Hay efemérides que invitan a celebrarlas. Es el caso de Gernikako Arbola, canción reconocida como himno que cumple 170 años. Iparragirre recorrió Europa con su guitarra y supo que desde los tiempos de Rousseau se tuvo al roble vasco como expresión de sabiduría de un pueblo que sabía gobernarse a sí mismo en acuerdo fraternal. “El árbol de los hombres libres”, describían Rousseau y Wordswort.
Iparragirre participó en la llamada “primavera de los pueblos” de la revolución de 1848 en Francia, donde se veía plantar árboles de libertad. “La revolución se hace con los cantos y con los árboles”. Y por qué no usar un canto a un árbol emblemático de nuestro pueblo, se preguntó; y así se gestó pocos años después Gernikako Arbola como himno de las libertades vascas y de la fraternidad de los pueblos.
El gobierno francés le echó de Francia cuando cantaba La Marsellesa, y de vuelta por su largo exilio europeo llegó inspirado por lo acontecido en Francia donde extrajo lo que allí vivió. Los pueblos son para nosotros hermanos y los tiranos enemigos”, afirmaba. Hubo un tiempo en el que Gernikako Arbola, canto de las libertades, fue también prohibida en España a riesgo de sufrir destierro, como así fue. Se dice que en medio de las convulsiones se crean las mejores obras, y así creó y entonó su Gernikako Arbola, primero en Bilbao y más tarde Madrid, donde se expandió como nuevo renacimiento.
Iparragirre era sabedor de la larga historia y profundo simbolismo que precedía a su tiempo. Autores del renacimiento como Tirso de Molina 1579-1648, remarcaban:
El Árbol de Gernika ha conservado / la antigüedad que ilustra a sus señores / sin que tiranos le hayan deshojado, / ni haga sombra a confesos ni a traidores.
Y nombres ilustres más contemporáneos ya lo remarcaban:
*Unamuno 1888 “¡Por el mundo señores, por el mundo quería que se extendiera el fruto del árbol de libertad!”.
*1893. Benito Pérez Galdós. “Si queréis que en un vascongado se despierte una especie de frenesí patriótico, haced que oiga el famoso zortzico”.
*1894. Antonio Machado: “Aquí rompen la enseña nacional al son del Gernicako Arbola”.
*1894. Sabino Arana y Goiri. “Pamplona. Entonamos repetidas veces el inmortal himno del insigne Iparraguirre, el glorioso Gernikako Arbola.
*Tomás Meabe (1879-1915). Fundador de las Juventudes Socialistas. “El Gernikako Arbola y La Internacional son nuestros: son dos eslabones de una cadena”.
*1918. Indalecio Prieto. Dirigente socialista. “Bastará que recordéis cuál era el canto que simbolizaba el espíritu de las provincias vascongadas, el Gernikako Arbola, el árbol de Guernica”.
*1980. Dolores Ibárruri, Pasionaria: “Es el canto de los vascos. La canción nacional de los vascos: el Gernikako Arbola”.
*1980. Jean Louis Davant. “De este canto patriótico, creado por un poeta en honor del árbol de las libertades vascas, el pueblo de las siete provincias ha hecho espontáneamente el himno nacional de los vascos”.
* 1983. Carlos Garaikoetxea. Lehendakari. “Me avine a lo que decía el partido, entre otras razones porque de esta manera el Gernikako Arbola quedaba libre como himno de todos los vascos”.
1990. Manuel Vázquez Montalbán. Escritor. “El símbolo musical de la patria vasca”.
Y aun en estos tiempos donde se aúpa lo inminente y se relega la historia y su significado, aquí le tenemos, 170 años después, renaciente, viendo pasar el tiempo y conviviendo pasado, presente y alimentando el futuro con sueños eternos de aires de libertad.
Todos conocemos la primera estrofa, que es la que le convierte en singular himno, pero hay una estrofa que obsequió su amigo Arrieta Mascarúa al bardo de Urretxu de camino hacia el destierro, donde remarca la historia:
“Árbol, tu vista despierta
¡Cuántos recuerdos de gloria!
Tu nombre abarca una historia,
Un mundo encierra en ti.”
Y así es, “un mundo encierra en sí”: su sentir democrático, su proclama de justicia, su amor a la tierra, su símbolo de libertad, su idea de unidad y sentimiento fraternal, su historia y actualidad, su recuperación de valores, su emotividad y animosidad, su solemnidad, su fuerza y permanencia, su raíz al viento y expresión de apertura al mundo.
No sé qué más puede tener una canción que ya fue himno para seguir siéndolo. Se ha dicho muchas veces que un himno ha de expresar y remarcar quiénes somos y lo que somos. Por un lado, una historia larga y significativa, llena de simbolismo, que tiene un alcance sociológico muy amplio y que debería ser señal de que es aceptada y elogiada por personas de diferentes ideologías.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que, al igual que el idioma, los símbolos del pueblo necesitan diversidad y que no pertenecen a un partido ni a otro, sino al pueblo. Con la mirada más larga, debe contener en sus entrañas la expresión de la historia al futuro. Interiormente, lo que consideramos el himno de Euskal Herria también se considera un himno legal en la diáspora.
Y, en ese anhelo y objetivo de que todas las sensibilidades vascas fomenten, subrayando que los himnos oficiales aceptados en la comunidad autónoma vasca y Navarra sean y serán plenamente respetados. Hay, por tanto, miles de adeptos en modo transversal en favor de Gernikako Arbola y hay dónde y cuándo cantar juntos.
De momento, en un día de unión entre iguales y diferentes para reivindicar como himno vasco, nos encontramos en este significativo 170 aniversario el pasado 26 de noviembre en Urretxu, lugar de nacimiento del bardo universal que expandió nuestro fruto por el mundo.
Cantautor