Redon. A Samuel nadie le ha regalado nada. Ni siquiera el Tour. Las dos primeras veces que corrió, 2003 y 2004, tuvo que hacer la maleta mucho antes de París. Llegó dos veces fuera de control. No volvió a mirar a Francia. "No volveré hasta que haga podio en la Vuelta", prometió. Así fue. En 2007 llegó tercero a Madrid y en 2008 regresó al Tour. Sexto. Nada mal. Había progresado gracias al método, una manera concienzuda y matemática de correr y prepararse. "He aprendido de los errores". En 2010 estuvo cerca de la foto que quiere colgar del salón de su casa de Oviedo. El podio de París. Le echó del encuadre Menchov en la última crono. Este año ha vuelto a por lo que fue suyo durante unos días. Ha empezado con mal pie. Un fin de semana nefasto le ha alejado de todos los favoritos. Samuel Sánchez nunca lo tuvo fácil.

Dos días, 2:36 de retraso. No ha empezado bien el Tour.

No al menos de cara a la general. Pero prefiero perder un minuto -habla del corte del sábado- que irme para casa con una clavícula rota. Ha habido muchas caídas y las hemos librado. Estoy entero. Me quedo con eso.

Pero el sueño del podio se le ha puesto cuesta arriba.

El sueño se aleja, es cierto. Pero hay que seguir manteniendo toda la ilusión.

Dice Igor Galdeano que lo ocurrido no altera los planes porque el objetivo de la etapa sigue intacto, mejor incluso.

¿Cómo es eso que dicen? ¡Ah!, sí: a río revuelto ganancia de pescadores. De lo malo hay que sacar lo positivo. No me van a dejar coger cinco minutos porque saben que si estoy bien soy peligroso, pero esta nueva situación igual me puede ayudar en el futuro.

Ya hay quien adelanta una alianza de perjudicados, entre Contador y Samuel.

Si le pudiese seguir, haría lo que fuera.

¿La situación de Contador es tan dramática como cuentan?

Alberto es especial. Es el único que puede darle la vuelta a una situación así. Él es visceral, frío y calculador. Saldrá adelante. Ya lo verás.

Dicen que Contador no iba bien el día de la caída porque no reaccionó como en él es habitual. Usted pedaleó a su lado, ¿cómo le vio?

Yo sacrifiqué los dos ciclistas que llevaba conmigo -Izagirre y Verdugo- y en los últimos tres kilómetros de subida Alberto y yo colaboramos para intentar perder lo menos posible. Más no pudimos hacer. Alberto está bien, aunque es cierto que no es lo mismo preparar solo el Tour que venir de ganar el Giro. Quizás le falte ritmo, pero, si es así, lo cogerá esta semana

¿Lo perdido en la primera etapa y en la crono por equipos le ha afectado mentalmente? Dicho de otra manera: ¿su ánimo se ha resentido?

No te puedes venir abajo con el primer revés. Con todo lo que queda por delante, estaría perdido si no lo afrontase con serenidad y ánimo. Hay que ser luchador. Me he preparado lo mejor que he podido y no puedo tirar la toalla a la primera de cambio. Eso sería una actitud derrotista. No va conmigo. Ni con el espíritu del deportista. Yo me fijo mucho en Fernando -Alonso-, que sabe que no tiene coche pero el tío pelea y nunca se da por vencido; o en Nadal, que ve que Djokovic le ataca y le ataca pero él no tira la toalla nunca.

Vamos, que no se rinde.

No, ¿por qué debería hacerlo? Creo que estoy bien. He llegado como el año pasado. He hecho una preparación similar, con la única variación de que he estado un poco más aislado y más tranquilo. Lo que pasa es que nada más empezar, la carrera te da un revés como este y psicológicamente tienes que hacer un esfuerzo para reponerte. Pero los deportistas no solo tienen que ser personas físicamente bien preparadas, sino que mentalmente también tienen que responder.

¿Qué es más duro: correr el Tour o prepararlo?

Correrlo, sin duda. Cuando preparas el Tour pasas tiempo fuera de casa, solo en concentraciones, te tiras horas y horas entrenando… Pero nunca se puede comparar con correrlo. La presión diaria, la tensión que se vive en esta carrera. El ejemplo es el primer día.

¿Preparar el Tour, como correrlo, es comparable a alguna otra cosa?

A nada. No tiene que ver con nada. Ni con la Vuelta ni con el Giro… Con nada. La gente al Tour llega al cien por cien. Todos. Nadie llega para suplir una baja de última hora o para preparar el Mundial o las clásicas. ¿He dicho al cien? No, aquí todo el mundo está al 200 por ciento y eso se nota. En todo.

¿Cuántos días ha pasado fuera de casa preparando el Tour?

Más de 50. Son casi dos meses fuera de casa, sin ver a los críos y a mi mujer. En junio estuve con ellos dos días después de la Dauphiné y otros tres antes de venir aquí.

Poco.

Muy poco. Es curioso, pero al principio, cuando nacen los críos eres tú el que les echas de menos, el que no quiere irse o desea volver cuanto antes. Ahora que han crecido se invierten los papeles, son ellos los que te extrañan, te lo dicen y lo pasas fatal. El pequeño, Unai, ni siquiera me habla cuando me voy. Es su forma de protegerse. Es como si dijera: vale, ¿te marchas? Pues te fastidias que no voy a hablar contigo hasta que vuelvas. Y luego por detrás le pregunta a su madre si queda mucho para que papá regrese a casa.

Este año se ha concentrado en Sierra Nevada. Altitud y calor. Ambiente Tour.

El año pasado también fui y me fue bien. Aunque es cierto que ha pasado allí más días que nunca. Quería alejarme de la rutina de entrenar en casa.

¿Va solo?

Solo, sí. Los últimos días se hacen duros y largos. Es por las ganas de volver a casa. Pero el ciclista está acostumbrado a la soledad. Yo ni siquiera la siento. No me da tiempo. No madrugo mucho porque salgo a la hora que suelen ser las carreras. A las 11.00, a las 11.30. Llego pasadas las cuatro, me ducho, como, echo la siesta y sin querer llega ya la hora de cenar. El ciclista se pasa la vida en la bicicleta, en la cama y en la mesa. ¡Ah! Y en la cocina. No tenemos cocinero, así que hay que aplicarse. Algo de pasta, ensalada, carne, cereales… Me apaño, no tengo problemas.

La muerte de Tondo le cogió en Sierra Nevada.

Un día horrible. Había salido a entrenar, me llamaron y… Cuando llegué pude estar con Beñat. Estaba en shock. Me decía que había sido cosa de diez segundos. Un instante y todo se acabó. A Beñat le va a costar superarlo porque la de la muerte es una imagen que se te queda para toda la vida.

Solo en Sierra Nevada, lejos de casa… ¿le hizo reflexionar?

Primero piensas en su familia. Alguien tuvo que llamarles para decirles que lo sentía pero que su marido o su hijo había muerto allí, en Sierra Nevada, de una manera surrealista. Eso te hace reflexionar. Piensas en la muerte. En que está ahí. Queramos o no. En que, en realidad, es cierto eso que dicen de que no somos nada. Y tanto. Unos días antes en Sierra Nevada hacía un día malísimo. Frío, unos tres grados, y niebla. No se veía ni torta. Yo no salí a entrenar, pero fui a dar un paseo andando. Ya te digo que no se veía nada, pero mientras paseaba allí que veo a un tipo en bicicleta. Pensé que era un loco. Y se acerca y empiezo a distinguir un maillot del Movistar. Y luego me doy cuenta de que es Tondo, que tenía una alegría por vivir y una pasión por la bicicleta que jamás vi en otra persona. Tres días después murió. Es duro e injusto, pero real. Ahora no dejo de pensar en que hay que darle a las cosas la importancia que se merecen. Y que, por encima de todo, hay que disfrutar. Quizás haya perdido en dos días lo de todo un Tour. Vale. ¿Y qué? Hay que mirar hacia adelante.

¿Se siente vulnerable?

Claro. Soy ciclista, campeón olímpico, he ganado carreras y todo lo demás, pero la muerte no entiende de nombres, ni de estrellas, ni de palmareses ni de nada.

¿A su palmarés le falta una etapa del Tour?

Ahora, con lo que he perdido, quizás lo tenga más fácil, pero ya te digo que todo el mundo sabe quién soy y no me van a regalar nada.

¿Ha pensado en cómo reaccionará si la gana?

Me saldrá algo espontáneo, pero seguro que mi primer pensamiento es para la familia. Para los críos y para mi mujer, que es la que sufre y ríe conmigo, mi otra parte, la que me completa.

¿Y si sube al podio?

Me llevo al pequeño conmigo, aunque igual él no quiere subir conmigo. De todas maneras, no quiero pensar en ello. Prefiero centrarme en el día a día y en un futuro más inmediato.

¿En el día de la retirada piensa alguna vez?

A veces lo pienso. ¿Qué pasará? Claro que lo temes. Seguir en esto es una cuestión mental. Físicamente el cuerpo resiste, pero la cabeza… Mira Kloden, Horner, Vinokourov… Supongo que será difícil dejarlo porque toda mi vida la he pasado dentro de la burbuja del ciclismo.

¿Dentro de la burbuja del Tour se escucha algo del exterior?

Poco. El Tour es muy intenso. Te da poco margen para mirar hacia afuera. Pero depende del carácter de cada corredor. El ciclista vive en su mundo, y hay quien hace un esfuerzo por informarse de lo que pasa en el mundo exterior. A mí me gusta saber lo que ocurre por ahí, estar informado.

¿Siguió el movimiento del 15-M?

Sí, lo seguí. Una demostración de lo que es el estado de derecho y la libertad de expresión. Me fascinó que la gente tuviese tanta valentía como para salir de casa y gritar que no toleraba más esta situación.

¿En el ciclismo hay indignados?

Seguramente los habrá. Nunca llueve a gusto de todos.

¿Usted se siente un privilegiado?

Sí, porque puedo vivir de lo que me gusta, pero nadie me ha regalado nada. He trabajado siempre por mejorar. He aprendido de mis errores y he tratado de corregirlos. Siempre he hecho todo lo que ha estado en mi mano.