Mientras el cine parece coparlo todo estos días entre las calles de Donostia con la celebración del septuagésimo tercer Zinemaldi, un artista gasteiztarra también se está haciendo protagonista en la capital guipuzcoana. De hecho, hasta el próximo 31 de octubre, Víctor Echevarría se encuentra exponiendo su último proyecto creativo en los locales de La Inversa, un nuevo espacio para la cultura que ha abierto sus puertas ese mismo año en el barrio de Egia, no lejos de Tabakalera.

De hecho, el autor alavés es el segundo que habita las paredes de la iniciativa impulsada por Elena Scaratti tras el paso de María Vidagañ. Ambos fueron seleccionados tras una convocatoria a la que se presentaron más de 400 artistas, también del otro lado del Atlántico. Sin duda, una elección más que destacada que le está sirviendo a Echevarría para presentar Donde se tocan, un proyecto pictórico sobre el horizonte. Fue el pasado día 19 cuando se inauguró una exposición que, además, se está completando con diferentes actividades.

No solo mostrar

Durante su estancia, el artista gasteiztarra está transformando la galería en un laboratorio poético y sensorial activando el espacio a través de talleres, jam sessions y colaboraciones interdisciplinarias con música, danza, voz y público, según explican desde La Inversa. Está previsto que sea, sobre todo, durante el mes de octubre cuando se activen diversas actividades.

Detalle de la exposición en La Inversa. Cedida

Donde se tocan, según explica el propio autor, “es una búsqueda. Una forma de acercarme, desde la pintura, a ese límite tan visible como inalcanzable que separa –y al mismo tiempo une– el cielo y el mar”. “Me interesa esa línea que todos hemos mirado alguna vez desde la orilla. Una línea nítida, aparentemente, pero que desaparece en cuanto intentamos alcanzarla. No es solo una cuestión visual: el horizonte también funciona como frontera simbólica, como reflejo emocional, como espacio abierto al deseo de ir más allá. Este proyecto nace del impulso de explorar ese umbral: el lugar donde lo que vemos y lo que sentimos se cruzan”

Laboratorio

En este sentido, el autor entiende su proyecto “como una investigación pictórica sobre la indefinición, el tránsito, lo inabarcable. Quiero trabajar ese borde donde los contornos se deshacen, donde el color se funde y donde la forma se vuelve atmósfera”. Por ello, “durante mi tiempo en La Inversa, propongo convertir el espacio en un pequeño laboratorio de percepción. Un lugar donde el trabajo en soledad se entrelace con momentos de apertura”.

Como explica Echevarría, “el horizonte no es solo una imagen: es una metáfora del propio proceso creativo. Es eso que perseguimos sabiendo que no vamos a alcanzarlo del todo. Una línea que actúa como promesa. Una dirección. Un espejo que nos devuelve tanto la distancia como la posibilidad”.