Con todos los condicionantes derivados de la pandemia y las modificaciones que hubo que hacer con respecto a ediciones anteriores, el festival Viphoto pudo a finales del año pasado llevar a cabo una programación amoldada a los tiempos actuales para volver a poner en primer plano la fotografía contemporánea. De todas formas, su propuesta para este contexto tan singular no se ciñó a finales de 2020 y principios de este 2021, sino que sigue desplegándose justo ahora convirtiendo el centro de Gasteiz en una gran sala de exposiciones gracias al trabajo de Leafhopper, David Inclán y Sara Berasaluce.

En entregas anteriores, la iniciativa de la Sociedad Fotográfica Alavesa ya había apostado por hacer de las calles más céntricas un espacio para el arte, una idea que en esta ocasión propone a la ciudadanía una serie de intervenciones en el espacio público por parte de artistas que formaron parte de la última selección del festival o están vinculados al tejido fotográfico de la ciudad. Son escaparates de locales que no están en estos momentos en uso comercial los que sirven como escenario para las distintas propuestas, en torno a las cuales el día 17 se va a realizar una primera visita guiada, siendo en euskera a las 19.30 horas y en castellano 30 minutos más tarde (es necesario reservar plaza en sociedadfotografica@gmail.com).

En la esquina de la calle Dato con San Prudencio se encuentra It’s a Wonderful Life, propuesta de David Simon y Blanca Galindo, o lo que es lo mismo, Leafhopper. En origen, se trata de un fotolibro, “un ensayo visual sobre la adicción como una bella lucha por la supervivencia, la adaptación al medio y, al mismo tiempo, la subversión de este”, según explican sus creadores. Esa propuesta tiene su traslación en esta exposición que, como el resto, se producen con la colaboración del Ayuntamiento de Vitoria, Fundación Vital y Diputación.

A la altura del número 20 de Dato se encuentra Radix, del autor bilbaíno David Inclán, “una vía de exploración” realizada en el pasado lustro “que marcó un punto de inflexión y crecimiento en mi forma de entender la fotografía”, un trabajo en el que se tratan cuestiones como el paso del tiempo, el vacío, la muerte, la infancia perdida y la idea de lo primigenio.

Justo en la esquina de San Prudencio con San Antonio está Los azules del cielo, de Sara Berasaluce, “una invitación a ver lo que miramos, a descubrir todas las diferencias, a identificar cada azul, a discernir la intensidad de los amarillos en aquella pared que fotografiamos aquel día tan minuciosamente”.