- La historia del Memorial de Víctimas del Terrorismo de Gasteiz que se inauguró ayer con toda pompa y circunstancia no empezó bien. Se planteó, en tiempos de Rajoy, como un obús para utilizar en la dichosa batalla del relato. Pretendía ser un contrapeso de otras iniciativas más plurales que ya habían echado a andar o estaban en proyecto. Las personas elegidas para desarrollar y gestionar el centro tenían una amplia bibliografía presentada y casi se puede decir que una obediencia política que no disimulaban. Provenían, y ahí siguen estando, del sector más duro que alimenta filosóficamente el entramado de las asociaciones oficialistas de víctimas de ETA. Y en esas tres letras es donde está la clave porque en las mentes y en los discursos públicos de los impulsores del Memorial no cabe otro sufrimiento que no sea el provocado por ETA. O si cabe, siempre será de una categoría inferior, como si hubiera clases también en el dolor. Quien se atreviera a poner en cuestión esta máxima era acusado del tremendo vicio de la equiparación.

- Es verdad que en la concreción final, además de las víctimas de ETA, hay un lugar para las del GAL, el Batallón Vasco Español o, incluso, los grupos yihadistas. Se aprecia el esfuerzo, aun cuando tenga aroma a maniobra autojustificativa, pero sigue sin ser suficiente. Como anotaron ayer en las redes sociales personas tan poco sospechosas de connivencia con la violencia como Iñaki García Arrizabalaga o María Jauregi, no tiene ni medio pase que hayan quedado fuera víctimas como Mikel Zabaltza o los tres asesinados del caso Almería. Y son solo dos entre decenas o centenares de ejemplos. Como este cronista quiere ser positivo y propositivo, quizá el reto de futuro sea demostrar que estamos equivocados los que pensamos que la memoria representada en el centro es manifiestamente incompleta. Ojalá.

- Por lo demás, no puedo dejar de mostrar mi temor a que se haya cargado excesivamente de morbo uno de los elementos de la muestra permanente. Comprendo la idea que se quiere transmitir con la reproducción del zulo donde estuvo secuestrado Ortega Lara. Me consta que en otros lugares para el recuerdo de las vulneraciones de los Derechos Humanos hay instalaciones semejantes. Sin embargo, he visto cierta recreación, casi regodeo, en la difusión de las imágenes de las visitas de los reyes o Pedro Sánchez a la réplica. Sería bueno no mandar el mensaje de que el Memorial de Gasteiz es un parque temático donde hacerse selfis.