"Tengo claro que, como dice nuestro director Andrés Lima, el teatro va a sobrevivir a esta pandemia; no las tengo todas conmigo con respecto al cine y las plataformas". Javier Gutiérrez sabe bien de lo que habla. Ahora regresa a la escena junto a Vicky Luengo, Daniel Pérez Prada y Mónica Regueiro para componer el reparto de Principiantes, versión de Juan Cavestany sobre el mundo literario de Raymond Carver. La obra se estrena este viernes en el Principal gasteiztarra, aunque quien no tenga su entrada en la mano va a tener que esperar a otra ocasión o intentar seguir el montaje en su amplia gira por el Estado porque los pases volaron en segundos cuando se pusieron a la venta.
No en vano, al montaje está repleto de alicientes. Para empezar, el propio universo del creador norteamericano, que en este caso se traduce en el encuentro en torno a una mesa y a unas cuantas botellas de alcohol de dos parejas de diferentes generaciones que empiezan a hablar, como quien no quiere la cosa, de qué es para cada uno de ellos el amor. "Buscamos que el espectador se sienta dentro de esa conversación", apunta Lima, Premio Nacional de Teatro. La pregunta, como es evidente, no tiene respuesta o no solo una o no solo una sin matices. Para cada persona es algo distinto y algo común a la vez. "Ésta es una obra en que la que hay preguntas filosóficas y terrenales sobre el amor", desde lo más teóricamente superficial hasta cuestiones más profundas y duras como los malos tratos, la violencia, el odio y el dolor.
"El amor reconozco que es algo que me da algo de sarpullido", ríe Pérez Prada. "Son cuatro letras que resuenan muy poderosas para mí" y así se refleja también en un espectáculo en la que, como dice el actor, es necesario "un espectador de escucha activa". "Al teatro le pido más compromiso que cuando estoy delante de una cámara", añade Gutiérrez, "es un viaje muy diferente y en esta pieza encuentro esas sensaciones que espero de la escena". Así lo dice en su reencuentro con Lima, "un director arriesgado y amante de los actores" con el que lleva tantos años compartiendo camino. "En realidad nacimos juntos en el teatro", apunta por su lado un Lima que, eso sí, matiza que "antes que trabajar con buenos actores hay que hacerlo, sobre todo, con buenas personas y Javier lo es".
Más allá de que todos los implicados en esta producción destaquen el buen equipo formado a lo largo de los más de seis meses de preparación de la obra -tiempo en el que cada uno ha ido desarrollando otros proyectos-, Principiantes quiere ser una invitación al público a mirarse en el propio espejo de la vida. "El amor se expresa viviendo", resume Lima y así se traslada en una propuesta en la que, como describe Luengo, "hemos dejado los egos a un lado para poner una parte de cada uno de nosotros en esta obra".
Con estos ingredientes, Principiantes se estrena en un contexto complicado por la pandemia, con aforos limitados, problemas de movilidad, etcétera. Pero ante eso, recuerda Lima, el teatro está demostrando su capacidad para desarrollarse de manera segura y sin ocasionar brotes o problemas. "El teatro tiene un potente músculo de supervivencia. Y no hay que perder de vista que la cultura es la que nos va a salvar, también en el futuro post-pandémico", destaca el director, al tiempo que subraya que "nos tenemos que seguir cuestionando el mundo desde el encuentro, desde el teatro, desde la cultura, porque si no estaremos ante una sociedad demasiado dirigida desde las nubes de Internet".