Mientras espera a los Goya con Cuerdas, Estíbaliz Urresola ultima su largometraje 20.000 especies de abejas, cuyo estreno está previsto para 2023.

Todo esto que está sucediendo con el Goya pasa en plena posproducción de su ópera prima. ¿Cómo es un día de su vida en estos momentos?

Pues un desastre (risas). Ahora mismo mi prioridad es terminar 20.000 especies de abejas, que conlleva un proceso largo y complejo, pero ¡claro!, dado lo que está sucediéndole a Cuerdas, no me puedo centrar en ello en exclusiva. Atiende a medios, avanza en el montaje en Bilbao, acude a pases del corto o a la recogida de premios… Una auténtica locura, en la que intento no perder de vista lo principal, pero me faltan horas al día. Eso sí, a pesar del agotamiento, tengo claro que los frutos de Cuerdas son algo que hay que celebrar.

¿Cree que podrá cumplir con los plazos que se había propuesto?

Sí, la idea sigue siendo estrenar este 2023, y en algún momento del próximo verano sería lo suyo ya que es una película estival. El primer intento siempre será que llegue a presentarse en algún festival, que es lo que marca la fecha de estreno en sala, pero eso ya no está en mis manos. La verdad es que no quiero ni pensarlo, porque me creo frustraciones si luego no lo consigo. Es como lo de pensar en subir a recoger el Goya, no quiero hacerlo (risas).

De si espera tener un reconocimiento similar, mejor ni le pregunto, entonces.

En lo único que pienso ahora mismo es en centrarme en el montaje, la posproducción, el etalonaje… queda mucho trabajo. Y lo único que quiero es sentirme orgullosa de hacerlo bien. Ponerse objetivos de llegar a tal festival o lograr tal premio lo único que te resta es energía y tiempo. Así que yo centrada en acabar la película y poder sentirme orgullosa del resultado.

¿Cómo se ve dentro de un año?

Pues mira aquí sí espero algo: estar más tranquila y recuperar otras parcelas de mi vida, ahora mismo, totalmente abandonadas. Este frenesí, a la larga, es insostenible. Necesito espacio para leer un libro, reconectar con mi gente, mi familia y amigos, y tener tiempo para conocer otras realidades que me conmuevan de nuevo para volver a crear. Ese es mi proceso creativo, siempre lo ha sido. No creo desde la cabeza, mi trayectoria es justo al revés. Me entero de tal realidad, me conmueve, me involucro y necesito contarlo, y, como he podido comprobar, es precisamente lo que conecta con la gente. Si a mi me conmueve, al público también. Pero para ello necesito tiempo para oxigenarme, entrar en barbecho como la tierra para poder volver a sembrar después de una gran cosecha. Tampoco pierdo de vista que si a la película le va bien, está claro que el siguiente proceso será más sencillo. Ahora mismo estamos hablando de una ópera prima y es más difícil. Como directora no tienes garantías, porque eres una desconocida en la industria, pero si a la película le va bien, las cosas van más rodadas. Lo que sí espero de 20.000 especies de abejas es que permita al público acercarse a la realidad de la que habla el filme desde una nueva óptica y que genere debate, en el sentido de reflexión, en quien la visione.