Pues eso digo, que a va a ser complicado cerrar un acuerdo de Gobierno antes de las elecciones del 23, con los Sanfermines de por medio, además, y el trajín de estos días, quién piensa en negociar, cuando una servidora ya anda buscando la ropa blanca en el fondo del armario, dónde dejé el pañuelo, si hasta tiene rastros de chipirones, y sin haber vendido todavía el abono, que a mí con ver una corrida me basta y me sobra, cada año saco menos, normal, menudo coñazo, y todavía no he llevado la falda plisada a la tintorería, que también le cayó lo suyo el año pasado, para que luego digan que el verdejo no deja marca, y a lo mejor la tengo que lucir en el acto de comienzo de campaña, o quizás en el de cierre, no sé, a mí lo que me digan de Madrid, aunque los de aquí también vayamos a poner nuestro acento, nuestra marca, que se enteren que somos plurilingües, que sacamos propaganda en ocho idiomas, que igual en julio son diez, castellano, inglés, francés, alemán –sobre todo alemán–, portugués, italiano, búlgaro, rumano y mandarín, ah, ¿que me falta uno? claro, el bengalí, ¿o quizás el hindi? que una no puede estar a todo, Alzórriz ayúdame, que esto es de locos, cómo voy a negociar así, que todavía no he pasado por la tómbola, a ver qué toca, si tendré que reunir boletos o directamente iré a sorteo, que este año me da la impresión de que lo tengo peor que hace cuatro, que hay mucha cara seria, y no lo digo por ti, Remírez, no me tuerzas el morro, que llega el 23, nos damos la hostia, y ya está llamando Cerdán, oye María, que hay cambio de planes, prepárame una moción de censura, ¿en Castejón? no, en Pamplona, porque la izquierda y tal, o a lo mejor es lo contrario, con hostia o sin hostia, que le cuelgues a Barkos y que le llames a Esparza, porque España y tal, que esto es un sinvivir y está todo muy complicado.