Las pasadas navidades pudo estar algunos días en casa. Aún así, son ya cuatro años lejos de Gasteiz. Por eso, cuando el Hessisches Staatsballett actuó el miércoles por la noche en el Baluarte de Pamplona, representando La Cenicienta, parte de su familia se trasladó hasta la capital de la comunidad foral. Ayer, la gira que la compañía está realizando por la península -y que se inició en Santander- dejo atrás tierras navarras para llegar hasta Valladolid, última parada del tour. “Como vamos a estar tres días, van a venir también mis padres y así podemos estar juntos un poco más, que ya casi no les veo”.

Fue en 2013 cuando Jorge Moro Argote hizo las maletas. Vitoria, sus amigos, sus familiares, sus años en el Conservatorio de Danza José Uruñuela... dieron paso a una nueva vida en Alemania. Las instalaciones de la Frankfurt University of Music and Performing Arts le esperaban para seguir formándose realizando el grado universitario de danza clásica y contemporánea. De hecho, ahora está en su último curso, desarrollando la tesis con la que poner el broche a un periodo en el que, por supuesto, no ha parado de actuar dando vida a coreografías, por ejemplo, de Regina van Berkel y Marguerite Donlon, entre otros.

Con todo, el pasado otoño, y tras realizar una audición, apareció la posibilidad de trabajar en el Hessisches Staatsballett, la compañía de danza del Staatstheater Darmstadt y la Hessisches Staatstheater Wiesbaden (Ópera Estatal de Hesse). “En principio, me escogieron para tomar parte en la producción de Sueño de una noche de verano. Yo estaba encantado porque sólo por eso merecía la pena todo”, apunta el intérprete gasteiztarra. Sin embargo, el trabajo con la formación dirigida por Tim Plegge estuvo más que a la altura puesto que “me ofrecieron quedarme; les gustó lo que hice y ahora tengo un contrato para, por lo menos, estar hasta junio”.

“Encontrar trabajo significa libertad. De hecho, poder ser bailarín profesional es como un sueño hecho realidad” que se traduce, por ejemplo, en la actual gira por la península, pero también en la posibilidad de estar en contacto con otros coreógrafos “muy importantes” que la compañía invita para tomar parte en distintas producciones. “De todo aprendes, de cada momento. La verdad es que estoy disfrutando mucho de estos meses y lo pienso hacer así hasta junio”.

Entre tanto, hay que terminar la tesis y cerrar los estudios. Qué sucederá después, ya se verá. Tal vez, el Hessisches Staatsballett quiera seguir contando con él. Tal vez se abran otras puertas, como ha pasado con ésta. “Mi intención, en un primer momento, es quedarme en Europa, moverme para seguir creciendo en todos los sentidos y poder ganarme la vida, aunque no descarto ir a América, porque también allí hay compañías que me parece que pueden ser interesantes”. Además, partiendo de la base de que “la vida profesional de un bailarín no es muy larga”, el artista vitoriano apuesta por desarrollar su faceta como coreógrafo.

Poco a poco. Por ahora toca actuar en Valladolid y después regresar a Alemania. “Con casi todo el mundo tanto en la compañía como en la universidad la relación es en inglés, aunque voy aprendiendo el alemán. Ahora mismo no puedo mantener mucho tiempo una conversación sobre filosofía, pero sí cuando compro el pan”, ríe. Eso sí, aunque esté lejos, no se olvida de la capital alavesa y de sus años en el Conservatorio de Danza José Uruñuela. “Tuve muy buenas vivencias. Claro que fue duro, compaginar aquello con el bachillerato nocturno y todo lo demás... Pero tengo unos recuerdos muy buenos y hay gente, como mi profesora Elvira, que llevo en el corazón”.

Pero más allá de lo emocional, Moro Argote tiene claro que “si te quieres dedicar a la danza, el José Uruñuela es un muy buen lugar para formarte. Allí me dieron la base suficiente para poder crecer y tener la oportunidad de actuar en ciclos como Vital por Álava o en las galas del Principal fue algo muy importante para coger confianza y aprender lo que es encontrarte con el público”.