Vitoria - Puntualidad británica. A las diez de la mañana, el escenario del Jesús Ibáñez de Matauco, ubicado en el centro cívico Hegoalde, es ya un hervidero. En teoría, la jornada de ensayo tiene que durar hasta las ocho de la tarde, con el perceptivo descanso para comer. “Aunque, bueno, a veces estiramos un poco más”, confiesa Elías Benito-Arranz. Es la segunda vez que el barítono responde a la llamada de la compañía alavesa Arké para participar en una de sus producciones. La primera fue en 2016 con La flauta mágica. Ahora es la versión de L’Elisir d’amore la que tiene la culpa de este regreso. “Tengo esperanzas de ver algo de Vitoria en un momento dado, pero por ahora lo veo complicado, igual que el año pasado”, ríe.
Tanto él como Miren Urbieta-Vega, Marc Sala, Mikel Zabala y Ana Gabriella Schwedhelm llevan desde el pasado fin de semana puliendo los detalles de un montaje que se estrenará los próximos días 17 y 18 en el Principal (las entradas están a la venta por 35, 25 y 18 euros), y que tendrá una adaptación para el público familiar que se podrá disfrutar el 19 en el mismo escenario de la calle San Prudencio (en este caso, los pases que quedan se pueden adquirir por un precio único de 6 euros).
Sobre las tablas, sus cinco voces se unirán a las de los 70 coralistas de Nurat y Samaniego que también forman parte de la obra, agrupaciones que, por su parte, llevan preparando esta adaptación de la ópera de Donizetti desde enero. Y, por supuesto, no faltarán los componentes de la Gasteiz Ganbara Orkestra, aunque en estas jornadas previas de ensayo en el Ibáñez de Matauco su espíritu recae solo en las manos de la pianista Joana Otxoa de Alaiza. “Está siendo un maratón intensivo que requiere de mucha concentración. Pero la verdad es que esa exigencia se da en un ambiente muy bueno”, describe Benito-Arranz.
Iker Sánchez, el director musical, llama al orden. Hay que empezar el ensayo por una parte en concreto. Schwedhelm y Sala están sobre las tablas preparados para intervenir. Él tiene diferentes partituras distribuidas sobre el piano. Mikel Gómez de Segura, codirector escénico, va y viene dando indicaciones mientras Josean de Miguel, su compañero en estas lides, observa desde fuera. Zabala escucha. Benito-Arranz estudia. Y Urbieta-Vega repasa lo que está suponiendo este principio de año para su agenda. No en vano, la soprano viene de intervenir en la versión que de Don Giovanni se ha representado en el Euskalduna bilbaíno dentro de la programación de la ABAO, a lo que se han sumado dos conciertos consecutivos y diferentes en el marco del festival Musika-Música. “Al final, en esta profesión como en todas, hay veces que las cosas vienen todas juntas”, sonríe. “Están siendo momentos intensos en los que tienes la cabeza llena de partituras y hacer el cambio de chip no es sencillo”, explica la también profesora del Conservatorio de Música Jesús Guridi, aunque para afrontar los proyectos actuales ha solicitado un permiso sin sueldo.
Eso sí, sus alumnas en el centro gasteiztarra están acudiendo esta semana a Hegoalde para asistir como oyentes a los ensayos. “Es una gran oportunidad poder ver desde dentro cómo se monta una obra desde cero. Están viendo cómo ensayábamos en el piano con el maestro, cómo Mikel nos explica las escenas, cómo nos equivocamos o no, cómo hablamos sobre el personaje... Es algo que me parece muy importante porque con una hora semanal de clase no puedes llegar a transmitir todo esto”, la necesidad del trabajo previo e individual y, después, lo que supone la labor conjunta con el resto de compañeros y directores.
Tanto el barítono como la soprano coinciden al señalar que esa relación con los directos musicales y escénicos varía mucho dependiendo de las personas, los caracteres y los papeles. “Lo importante es llevar una propuesta de personaje y, al mismo tiempo, estar abierto y ser permeable ante, por así decirlo, la otra parte”, relata Benito-Arranz.
Así lo han hecho en este caso, en una ópera cómica en la que dan vida a Adina y Belcore, a dos de los protagonistas de un L’Elisir d’amore que Arké mira con sus propios ojos con la idea, como desde el principio de su actividad, de atraer a los teatros a nuevos públicos. Para conseguirlo, “lo que necesitas es tiempo, confianza por parte de las instituciones y una sala como el Principal”, señala el barítono, quien pone en valor el trabajo que está haciendo la compañía alavesa en este sentido. “Estar aquí de nuevo es volver a trabajar con un equipo humano que está haciendo una labor impresionante, una labor que hace mucha falta”, también de cara a los más pequeños.
De todas formas, no hay que interrumpir más. Ainhoa Barredo, que hace las veces de regidora, mira varios papeles mientras que el productor ejecutivo Jose Rafael Ruiz de Azúa sigue cuadrando las piezas de un puzzle que parece interminable. Después de las representaciones de Gasteiz tocará ir a actuar a Arrasate. Y es probable que después haya más actuaciones. Pero... silencio... el ensayo sigue.