“Tengo cosas que aportar y procuro hacerlo”. Sucedió así con Mi bendita calma, publicado la primera vez que “el señor linfoma no Hodgkin decidió visitarme”. También con Edimburgo y Vitoria forever (en inglés publicó Edimburgo forever), fruto de su residencia en tierras escocesas. Ahora, Miguel Sánchez Medrano vuelve a encontrarse con los lectores de la mano de El milagro que viene (Nimbo Ediciones), un libro cocinado a fuego lento, durante unos 15 años, tras “la segunda visita del señor no Hodgkin”.

Será este miércoles 4 a la 19.00 horas cuando la obra se presente en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, un acto en el que junto al escritor, periodista y publicista se encontrará la también autora y editora Belén Fernández. Será el momento de compartir con Sánchez Medrano algunas de las vivencias y experiencias que se recogen en unas páginas en las que el humor, a pesar de la situación, tiene un peso específico.

Mi bendita calma era mi experiencia con el cáncer, con la familia y con mi fe. Pensé que sería algo pasajero” y por eso se puso el cierre a aquella, por así decirlo, primera parte. Pero el linfoma regresó meses después. “Cuando se reproduce, el tema ya tiene otra gravedad e intensidad”. Ahí fue cuando esta segunda publicación empezó a tomar forma. “Fue una experiencia fuerte, emocionante”, que supuso, por ejemplo, estar en aislamiento total durante casi dos semanas. “Me vigilaban las 24 horas”, recuerda, igual que aquella ventana, “como la de los barcos” que era su única vía de relacionarse con el exterior, con sus hijos, que entonces tenían 6 y 10 años.

Sin llegar a ser un diario como tal, “voy relatando cómo van sucediendo los hechos, cómo me voy sintiendo y cómo voy viviendo el día a día. Cuando tienes una experiencia fuerte, y una enfermedad grave lo es, el día a día da mucho de sí. Es importante de no perder la oportunidad de contar”, describe, al tiempo que aclara, con una sonrisa, que “tampoco se trata de que se repita muchas veces este tipo de experiencia fuertes”.

Dosis de humor

Pasada la enfermedad, el libro ha permanecido detenido durante tiempo, hasta que hace unos meses se le puso el broche final. “Quería confirmar que el milagro se había cumplido. Procuro ser hombre de fe”, asegura el autor, quien, a pesar de la temática del libro, trufa el relato con buenas dosis de humor. “Tenemos que reírnos de todo”, aunque no siempre parezca sencillo hacerlo.

“Tenemos el derecho y también la obligación de ser positivos y el humor forma parte de ello. Significa que estás viviendo la situación con intensidad pero sin dramatismo. El dramatismo es añadirle una nueva dificultad a lo que ya es una situación difícil de por sí. Darle un toque de humor hace que lleves los temas de otra manera, de una forma más ágil, ligera, positiva” describe Sánchez Medrano, quien confía que su experiencia personal pueda encontrar eco en quienes se asomen a estas páginas.

No en vano, opina que “todos vivimos experiencias importantes. Lo cotidiano es importante y rico. Todos tenemos una historia muy hermosa que contar. No hace falta que sea una enfermedad grave, como en este caso. Tu vida da mucho de sí. Lo cotidiano da mucho de sí y tenemos que saber aprovecharlo. Lo más importante nos lo jugamos en lo cotidiano, en el día a día”.

En este sentido, remarca que “la gente y la comunicación me gustan. Hay que darle importancia a la cercanía y a la comunicación. Pero cada día cuesta más. Escuchar al otro es algo que hay que recuperar”. Así lo explica quien tiene también otros textos esperando a ser completados como “una guía práctica para ser un buen líder en este país” o una obra sobre “el aburrimiento en la gente joven”. Todo llegará.