“Me siento muy afortunada por poder enseñar”, dice con una sonrisa Gisela Rueda Rosas. Lo cierto es que a lo largo del tiempo, tanto en su propio espacio de formación como en otros lugares y proyectos –como en los centros cívicos de la capital alavesa– por sus manos han pasado miles de personas. Desde danzas orientales hasta bailes latinos pasando por otras disciplinas, tanto ella como quienes la acompañan en esta aventura, siguen desplegando su experiencia y conocimientos. Eso sí, este 2025, en esa trayectoria, es especial.
Fue a principios de octubre de 2005 cuando abrió sus puertas por primera vez Gisela Estudio Integral. Lo hizo con unas setenta personas apuntadas a una iniciativa que tenía por aquel entonces su sede en la calle Fernán González. Para poner en valor ese camino recorrido y celebrar el vigésimo cumpleaños del centro, el próximo día 21 se llevará a cabo una gala especial. Será, a partir de las 19.00 horas, en el Jesús Ibáñez de Matauco (centro cívico Hegoalde).
El Ibáñez de Matauco acoge el día 21 un espectáculo especial por el vigésimo aniversario contando con varios invitados
“No queremos una gala de fin de curso en la que el alumnado se muestra. Habrá representación del alumnado mostrando diferentes estilos pero vamos a contar con distintos invitados especiales de la ciudad. Todos ellos en estilos diferentes a lo que damos en el estudio. Son personas de la ciudad que consideramos muy representativas y que queremos que compartan con nosotras esta celebración”, explica Rueda Rosas sobre una cita en la que habrá swing, flamenco, danza urbana... Las entradas ya se encuentran a la venta por 5 euros en la actual casa del estudio, ubicada en el Edificio Ópera.
Atreverse a dar el paso
Esa gran fiesta colectiva será también un buen momento para echar la vista atrás a esa Vitoria de principios de siglo “en la que la danza estaba en pleno boom” y en la que Rueda Rosas estaba desarrollando un camino pionero en la enseñanza de la danza del vientre en la ciudad. Tanto en esta disciplina como en otras, la bailarina, coreógrafa y profesora impartía sus conocimientos en un gimnasio, en los centros cívicos, a través del programa Gauekoak y en la desaparecida Traspasos.
Pero llegó un momento en el que Clara Rosas –su madre y también compañera profesional en lo que estaba a punto de ocurrir– empezó a insistirle en abrir su propio proyecto. “Mi mamá estaba todo el rato empujando, pero es verdad que yo no lo veía claro. Era un gran riesgo para una persona de 26 años”. Aún así, se atrevió y cuando se le pregunta por los próximos 20 años responde claramente que “sin dudarlo”.
A pesar de los obstáculos y del intrusismo, Gisela Estudio Integral se ha convertido en “nuestra familia de la danza”
Fue en Fernán González donde todo se puso en marcha, en un local que llevaba dos años vacío y que estaba desmantelado. “Hubo que reconstruirlo desde cero”, recuerda Rosas. Zumba, baile nupcial, pilates, danza polinesia... se ofrecían en estas instalaciones. “He aprendido mucho a lo largo de estos años porque no me he parado de formar”. Eso sí, aquel espacio, unos cinco años después, empezó a mostrar sus deficiencias. Cada vez que llovía un poco fuerte en la capital alavesa, el espacio se llenaba de agua.
Esos problemas no existen en el Edificio Ópera, donde el estudio reside en los últimos años. Por las instalaciones del local número 9, pasan cada semana decenas y decenas de personas, gente que quiere aprender y practicas y que tiene entre 4 años y “unos 80”. La actividad es intensa, sobre todo por las tardes. “Mandan mucho los horarios de los colegios”. Con todo, en estos años han cambiado algunas cosas en este sentido también por circunstancias externas. “Antes, los jueves teníamos bailes latinos y los viernes también había clases muy numerosas. Pero fue aparecer el pintxo pote y se notó”, recuerda Rosas.
Es imposible calcular la cantidad de personas que han pasado por el estudio, también a través de la organización de clases magistrales y cursos específicos. “Siempre hablo de nuestra familia de la danza”, un cariño y una cercanía que se nota. “Es muy especial la reacción de la gente que viene a clases de bailes nupciales, son personas muy agradecidas”, apunta Laura Parra. Eso sin perder de vista que la oferta que aquí se ofrece, en sus diferentes variantes, también ha ayudado a gente con problemas de espalda, depresiones, situaciones de bullying laboral... “La danza es una medicina que se debería recetar”.
Una senda no siempre fácil
Con todo, en estos 20 años no todo ha sido sencillo. Más allá de los problemas con las goteras y las inundaciones de la primera sede, la gran preocupación sigue siendo hoy el intrusismo. “Hoy se ofrecen clases hasta en carnicerías o en una tienda de ropa de un centro comercial. ¿Cómo es posible eso? En un estudio como este hay que pagar unas tasas y hay que tener unos permisos. Pero resulta que los centros reglados como este nos estamos encontrando con una situación muy perjudicial”, denuncia Rosas.
A esto se une que a lo largo de estos 20 años, el estudio, como el resto de la sociedad, se ha enfrentado a una crisis económica como la de 2008 y una pandemia. “Ha habido gente a la que le ha costado volver, sobre todo adolescentes”, describe Rueda Rosas, que también mira a las redes sociales como otro competidor para el desarrollo de una formación cultural en condiciones. “Se educan en TikTok”.
Junto al público
Con todo, el camino sigue adelante. Eso también se va a celebrar el próximo viernes 21, un día especial porque también “supone volver a un escenario del Ayuntamiento de Vitoria”, tras la última actuación en un espacio municipal celebrada en 2013. “Hemos tenido la suerte a lo largo de los años de contar con Fundación Vital y su auditorio”, un punto de referencia para las actuaciones promovidas por el estudio, más allá de citas con el público llevadas a cabo en estos dos decenios en espacios como El Boulevard o los centros regionales en la capital alavesa de Extremadura y Andalucía.
Todo ello sin perder de vista la propia trayectoria de Rueda Rosas como intérprete. “He salido mucho, también a festivales internacionales, y ha habido actuaciones muy buenas. Ahora, por ejemplo, acudo a muchos mercados medievales. Pero no tengo la sensación de haber tenido que renunciar a actuar por enseñar”.
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