En 1916 se descubrieron las pinturas de Santimamiñe en el barrio de Basondo, de Kortezubi. Unos niños se adentraron en la cueva trepando, arrancaron unas estalactitas gigantes y se encontraron un pasadizo secreto en el que encontraron unas pinturas. No les dieron ninguna importancia, pero poco tiempo después, el 7 de agosto, el compositor vitoriano Jesús Guridi, que se hospedaba en un balneario de Kortezubi, organizó una excursión a la cueva y comunicó el hallazgo a la Comisión de Monumentos de Bizkaia. Esto propició la formación del primer equipo interdisciplinar de arqueología, integrado por el etnólogo José Miguel de Barandiaran, el antropólogo Telesforo de Aranzadi y el geólogo Enrique Eguren, que tantas prospecciones, excavaciones e investigaciones llevaron a cabo durante los veinte años siguientes, hasta que el estadillo de la guerra en 1936 los dispersó.
A estos gigantes de la arquitectura les seguirían otras generaciones que investigaron los orígenes de los poblamientos humanos de Euskadi. La exposición Sobre espaldas de gigantes, que a través de decenas de piezas originales expuestas en función de su fecha de hallazgo, configuran la historia de la arqueología vasca, desde los primeros estudios realizados en el siglo XVIII hasta la actualidad.
La exposición está organizada en cinco unidades que muestran el desarrollo de la arqueología, incluso siglos antes de que se convirtiera en disciplina de carácter científico a comienzos del siglo XX. La primera corresponde al periodo en el que era poco más que coleccionismo y en el que se recuperaron piezas de gran valor, como el mosaico del caballo del hipocausto hallado en Iruñea o la cubierta del sepulcro de Argiñeta. Entre 1916 y 1936, la arqueología adquirió reconocimiento científico de la mano de Barandiaran, Eguren y Aranzadi, quienes excavaron numerosos dólmenes en Aralar y distintas cuevas en Bizkaia y Gipuzkoa, recogiendo objetos, huesos humanos y de animales.
Con Barandiaran en el exilio, los estudios sobre la prehistoria se estancaron en Gipuzkoa y Bizkaia, pero en Nafarroa y en menor medida en Araba fueron estudiados más de una docena de yacimientos de la Edad de Hierro. En 1953 regresó Barandiaran del exilio para reactivar las investigaciones prehistóricas y formar una nueva generación de arqueólogos.
La exposición rompe también con el sesgo de género en la evolución humana. Desde el paleolítico hasta la Edad de los Metales, las mujeres no solo realizaron tareas de reproducción y manutención, a las que tradicionalmente se les ha vinculado, sino que participaban también en los trabajos fuera del ámbito doméstico.