- El futuro de Pasapalabra, que emite Antena 3 después de que en 2019 el Tribunal Supremo obligara a Telecinco a cancelarlo, vuelve a estar en manos de la Justicia a raíz de otro litigio por los derechos de propiedad intelectual de su prueba estrella, El Rosco.
En el Juzgado de lo Mercantil número 8 de Barcelona se celebró ayer el juicio por la demanda presentada por la sociedad holandesa MC&F Broadcasting Production and Distribution C.V frente a las compañías Atresmedia e ITV, en la que exige que se le reconozca la propiedad intelectual del formato El Rosco, se prohíba su emisión y se la indemnice por daños y prejuicios. De esa forma, regresa a los tribunales la disputa que desde hace más de una década mantienen productoras y medios televisivos por la emisión en España del programa, que finaliza con El Rosco. Una prueba “muy potente”, admitió ante el juez el productor que desarrolló la versión italiana del concurso, dado que el objetivo de la misma -que cierra cada día Pasapalabra al filo del telediario de las 21.00 de Antena 3- era “arrastrar al mayor número de espectadores posibles” al noticiario de Canale 5.
Pasapalabra ya fue objeto de un primer litigio que se zanjó en octubre de 2019, cuando el Supremo obligó a Telecinco a dejar de emitir el programa al perder la demanda que Mediaset España Comunicación, S.A. había presentado en 2010 contra la sociedad británica ITV. El motivo de esa demanda -explicó Mario Rodríguez, secretario general de Mediaset, que declaró como testigo- es una carta que la empresa recibió de MC&F comunicándole que ostentaba la licencia sobre El Rosco, por lo que decidió firmar un contrato con esa sociedad holandesa y llevar a ITV a los tribunales, alegando que esta no era titular de los derechos del espacio. Tras su victoria en los tribunales, ITV cedió a Atresmedia los derechos del programa y Antena 3 volvió a emitir el programa el 13 de mayo de 2020.
Cuando empezaron las emisiones, hacía dos meses que la sociedad holandesa MC&F había presentado una demanda contra Atresmedia en la que se erigía en creadora y titular de los derechos de propiedad intelectual de El Rosco, pedía prohibir su emisión y ser indemnizada por los daños y perjuicios causados, en una cifra que se concretará “a posteriori”, si gana el litigio.