i algo nos han enseñado las pelis americanas es que las penas se quitan con una tarrina gigante de helado. Hubo un tiempo en el que esto no era posible porque aquí las tarrinas eran minúsculas, el equivalente a un helado de cucurucho. Luego, ya nos hicimos más yankis y, casi al mismo tiempo que se agigantaban los botes de palomitas y bebida del cine, llegaron los helados XXL al supermercado para tener siempre en el congelador. Y llegó el reinado de los Ben&Jerry’s, que a mí siempre me han sonado al gato y al ratón, y los Häagen-Dazs, ambos con sabores y trocitos sofisticados, que rápidamente convertimos en un excelente quitapenas. Son helados que si tuviera que pedirlos en voz alta no los compraría pero como solo hay que cogerlos, a la saca. Hoy, dicen los que saben, que nos zampamos 2,36 kilos de helado por persona y año en la CAV y casi un kilo más en Navarra, aún lejos de los 4,16 kilos que se zampan en Baleares. Mi sueño, desde crío, es un helado de ese tamaño. Hay mercado. J. Gorriti