalos que lanzaba la caravana de la ronda francesa.

"Esto es súper bonito. Ojalá venga más veces y que esté más días", reclamaba el pequeño gasteiztarra mientras aguardaba ansioso la llegada de los coches publicitarios con el objetivo de conseguir alguno de los obsequios lanzados.

A sus 11 años ya tiene un favorito claro. "Me gusta Pogacar", señalaba con ilusión, consciente de que aún debía aguardar más de dos horas para poder ver a sus ídolos en acción. Le daba igual, seguro de que la espera iba a merecer la pena, ya que el ambiente desde primeras horas de la mañana era espectacular en el centro de la capital alavesa y además de poder disfrutar del mismo podría conseguir el premio de un maillot del Tour, uno de sus grandes objetivos. Por eso, esa larga espera de más de dos horas no le importó.

Numerosos aficonados aguardan el paso de la carrera por la calle Mateo Moraza Alex Larretxi

Eso sí, hubo quienes aguardaron aún mucho más. Es el caso de los hermanos Jakue y Jokin García, de 10 y 13 años respectivamente. "Hemos venido a las 9.20 señalaba el mayor de ellos". Con la idea de "coger lo que se pueda", tal y como explicaron y aplaudir a los corredores, en especial a los del Jumbo, sus favoritos, sobre todo Jonas Vingegaard, en el caso del menor, y también cómo no, de Mikel Landa, el preferido de Jokin.

Ahí estaban esperando en su sitio en medio de una marabunta de gente. Y es que desde primera hora de la mañana el centro de la capital alavesa era un auténtico hervidero de gente cogiendo sitio para ver el paso de los corredores del Tour.

La imagen de la Virgen Blanca a las diez de la mañana, cuando aún no había pasado ni el primer coche de la caravana, ya era espléndida con un impresionante gentío agolpándose a ambos lados de la carretera por donde horas después debían transitar los corredores en una marcha neutralizada.

Alguno, como el caso de Miguel Ruiz de Apodaca, llevaba apostado en la Balconada desde las nueve de la mañana. No quería que nadie le privase de tal privilegiada atalaya desde la que divisar perfectamente el paso del pelotón. "Había que coger sitio, que estas cosas solo pasan una vez en la vida", señalaba eufórico ante lo que estaba por venir.

Un veterano ciclista, enfundado con el maillot del Kas, se dispone a subir a la Balconada de San Miguel Alex Larretxi

Emoción por poder ver de cerca el Tour y todo lo que le rodea. Miles de personas agolpadas desde Mendizabala hasta Salburua. En la calle Prado, en el Puente de Portal de Castilla y en la Virgen Blanca. Ni un alfiler cabía en todo el recorrido neutralizado por la capital alavesa. "Esto hay que vivirlo", señalaba Igone Campos, mientras se enfundaba una ikurriña al cuello.

Esta joven vitoriana, aficionada al ciclismo, vivía con pasión la salida de la Grand Boucle desde Gasteiz. "Es una pasada. De locos poder tener esto aquí". Había que estar. Grandes y pequeños no se lo quisieron perder. Ahí estaban también los abuelos Jorge López de Armentia y Charo Belda, quienes inculcaron su pasión por el ciclismo a su pequeño nieto Jon Pinedo, que a sus cuatro años ya disfrutaba a lo grande con el Tour. "He venido a coger muchos regalos y a animar a los ciclistas", aseguraba con una sonrisa este jovencísimo seguidor.

Quienes también se dejaron la garganta al paso de los ciclistas por la Virgen Blanca fue un grupo de amigos formado por Unai, Julen, Erik, Yago y Yoel. Esta cuadrilla se lo pasó en grande. Primero cogiendo bolis, gorras y diferentes regalos y después entregándose al máximo coreando el nombre de los ciclistas cuando pasaban a su lado.

Paso de la caravana del Tour por la Virgen Blanca Alex Larretxi

Colombianos, ecuatorianos

La carrera llegaba a su casa y estando tan cerca no querían perderse esta gran oportunidad de ver uno de los espectáculos deportivos más importantes del mundo. Tal es así, que mientras que ellos dieron tan solo unos pasos, otros tuvieron que recorrer miles de kilómetros para poder ver de cerca a los corredores.

Y es que en Gasteiz se dieron cita aficionados de Costa Rica, Sudáfrica, Ecuador, Colombia, Francia o Eslovenia. Vitoria capital mundial del ciclismo por un día. El epicentro ciclista. “Esto es brutal”, aseguraba con admiración Jaime Agudelo y Luz Marina Cifuentes, mientras aguardaban enfrente del parque del Prado el paso de la carrera.

Esta pareja de colombianos residentes en Murcia había venido hasta la capital alavesa para animar a sus cinco compatriotas: Bernal y Martínez (INEOS), Urán y Chaves (EF Education Easy-Post), y Tejada (Astana) y se quedaron prendados de la belleza de la ciudad. “Tanto parque, todo verde... ¡Vaya ciudad más bonita! Es que venimos de un desierto y esto es un paraíso, que hasta estamos pensando venir a vivir aquí”, señalaron al unísono. Es la magia del Tour. 

Desde más lejos incluso llegaron Wilson y Ainara Serrano, una pareja de ecuatorianos que apostados desde la entrada de la Virgen Blanca, lamentaron no poder ver en acción a su paisano Richard Carapaz, tras retirarse en la primera etapa por una caída. “Ha sido una pena. Se había preparado muchísimo”, indicaron.

Un grupo de colombianos anima a sus compatriotas antes del inicio de la segunda etapa del Tour de Francia Iñigo Foronda

Al menos, pudieron superar el disgusto recaudando un buen botín de regalos de la caravana publicitaria. “Nos llevamos una bandera, llaveros, algún lápiz, folletos, una tarjeta para las maletas...”, indicaron.

No fue lo único positivo que sacaron de su visita a Euskadi. “Esta tierra es preciosa”, precisaron, a la vez que indicaron que la llegada del Tour le va a servir para darse a conocer aún más a nivel internacional. “El Tour va a servir a Vitoria de escaparate”.

Y es que las imágenes que se vivieron durante la salida de la segunda edición del Tour van a permanecer en la memoria de muchos aficionados. Algunos de ellos, caso de José Luis Plazaola, director de la Brasileña, no recuerda haber visto nada igual. “Ni en la llegada del Tour a la fábrica del Kas en 1977 cuando ganó Nazabal se vio algo así. Es impresionante como está todo lleno de gente. Aquí sabemos hacer las cosas bien y seguro que el Tour quedará encantado y volverá”.

“Ni en la llegada del Tour a la fábrica del Kas en 1977 cuando ganó Nazabal se vio algo así. Es impresionante como está todo lleno de gente. Aquí sabemos hacer las cosas bien y seguro que el Tour quedará encantado y volverá”

José Luis Plazaola - Exdirector de la Brasileña

Amor mutuo. De Euskadi con la ronda gala y de esta con la afición vasca. Incluso, gracias a su salida este año desde la capital alavesa ha conseguido enganchar a otros jóvenes seguidores. Es el caso de Xabi Oraa. “He venido porque me ha obligado mi padre, pero la verdad es que merece la pena”, asegura este ya aficionado al ciclismo de 12 años.

Otros como Eder Del Campo, corredor infantil del Iturribero, han ido por decisión propia gracias a su afición a este deporte. “Tendría que venir aquí el Tour más veces”, reclama este joven ciclista, opinión que comparte Iker Gainzarain, jugador alevín del San Viator de baloncesto, pero un apasionado de todos los deportes y que incluso el sábado pudo estar charlando con los corredores del Movistar en su hotel. “Fue una pasada. Te atendían bien. Super majos”, comenta.

Un joven, con una camiseta del Alavés y una ikurriña, durante la salida del Tour desde Mendizabala Iñigo Foronda

Ahí estaban ambos disfrutando junto a seguidores del Alavés y Baskonia de la presentación de los equipos. Camisetas de fútbol y baloncesto, entremezclados con maillots ciclistas de campeones del mundo, o de equipos históricos del KAS y del Reynolds, como el que portaba Pedro Ramos Delgado. “Siempre he sido muy fan de Perico”, comentaba mientras disfrutaba del ambiente que se vivía en Mendizabala rodeado de un impresionante gentío. “Esto es espectacular. Te engancha y ojalá el Tour venga más veces, pero hasta que lo haga iremos nosotros a verlo”, concluye. Es lo que tiene la magia del Tour. Que enamora y Vitoria ya ha caído ante sus encantos.