ada apuntaba a que yo iba a ser la puta de todos y de todas, porque no solo lo somos de los proxenetas y de los puteros, lo somos de toda una sociedad que prefiere mirar hacia otro lado". La frase es de Amelia Tiganus en una entrevista a la BBC. Esta mujer rumana fue violada cuando tenía 13 años por cinco hombres en su país, vendida por 300 euros y prostituida en 40 prostíbulos de España. Hoy abandera una lucha admirable contra la trata de mujeres quienes, al igual que ella, estuvieron atrapadas, o lo están todavía, en un pozo en el que se ahogan poco a poco mientras quienes las explotan se enriquecen, quienes las usan -esa es la palabra- se divierten y el resto nos encogemos de hombros. Mujeres prostitutas cuando en realidad -escuchaba a la periodista Naiara Pinedo esta semana- son mujeres que son prostituidas. Parece lo mismo, pero no lo es.
Hasta encontrarme con Amelia Tiganus -a la que tuve la suerte de conocer en un espacio televisivo- jamás me había planteado cómo sería la vida de las mujeres que se ven obligadas a ejercer la prostitución. Su miedo, su soledad, su devastación, su explotación y su abandono que se agranda con nuestros prejuicios, frases huecas y reflexiones dirigidas más para una sociedad preocupada por su moralidad que a sus verdaderas protagonistas. Porque no escuchamos lo que ellas tienen que contar.
El lamentable debate político protagonizado esta semana por el PSOE solo hace daño. La vergonzosa batalla por ver qué sigla es más feminista choca de plano con una realidad que tiene como protagonistas a unas mujeres que buscan una manera de salir de la pobreza, alimentar a sus hijos o la búsqueda de una mejora de vida que es como aquel sueño americano que nunca llegará.
Están quienes abogan por el abolicionismo de la prostitución. Otras voces hablan de su regularización y/o su prohibición. Sea cual sea el debate se debe contar con ellas para combatir la peor de todas las creencias, aquella de que en los prostíbulos hay mujeres que son prostituidas por voluntad propia. Un pensamiento que, efectivamente, las convierte en las putas de tod@s. Y ya que son de todos y todas, hagamos causa común por ellas. l