- Jokin Altuna tensa la mandíbula de acero y cavila. Por delante, tres largos días, muy largos, que apuntan a una nueva final, la novena en su carrera, la sexta del Cuatro y Medio de forma consecutiva; las otras tres, por contra, son del Manomanista. En total: cuatro txapelas, dos de cada. En definitiva: un pasado de loas y récords, cuestión que no estruja el pensamiento del amezketarra. Por delante: una nueva opción de corona el domingo en el frontón Bizkaia de Bilbao ante Unai Laso. Ayer se encontraron en la liturgia con el material. Guante blanco. El amezketarra lo tiene claro: los pequeños detalles, a un nivel tan alto, son gigantes. Los molinos se convierten en titanes. Efecto mariposa: un aleteo en Tokio, un terremoto en Miribilla. Fukushima en Bilbao. Altuna III tiene una gran virtud: el análisis. Es inteligente, dentro y fuera de la cancha. Habla de la “paciencia”, la “constancia”, el “no desaparecer del partido” y “no regalar”. “Aunque vaya 5-0 perdiendo, he aprendido que siempre voy a tener mi oportunidad”, cuenta Jokin. Después, entran cuestiones técnicas en juego: el saque, el resto, el ritmo, la velocidad..., pero forman parte del leitmotiv de cualquier contienda individual. Son esos, los pequeños detalles, los que articulan un discurso de matices. “No planteo de forma diferente el partido. Me centro en lo mío. Contra Joseba sí que sabía que no debía de levantar demasiado la pelota, porque con la derecha es un peligro; mientras que Unai Laso es un pelotari que hace daño con la izquierda”, define el puntillero de Aspe.

Ya lo dijo en los días previos: Altuna III se mira al espejo. Es el único modo de encontrarse. Asiente. Posee el cuerpo de un chaval, pero la voz de un veterano. Eso sí, tiene por seguro una cuestión: “Tengo que ser agresivo”. Ambos coinciden en eso. No en vano, Laso, un puntillero visceral y magmático, hijo de volcanes, una fuerza de la naturaleza en un cuerpo trenzado en fibra, asoma como un funambulista que se crece con un juego arrebolado. Sus manos son puñales para el Cuatro y Medio. El resultado: promesa de espectáculo y delirio.

“Por ahora estoy tranquilo y concentrado en la rutina diaria para preparar con mino la final. Por ahora no le estoy dando vueltas a la cabeza”, desbroza el guipuzcoano, quien añade que “la presión es la que cada uno se pone a sí mismo: Laso dirá que la presión la tengo yo, pero yo afronto una nueva final como una oportunidad de calarme la quinta txapela, nada más”. Con todo, a pesar de que su pasado se asfalta de multitud de partidos con compromiso, Altuna III recuerda que “en mis primeras finales no descansé igual y todavía me pasa lo mismo. Lo importante es no perder la concentración y permanecer lo más tranquilo posible emocionalmente. Uno nunca se acostumbra a jugar finales”. Los detalles: “Unai es un pelotari muy completo y diría que es un manista que no tiene fisuras”.

Lo que sí es cierto es que será la primera final con la posibilidad de que haya un aforo al cien por cien tras la llegada de la pandemia del covid-19. “Mis últimas tres finales han sido sin público, así que será algo diferente. En la semifinal de Gasteiz hubo 2.000 espectadores y fue distinto. Espero que sea un día especial”, especifica el puntillero guipuzcoano. Laso también se refiere a ese particular: “La experiencia de Jokin se nota, porque tiene ventaja al haber jugado ya este tipo de partidos ante 3.000 espectadores”.

El de Baiko, por su parte, abrirá la espita de las finales con las restricciones en barbecho. Es decir, aunque queden algo menos de 600 entradas para la final a la venta y ayer no hubo demasiada expectación en las gradas para la elección de material, se espera una gran entrada en Bilbao. “Estoy bien, contento con el trabajo hecho. Tengo ganas de salir al frontón y darlo todo”, sostiene el de Bizkarreta-Gerendiain. El navarro ha pasado una semana “tranquila”, centrado en la “rutina” diaria. “Me tomo el partido como uno más. Si piensas que viene la final, te pones nervioso; así que he estado relajado”, asume Laso.

Unai es un muchacho alegre y divertido. Ayer se concentró tras la elección de material para ensayar saques y remates junto a José Ángel Balanza Gorostiza. No estuvo a su lado Jon Mariezkurrena, su botillero y amigo. Se motiva a veces cuando echa un vistazo a todo lo sucedido en el año que estuvo fuera de profesionales. “He jugado el verano y he olvidado prácticamente todo el pasado. En ocasiones lo recuerdo para tener más ganas”, explica. ¡Cómo cambia la vida!

Por delante: la opción de su primera txapela. “Si gano, sería un premio a todo el trabajo realizado y a todos los que están conmigo en el día a día. Si pierdo, en cambio, me enorgullece haber llegado hasta aquí. Si pienso en los momentos buenos, sé que puedo vencer”, apostilla Laso.

“No creo que nadie gane por las pelotas”, analiza Jokin Altuna cuando habla sobre el material propuesto por los intendentes para la final del Cuatro y Medio del domingo. Es “parecido”. “Pocas veces me vais a oír quejarme del material. En cuanto a las mías, una pelota es más marrón, que anda por el suelo, y la otra, algo más blanca. Pero me he decantado por las que me entran en la mano”, desbroza Laso. Las del guipuzcoano tienen un peso de 105,5 y 104,3 gramos, mientras que las del navarro ascienden a 104,6 y 104,1.

Respecto al suelo del Bizkaia, que se remozó antes del partido entre Aitor Elordi y Oinatz Bengoetxea, los finalistas no encuentran grandes diferencias con el anterior. “Es un frontón que me gusta y en el que me siento cómodo. No se nota mucho el cambio”, sentencia Laso. Otro pequeño detalle.

“En mis primeras finales no descansé igual y todavía me pasa lo mismo. Nunca te acostumbras”

“La presión es la que cada uno se pone a sí mismo. Para mí, es la oportunidad de ganar mi quinta txapela”

Finalista del Cuatro y Medio

“He olvidado prácticamente todo lo pasado. En ocasiones lo recuerdo para tener más ganas”

“El Bizkaia es un frontón que me gusta; me siento cómodo. No se nota mucho el cambio del suelo”

Finalista del Cuatro y Medio