“A lo largo de la historia, todos los grandes autores se han preguntado sobre el sentido mismo de la libertad” recuerda el director Javier Hernández-Simón. “Delibes, como tantos gigantes de la literatura y el pensamiento, también se ha hecho la misma pregunta”, de ahí la escritura de Los santos inocentes, donde el autor “aborda el conflicto desde múltiples perspectivas, para al fin otorgarnos más que una respuesta, una esperanza”. Por eso él y Fernando Marías firman la adaptación al teatro de este título referencial, una creación que hoy llega a las tablas del Principal.

Lo hace a partir de las 19.30 horas sabiendo que frente a quienes conforman el conocido reparto va a estar un aforo lleno. Todavía, eso sí, quedan algunas pocas entradas disponibles en el anfiteatro segundo. Pero sería bueno no esperar hasta el último momento.

Javier Gutiérrez, Yune Nogueiras, José Fernández, Pepa Pedroche, Marta Gómez, Raquel Varela, Fernando Huesca, Luis Bermejo y Jacobo Dicenta serán quienes lleven a escena una producción que tiene en su centro a un “personaje que tan sólo se guía a partir de su propio sistema ético, un personaje que no entiende de límites o normas, pero que percibe a la perfección la diferencia entre el bien y el mal”.

“En su maravilloso universo, Azarías, no puede comprender que la riqueza sea una cuestión numérica o que la belleza tenga que ver con las facciones del rostro. Azarías percibe el mundo sin disfraces porque es capaz, en su inocencia, de ver el mundo tal cual es. Y por ello es capaz de percibir el dolor y la injusticia del mundo en los desgarradores gritos de la niña chica, y por ello es capaz de percibir la bondad en su hermana y su cuñado... y es capaz de percibir la belleza allí en donde realmente reside; en la vida misma.” describe Hernández-Simón.

“Pero Azarías, al igual que toda su familia, al igual que todos los que no tienen, vive en el mundo del Señorito Iván. Un mundo en blanco y negro”. En este contexto, “Los santos inocentes se nos presenta como un espejo en el que mirarnos. Como sociedad. Como individuos. Y como todos los espejos, nos devuelve el reflejo de nuestro pasado para que podamos explicar nuestro presente. La imagen a la que nos enfrenta es cruda, bella, salvaje… pero sobre todo profundamente humana”, apunta el director.