En una época donde los tatuajes no eran habituales y referían a personas delincuentes y, en el caso de las mujeres, a prostitutas, Maud Steven Wagner consiguió, gracias a su talento, profesionalizar este arte mostrándolo en espectáculos de todo el país. Nació en 1877 en Kansas, era trapecista y contorsionista, y trabajó durante su juventud en infinidad de circos itinerantes. En la Exposición Universal de Sant Louis (Misuri) conoció a Gus Wagner, el hombre más tatuado de América, un comerciante marino que había viajado por el mundo y regresado a su país con casi 300 tatuajes en su cuerpo tras aprender a tintar la piel de mano de las tribus indonesias. “Si quieres salir conmigo -le dijo Maud- deberás iniciarme en el mundo del tatuaje”. 

ENORME TALENTO ARTÍSTICO

Fue así como aprendió la técnica rompiendo los prejuicios de su tiempo y se convirtió en la primera mujer tatuadora profesional de los Estados Unidos. Maud tenía un formidable talento artístico y pronto la pareja comenzó a exhibir su destreza en distintas veladas. La habilidad de ambos sorprendía por su sencillez ya que utilizaban la técnica artesanal hand poked: no utilizaban la máquina eléctrica sino que tatuaban a mano. Pese a la profesionalidad y el talento de Maud, sin embargo, muchos clientes preferían tatuarse con Gus. No bastaba con verla tatuada, la desconfianza sobre su habilidad crecía por ser mujer.

El matrimonio Wagner tatuando. Cedida

Juntos recorrieron el país a través de distintos espectáculos circenses, freak shows y eventos populares relacionados con la cultura del entretenimiento de la época donde la visión de cuerpos tatuados era un auténtico pasatiempo. Él le dibujaba a ella animales salvajes y mitológicos, plantas, mujeres indígenas o su propio nombre junto a imágenes de carnaval pero pronto ella misma comenzó a tatuarse su propia piel. Con 30 años ya tenía la totalidad de su cuerpo tatuado rompiendo estereotipos y los estigmas que rodeaban el mundo de los tatuajes y mucho más en la piel de una mujer. Sin embargo, nunca fue la estrella del show en los anuncios que presentaban las exhibiciones de los Wagner: El espectáculo original de Gus Wagner con una dama tatuada o Los Wagner, ‘The Tattooed People’, ya están aquí. 

BROADBENT, UN RÉCORD DE BELLEZA

Maud no fue la única, aunque sí la primera, ya que otras tatuadoras, como la también estadounidense Betty Broadbent, conocida como la Venus tatuada, quiso irrumpir en la técnica e hizo de su cuerpo un verdadero lienzo viviente marcando el récord de entonces con 565 ilustraciones en su piel y desafiando a la sociedad de su tiempo: se presentó en 1939 al certamen de belleza en la Feria Mundial de Nueva York. No consiguió premio alguno pero dio visibilidad a las mujeres tatuadas para seguir rompiendo barreras y que el tatuaje femenino dejara de existir entre sombras o bajo las ropas, aunque fuera en exhibiciones. A diferencia de Maud, de cuyos diseños no existen registros, la revista Pix publicó los dibujos de Betty: imágenes religiosas o el aviador de la época Charles Lindbergh y el revolucionario Pancho Villa en las piernas, hasta un águila cuyas alas se extendían en los hombros de la joven de Filadelfia. Algunos de ellos pueden hoy verse digitalizados en la Biblioteca Estatal de Nueva Gales del Sur, en Australia, país hasta donde Betty llegó mostrando orgullosa su arte en movimiento. 

Betty Broadbent, la Venus tatuada. Cedida

Maud Wagner murió en 1961 en Oklahoma tras una vida dedicada a tatuarse y hacerlo a los demás de la mano de su esposo, considerado además uno de los inventores de la máquina eléctrica. Juntos llevaron a las regiones del interior de los EE.UU un arte solo visto en zonas costeras. Su legado muestra a Maud como una mujer fuerte y dispuesta, no solo a abrirse camino en un ámbito de rarezas, sino a enseñar al mundo el arte del cuerpo tintado de una mujer, aunque fuera como una atracción de feria a principios del siglo XX. 

Ambos tuvieron una hija, Lotteva que, con el tiempo, fue también una reconocida tatuadora aunque Maud, curiosamente, nunca dejó que su propia hija se tatuara. Lotteva tampoco lo hizo al cumplir su mayoría de edad que coincidió con la muerte de Gus. Siempre se negó a que nadie tocara su piel con agujas, salvo sus propios padres. 

‘Hand poked’, técnica precisa y ancestral

Algunos estudios sitúan la técnica manual de tintar los cuerpos en la curación y no el arte con el hallazgo en momias tatuadas del 3.250 a. C. En el caso de Otzi, la momia encontrada en los Alpes en 1991 y con más de 5.000 años de antigüedad, presentaba 60 tatuajes de pequeñas líneas que los expertos relacionaron con fines terapéuticos por la artritis que sufría.

En la historia, su utilización se ha dado en tribus con herramientas como piedras con filo o fósiles. Actualmente, los tatuajes a mano, también llamados stick and poke, se realizan con una punción minuciosa en la capa más superficial de la piel, punto por punto, por lo que a veces requiere varias sesiones y un pulso excepcional por parte del profesional. Con una importante exigencia de esterilización de las agujas, los resultados son más precisos que con máquina, por ello, se aplica la técnica en pequeñas zonas como los dedos. ¿Duele? Depende del aguante de cada uno y de la zona a tatuar. El periodo de curación, eso sí, es más corto que con el método eléctrico.