erá una ocasión única, en un espacio privilegiado y de la mano de un creador que no necesita presentaciones ni dentro ni fuera de Álava. No será una exposición al uso. Ni en el fondo ni en las formas. Desde abril y durante cuatro meses, la Torre de Mendoza se convertirá en una gran galería de arte que acogerá la última producción del pintor Juan Arroyo, un proyecto que bajo el título de Siria mirará de frente a los efectos de la guerra, en concreto, de un conflicto tan largo y cruento como olvidado por estos lares.

Eso sí, la apuesta irá más allá todavía. La muestra será el contexto perfecto para la organización de conferencias, mesas redondas, conciertos, proyecciones y otras citas relacionadas con la temática de una serie de 20 cuadros de gran formato que empezó a tomar cuerpo hace unos cuatro años. "Llevaba un tiempo queriendo romper con lo que había hecho hasta ahora", apunta Arroyo, un impulso que se plasma en una exposición "que creo que va a ser la última que haga. Llevo más de cien y estoy un poco de vuelta", sonríe.

Bueno, en realidad será la penúltima ya que tras Mendoza -aquí, las obras no estarán a la venta-, toda la producción se trasladará a Madrid. En el caso de la torre, se ocuparán tres plantas, ya que los cuadros "son de unas medidas extraordinarias", algo que ha dificultado el encontrar en tierras alavesas un lugar donde poder mostrarlos. "En Artium, por ejemplo, había interés pero me daban fechas para dentro de dos años y yo no podía esperar tanto".

Aunque parezca mentira por el contexto, la solución apareció en el funeral de la acuarelista y grabadora vitoriana Paz Díaz de Espada. "Se me acercó una persona que me dijo que Paz le había comentado que yo estaba con un proyecto llamado Siria y que estaba interesada en verlo. Cuando vino al estudio se quedó prendada de la obra. Me dijo dónde o cuándo iba a exponer y le expliqué el problema para encontrar el lugar". Fue ahí cuando al pintor se le ofreció la posibilidad de la torre. "Fuimos a verla y me quedé alucinado. Además, vi de inmediato la conexión que tiene esta obra con la torre y pensé que era el sitio ideal", más allá de que se estén haciendo una serie de arreglos para adecuar las instalaciones, sobre todo relacionados con el diseño de iluminación interior para que los cuadros se vean en las mejores condiciones.

"Estamos pidiendo también a las instituciones que se ilumine el edificio por fuera porque si no, queda todo muy oscuro" explica el pintor, que tiene claro que la muestra va a servir también para poner en valor el patrimonio tan importante para Álava que supone este emplazamiento.

Hace un tiempo, desde una galería madrileña, a Arroyo le llegó la propuesta, a través de un amigo marchante, para afrontar un trabajo que le llamó la atención desde el primer momento. La idea era afrontar obra que tuviera una dosis de dramatismo importante; que, para ello, se realizase en blanco y negro; que, para favorecer el impacto, los cuadros fueran de gran tamaño; y que las piezas estuvieran relacionadas, que contaran una historia, que estuvieran conectadas unas con otras.

Siria es el resultado de todo ello. Es una propuesta que habla de la destrucción, de los bombardeos, de los refugiados, del éxodo de la población civil. Todos los cuadros son carboncillos en los que solo cierto apunte de rojo se cuela en alguna ocasión. Por supuesto, las obras tienen unas dimensiones destacadas y hay un hilo conductor, una narrativa que arranca con una pintura en la que se aprecia a un niño en una escuela derruida, en una clase en cuya pizarra está escrita la famosa frase es tu turno, doctor, en referencia a Bashar al-Ásad, que se supone que es oftalmólogo.

A partir de ahí, las escenas impactantes se suceden, creaciones que toman como punto de inspiración diferentes fotografías e imágenes del conflicto. "Me gustaría aportar, que la exposición sirva para sensibilizar a la opinión pública en torno a que hay unos puntos calientes en el globo en los que la humanidad se está matando entre sí, aunque no aparezcan en los medios de comunicación. El otro día leía que una guerra es un acto de odio en el que se matan unas personas a otras sin conocerse, un acto ordenado por gente que sí se conoce y sí se odia. La gente del pueblo, en realidad, no tiene nada que ver con lo que sucede", relata el autor, que pone sobre la mesa cifras escalofriantes de muertos y refugiados. "Lo que pretendo es que la gente se conciencie, que entienda lo que está pasando".

La Torre de Mendoza será testigo de todo ello, de esas sensaciones, sentimientos, conocimientos. Lo será durante cuatro meses, completando un proyecto artístico que empezó a dar sus primeros pasos hace unos cuatro años. "Incluso me vino bien el confinamiento. No salí del estudio para nada". La obra ya está terminada. Solo espera al público.

Antes de ser trasladada a Madrid, la muestra, compuesta por 20 cuadros de gran formato, estará abierta durante cuatro meses

Conferencias, conciertos y otras citas acompañarán una exposición que mira de frente a los terribles efectos de las guerras en la sociedad civil