Vitoria - Hay algo que en teoría no encaja. Cuando la casualidad se empieza a repetir demasiadas veces, deja de ser tal. Eso sucede esta vez. Es verano en Málaga. El trabajo diario está lleno de sucesos que reclaman la atención inmediata, pero entre esa amalgama de casos por atender, hay una serie de fallecimientos a los que no se está prestando atención, muertes que se clasifican como naturales o suicidios que, sin embargo, esconden algo más. O no. Eso es algo que tendrán que descubrir quienes se asomen a la nueva propuesta literaria del escritor y articulista gasteiztarra Jesús María Sáez (también conocido como Txusmi Sáez), un Poniente que ya es una realidad palpable. De hecho, se encuentra disponible en Amazon (donde el título ha sido seleccionado para tomar parte en su concurso literario dirigido a los escritores independientes), aunque también se pueden conseguir ejemplares físicos en la librería Mara-Mara.
“Lo que busco siempre cuando escribo es que el final de lo que hago sea imprevisible. Y creo que lo he conseguido en este caso. Lo que más me gusta de los primeros comentarios que estoy recibiendo es que la gente me hablan de que el libro se les queda corto, que quieren leer más”, apunta Sáez a la hora de adentrarse en esta historia protagonizada por Aitor, un ertzaina de Bilbao que tiene un pasado un tanto tormentoso que le persigue, por lo que decide romper con todo. “A través de lo que se llama la pasarela, entra en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, en la Policía Nacional y decide irse al otro lado del mapa, a Málaga. Allí quiere entrar en la Judicial porque él es un investigador pero en un principio, le meten en Seguridad Ciudadana, en una patrulla, para que conozca el terreno. Y le asignan una compañera, una cordobesa genuina”. Ambos le sirven al escritor para mostrar el trabajo diario de los agentes, basado en hechos reales, aunque en algunos casos parezca increíble. “Todas las actuaciones son auténticas. Están adaptadas a la novela pero son reales. Para eso he tenido colaboración total por parte de la Policía Nacional. He ido a las comisarías de Málaga y Córdoba, y me han ayudado mucho. Además, yo he estado muchos años en Emergencias, en el 112, y sé que muchas veces la realidad supera con mucho la ficción”, sonríe el autor.
En ese ir y venir entre las ocupaciones diarias es donde el ertzaina va encontrando casos ya cerrados que no terminan de encajarle. “Se encuentra que hay una relación extraña entre una serie de hechos. Pero están en pleno verano, en Málaga, con la Policía saturada, haciendo horas extra en el servicio y ni los jefes ni los jueces de allí quieren complicarse más la vida”. A partir de ahí ya es cosa de los lectores.
“Cada vez me siento más seguro escribiendo, con más evolución, y en este caso planteo un libro con mucho ritmo, una novela trepidante con una acción continua”, dice, al tiempo que tiene claro que una de sus preocupaciones principales con esta propuesta es que no hubiera fallos técnicos con respecto al trabajo policial. “No es un libro para poner en un pedestal a la Policía, ni lo contrario. Habla de personas normales y es una novela para aterrizar en la realidad de esas personas normales”, más allá de que el papel del escritor pase por “llevarte por unos senderos en los que creas que me ves venir pero...”, deja caer Sáez, que asegura que “en esta línea de literatura policiaca me siento muy cómodo y es algo a lo que me gustaría enfocarme más en un futuro”.
De hecho, el autor ya está trabajando en la segunda parte de su anterior novela, Siberia, que en este caso llevará el título de Kazajistán. Entre medio, cabe recordar que Sáez ha tomado parte en el libro colectivo 39 saltos sobre el charco, impulsado por la Fundació Pere Tarrés, una publicación de carácter solidario a la que aportó un relato, sin perder de vista la edición de Historias del autobús, nacido de sus años de experiencia al volante.