El dulce aroma de las pastelerías solía inundar las calles de Gasteiz, convirtiéndolas en auténticos templos del azucarado gusto. Sin embargo, en los últimos años hemos sido testigos de la triste desaparición de muchas de estas emblemáticas tiendas. Nombres como Alberdi, Hueto, Amaia y, más recientemente, Los Artesanos en la calle Badaia, dejan un vacío en el corazón de los golosos habitantes de nuestra ciudad. A pesar de sus recetas familiares y su dedicación a la calidad, no pudieron resistir los embates del mundo de los negocios. Y, para empeorar las cosas, hemos visto cómo varias cadenas y franquicias de “pastelería rápida” han irrumpido estos últimos años con fuerza, relegando a los negocios tradicionales.

Es cierto que las comparaciones son odiosas, pero para los paladares más exigentes no hay punto de comparación: nuestras pastelerías tradicionales producen obras de arte, mientras que las franquicias se limitan a productos en serie. Son como coloristas esculturas frente a simples figuras prefabricadas.

Pero a pesar de la adversidad, todavía existen valientes pastelerías dispuestas a desafiar la corriente, derrochando creatividad en cada creación. Goya, La Peña Dulce y Sosoaga lideran el camino, manteniendo viva la llama del goloso placer culinario en nuestra ciudad. Estos establecimientos han logrado adaptarse a los tiempos cambiantes, como un pastel que se ajusta al molde perfectamente. Han sabido mantener vivos los sabores tradicionales, creando un equilibrio entre la nostalgia y la innovación. Son verdaderos artistas de la harina, el azúcar, el huevo y la mantequilla, que esculpen los ingredientes con maestría, realizando sus tributos al arte de la repostería.

Ahora, tirando de su ingenio, nuestros pasteleros quieren endulzar el paso del Tour de Francia por Gasteiz con un postre especial. Imaginemos un eclair amarillo brillante como un maillot de líder, pero sin el clásico chocolate o caramelo. Aquí, hacemos las cosas a nuestra manera. Utilizando fondant blanco, lima y limón, han logrado crear un color tan especial y llamativo como el maillot amarillo que distingue al Tour.

Sin embargo, no debemos tomar a la ligera la situación actual de las pastelerías en Vitoria-Gasteiz. Es hora de dejar de lado las preocupaciones calóricas y las restricciones dietéticas, y entregarnos al placer de saborear cada bocado como si fuéramos niños comprando golosinas en una tienda de caramelos, pues nuestras pastelerías también son custodias de una parte importante de nuestra cultura gastronómica. Cada visita a nuestras pastelerías es una oportunidad para preservar y mantener viva la tradición de la repostería. No debemos subestimar su valor, ya que forman parte de nuestro “patrimonio inmaterial”.

Y, en medio de la tendencia actual de crear museos de todo tipo, ¿por qué no soñar con un museo del dulce, con paredes y techos de chocolate, donde podamos apreciar y disfrutar como niños de estas maravillas culinarias en todo su esplendor?