Es un virtuoso del acordeón que compone, toca e imparte formación en el Conservatorio de Santander. Reconoce que a los ocho años no estaba muy contento en sus clases de solfeo, pero la insistencia familiar le obligó a tener una relación íntima con la música. Escogió el acordeón porque lo tocaba un amigo, pero realmente él se extasiaba cuando veía una película en la que Harpo Marx tocaba el arpa, el instrumento que se convirtió en su objeto de deseo: "Pero en Urretxu arpas no había, así que me olvidé y me quedé con el acordeón", señala ahora riendo.

El acordeón no es un instrumento musical que se escoja con frecuencia cuando se empieza a estudiar música...

Depende de dónde vivas. Yo crecí en Euskadi y en los años 80, tiempos de transición, había un gran auge de todas las músicas. En mi zona el acordeón era un instrumento muy popular. Podemos recordar que en los años 70 Enrique Celaya vendió miles y miles de discos. En los montes donde crecí, el acordeón estaba muy dentro de nuestra alma, por no hablar de la trikitixa.

¿Enamorado desde niño del instrumento?

No, no lo creas, lo mío no fue muy vocacional. Empecé a estudiar solfeo a los ocho años y no me gustaba la música, pero me obligaban a ir a clase. Hasta los doce años no elegí instrumento, y escogí el acordeón porque lo tocaba un amigo mío, así que como puedes ver, el acordeón no era nada raro en el micromundo en el que yo vivía entonces y por eso llegué a él.

Siempre hemos relacionado más a este instrumento con música de fiesta que con una orquesta.

Desde que empecé tenía claro que había que hacer con el acordeón todo lo contrario a lo que hasta entonces se había hecho. Si quería hacer carrera en la música, la única manera era buscando otros caminos diferentes. Tuve mucha suerte porque desde chavalín tuve muy buenos profesores. Con la caída del Muro de Berlín, mi profesor trajo a un catedrático de Moscú, lo llevó a Hondarribia a dar clases, me dio un montón de clases gratis y me hizo tener unos sentimientos diferentes por el acordeón. Tuve una suerte inmensa, porque ese hombre fue uno de los primeros en introducir el instrumento en la música contemporánea.

¿Y le deslumbró?

Podría decir que sí. Y también lo empecé a ver en orquestas. Con 14 y 15 años se me aproximaron muchas cosas de manera natural, sin buscarlas yo. Llegué a los 20 años con una formación y unas perspectivas que quizá no eran las más usuales, pero que me han dado las herramientas necesarias para desenvolverme en el mundo musical y buscar ese camino que necesitaba para poder transitar por él con cierta comodidad.

¿Hay repertorio suficiente para tocar el acordeón en una orquesta?

No, y ese precisamente fue uno de los acicates para hacer lo que he hecho. Con 20 años gané el concurso de Juventudes Musicales, cuyo premio era tocar con la Orquesta Sinfónica de Televisión Española. El concierto se emitió en La 2 y a través de Radio Clásica, y fue la primera vez que un acordeonista tocaba con una formación sinfónica en España. El problema en este concierto fue el de encontrar partituras que pudieran permitir la presencia de un acordeón.

Pero las encontraron, ¿no?

Sí, y no veas, fue toda una odisea porque llegaron el último día. En aquel entonces no había internet y conseguir partituras era muy complicado.

Y a usted, ¿no le gustaba componer?

Claro que sí, componer es algo que nos apasiona a muchos músicos, sea cual sea el instrumento que toques. Yo componía mis pequeñas cosas, pero no me atrevía a enseñarlas en público. Después, animado por la necesidad y también por gente que me apoyaba, empecé a componer y a mostrar mis creaciones.

Parece que esa falta de repertorio es lo que le ha encumbrado a usted.

Puede verse así, porque puedo decir que la escasez de piezas para poder tocar el acordeón con otros músicos fue lo que me empujó a escribir. Eso ha sido lo que me ha abierto muchas puertas y me ha permitido viajar por todo el mundo. El reconocimiento que estoy teniendo en los últimos años es por la música que hago.

¿Cuesta llegar al punto en el que se encuentra actualmente?

Ha sido todo un poco como sin querer y con muchas coincidencias, aunque de una manera muy natural. También hay mucho trabajo detrás, nada es tan circunstancial como creemos.

Ejerce de profesor de acordeón del Conservatorio de Santander.

La docencia es algo que me gusta mucho y soy feliz enseñando a todo el que quiera a tocar un instrumento que amo tanto.

Pero los conservatorios son lugares que parecen muy rígidos y con unas normas severas. Sin embargo, el acordeón parece que, por su alegría, rompe con esa severidad.

Ja, ja, ja€ Sí, un conservatorio puede desprender esa severidad de la que hablas, pero también veo que en los últimos diez años se están rompiendo muchas barreras. Fíjate, cada vez es más normal que en los conservatorios se escuchen músicas de bandas sonoras, rock y otras músicas, cosa que antes no ocurría. A pesar de su nombre, los conservatorios se van abriendo a las músicas nuevas. Sí que es cierto que el acordeón puede ser un elemento extraño en ese mundo, pero yo me encuentro un poco libre de prejuicios.

¿Resulta más libre?

Puede verse así. Con otros instrumentos tienes esa carga histórica del repertorio que has de hacer sí o sí, mientras que en el acordeón estamos un poco más libres. En esa libertad te puede ser más fácil perderte y puede resultar fantástica para buscar músicas maravillosas.

¿Se puede sorprender más que con otros instrumentos?

La gente no se espera habitualmente lo que le damos con el acordeón, así que resulta muy fácil sorprender. Todas las limitaciones del instrumento yo me las tomo como un campo abierto para instaurar nuevas vías y experimentar con nuevos sonidos.

Hay muchos acordeonistas, pero pocos que sobresalgan tanto como quienes tocan un piano, un violín o una guitarra, por ejemplo.

Sí que hay acordeonistas muy reconocidos. Personalmente me gusta componer, enseñar y tocar, y es bonito que te reconozcan como un pionero. Sé que tengo equivocaciones, pero estoy muy contento por todos mis aciertos.

Parece que países como Rusia, China o Japón se vuelven locos por oírle tocar, porque se ha recorrido el mundo con un acordeón bajo el brazo.

En esos países y en otros se aprecia mucho la música de mi instrumento. He dado clases en los conservatorios de Moscú, Varsovia, Praga o Pekín, por todo el mundo. Y no solo es dar clases; para mí, poder trabajar con alumnos que están fuera de mi entorno es una fuente de conocimiento. Ver que el acordeón tiene una salud muy buena en lugares tan lejanos a nosotros me llega muy dentro. Es que en esos sitios hay jóvenes que hacen verdaderas maravillas tocando el acordeón.

¿Nunca pensó en elegir otro instrumento?

Yo quería el arpa€

¿El arpa?

Ja, ja, ja€ A muchos les sorprende, pero yo era un enamorado de las películas de los hermanos Marx.

¿Quería ser como Harpo?

Más o menos, y cada vez que él se ponía a tocar el arpa me quedaba embelesado, pero en Urretxu arpa no teníamos, así que fue un instrumento que descarté. Con 17 y 18 años nos juntábamos los amigos a hacer un poco el tonto al lado de casa y tocaba el bajo con un grupo de punk. Mi primer disco fue de ese tipo de música y cantando en euskera. Recuerdo que fuimos número 1 en toda Euskadi.

Pero no siguió por ese camino de juventud.

El bajo lo dejé enseguida. Fue divertido, pero la aventura duró poco tiempo. Desde entonces he estado unido al acordeón.

Para muchos, ese instrumento lleva a la mente a María Jesús y sus Pajaritos. ¿Fue buena o mala esa repercusión?

Ja, ja, ja€ La verdad es que con eso hay muchos prejuicios y que mucha gente rechaza lo de los Pajaritos y le culpa a ella de la imagen que tiene el acordeón.

Pero, ¿qué piensa usted?

Prefiero culparme a mí. Si la imagen que mucha gente tiene del acordeón es la de María Jesús, no es ni por culpa ni por méritos de ella; es porque ningún otro acordeonista ha hecho nada que llegue a tantos millones de personas. Si alguno hubiéramos hecho alguna cosa de calidad con tanta repercusión, ella sería una más y la gente no se acordaría de María Jesús. A mí no me gusta su música, pero no tengo nada en su contra. También hay que reconocerle que muchos niños empezaron a tocar el acordeón por ella.

¿Ha tocado alguna vez los Pajaritos

No, creo que no.

Dice que al principio, cuando estudiaba solfeo, era una obligación, no una devoción. ¿Qué piensa que le ha dado la música a lo largo de los años?

Me lo ha dado todo. No puedo decir más que la verdad, y esa es que la música me lo ha dado todo. Disfruto en un concierto, disfruto dando clases, he tenido la suerte de viajar por todo el mundo, he conocido a muchísima gente, he vivido experiencias maravillosas en lo personal, incluso más que en los musical. Me gano bien la vida con algo que me gusta mucho. Sobre todo, lo que más me ha dado es que he podido llenar mi vida. Es una pasión tan grande.... Y es maravilloso vivir la vida con pasión. El acordeón me permite vivir con pasión.

Pues no siempre un trabajo produce pasión; a veces solo es supervivencia.

Pues personalmente, después de conocer la pasión de la música, de mi trabajo, no sé si podría vivir solo por supervivencia. Esa pasión que tengo hace que me levante todos los días de la cama con ganas de superarme a mí mismo y con ganas de disfrutar.

Vamos, que ha encontrado el tono justo de su vida.

Puedo decir que sí. Es maravilloso vivir de algo que amas tanto, y me lo paso tan bien cada vez que toco o piso un escenario que no me imagino que la vida pueda vivirse sin pasiones intensas.

Empezar con seis u ocho años solfeo podía resultar odioso, y teniendo en cuenta que era la puerta para acceder a un instrumento, muchos no continuaron. ¿Se utilizan hoy los mismos métodos?

Como en todas las disciplinas, la pedagogía musical se adecúa a los tiempos, así que ha cambiado una burrada, como también ha cambiado la forma de estudiar matemáticas o física. Ya no se estudia de la misma manera, ni de lejos.

¿Cree necesario el solfeo como base?

Ayuda muchísimo. He tocado con genios del rock, del flamenco, con grandes músicos que tocaban de oído y lo hacían de forma magistral y con muchas ganas de superarse. Yo les envidiaba por tocar por intuición y ellos me envidiaban por todos los conocimientos que tengo. Los de los conocimientos clásicos somos capaces de escribir todo lo que tocamos; yo pienso en notas, en corcheas, semicorcheas, negras... Al final, el solfeo te permite comunicarte con los demás. Yo llego a una orquesta, reparto papeles a ochenta personas y saben lo que tienen que tocar.

Se ha asentado en Cantabria, ¿no echa de menos Euskadi?

Todo el rato. Siempre he querido vivir en Euskadi, pero hubo un momento en el que tuve que elegir. No me he marchado muy lejos e intento volver a casa siempre que puedo. Una parte de mi familia sigue allí, y aquí estoy yo, en Santader, con mis hijas, todo el rato hablando en euskera.

¿Tocan el acordeón sus hijas?

No, no. Yo quiero ser su padre, no su profesor.

PERSONAL

Edad: 44 años.

Lugar de nacimiento: Urretxu (Gipuzkoa).

Formación: Estudió solfeo desde los ocho años y después se formó como acordeonista. Estudió con Javier Ramos, Thierry Paillet y Friedrich Lips, y finalizó los estudios superiores de acordeón en el Conservatorio de Vitoria con premio de honor.

Inicios: Cuando era muy joven grabó un disco de música punk junto a unos amigos. Él tocaba el bajo. Esa aventura no duró mucho y ya se hizo al acordeón, un instrumento que entonces no contaba con mucho repertorio para formar parte de una orquesta.

Trayectoria: A los 20 años tocó por primera vez con la Orquesta Sinfónica de TVE, y también era la primera vez que un acordeón sonaba en una orquesta española. La revista neoyorquina especializada Accordion Stars le ha señalado este año como el sexto acordeonista más querido y seguido del mundo, justamente detrás de Richard Galliano, su ídolo.

Otras músicas: Su inquietud musical le ha llevado a aprender de variados estilos (música clásica, contemporánea, tango, jazz, folk, flamenco, fado...) y ha ofrecido conciertos en países como China, Irán, América y Europa, en solitario, en cámara y con músicos como Paquito D'Rivera (Premio Grammy), Jorge Pardo (Mejor músico europeo de jazz 2013), Ara Malikian, Luis Auserón (Radio Futura), La Mari (Chambao), Malevaje, Carmen París, India Martínez, Javier Peixoto (Madredeus), Pablo Zinger, Iñaki Salvador, Germán Díaz, Baldo Martínez, José Luis Montón, Jesús Prieto, Carlos Soto (Celtas Cortos), Joao Afonso, Borja Barrueta, Javier Ruibal, Diego Vasallo (Duncan Dhu)...

Trabajos discográficos: Tiene una treintena de trabajos y ha publicado siete CDS propios, entre los que destacan ilunaBar (nº1 del Top Gaztea de Radio Euskadi en 2002), Tangosophy (en torno a la filosofía musical de Astor Piazzolla), Malandro Club, fusión de jazz, folk y tango con el trompetista Alberto Vaquero y el contrabajista Javier Mayor (con colaboraciones de lujo como Jorge Pardo, Iñaki Salvador o Borja Barrueta), y ELE! Lorca-Lauaxeta, banda sonora de la obra teatral homónima.