La isla de La Palma vivió el pasado fin de semana un momento muy emocionante y probablemente histórico, y lo hizo con Rozalén como epicentro de lo que sucedió. La cantante albaceteña, una abanderada de las causas sociales y de defenderlas y reivindicarlas en sus canciones, logró reunir a casi 3.000 niños para cantar juntos uno de sus temas más emblemáticos, La puerta violeta, que habla de la violencia de género, días antes de que se celebrara el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
En lengua de signos
Lo novedoso no es que tantos chavales cantaran su canción, sino que lo hicieron en lengua de signos, sumándose así a Beatriz Romero, la intérprete que la manchega lleva siempre consigo para signar sus temas desde el escenario, en un importante y admirable esfuerzo de inclusión hacia las personas sordas.
Fueron unos minutos muy emotivos y que tienen un gran significado, como quiso destacar Inés Rodríguez, comunicadora y activista social con parálisis cerebral muy popular en las redes sociales y colaboradora del programa El Intermedio, de La Sexta. Ella, como Rozalén, participaba en unas jornadas sobre educación inclusiva celebradas en la isla bonita. “Así es como se educa”, se le escuchaba decir a Rodríguez entre lágrimas mientras veía a los niños cantar La puerta violeta.
Signando sobre violencia de género
“¿Tú te das cuenta de lo que es esto? ¿Tú te das cuenta de lo que son 3.000 niños signando una canción sobre violencia de género? Así es como se educa y lo demás, tonterías”, reflexionaba Rodríguez, mientras Rozalén abandonaba el escenario llevándose todas las cartulinas con mensajes que le habían dedicados los chavales. “Acaba de hacer historia. Ahora los niños la aman. Es como la flautista de Hamelin de la inclusión”, proseguía Rodríguez provocando las risas de la manchega.
Una María Rozalén que posteriormente en sus redes sociales destacaba lo vivido en la isla canaria, recordando que estuvo allá cuatro años atrás, tras los confinamientos por el covid y semanas antes de la erupción del volcán. “Desde ese momento he deseado con fuerza volver, más después de lo que vivieron. Hemos vuelto para cantar a los niños y para los maestros y participantes del II Congreso de Educación y Cultura Isla Bonita. También tuvimos la suerte de encontrarnos con mujeres víctimas de violencia machista, que tienen la resiliencia del pino canario. Gracias por estos días increíbles. Gracias por llenarme de esperanza. Todo el amor a esta tierra”, escribía en Instagram.
La intérprete, llorando
También lo vivió con enorme intensidad Beatriz Romero, sintiéndose más acompañada que nunca en su forma de expresarse con lengua de signos. “Estoy asimilándolo. Ahora cuando me quede sola creo que voy a llorar mucho otra vez, se me han ido cayendo lagrimillas ahí. Ha sido muy guay”, explicaba. Porque el reto es que la lengua de signos no sólo sea una forma de comunicarse entre las personas sordas, sino entre ellas y el resto de personas. Y a su vez, porque educar en estos valores a los más pequeños siempre les ayudará a ser mejores personas y, sobre todo, más inclusivas.