Si eres de los que se te pegan las sábanas cuando hace frío y por más que lo intentas no puedes despertarte en invierno, tienes que saber que lo tuyo no es solo pereza, sino que tiene una explicación científica.

Durante todas las estaciones del año necesitamos dormir las mismas horas, preferentemente entre siete y nueve dicen los expertos, pero el invierno, con sus días más oscuros y fríos, favorece el sueño. Un estudio publicado en la revista Neuroscience concluye que en invierno se duerme solo un poco más que el resto del año, pero en lo que sí se aprecia diferencia es en la distribución de las fases del sueño: al dormir más tiempo, la fase REM también es más larga.

La luz

La luz es uno de los sincronizadores del ciclo circadiano que es el que regula los cambios físicos y mentales que se producen en nuestro organismo durante un día. Al haber menos horas de luz en invierno, aumentará la producción de melatonina, la hormona del sueño, y estaremos más adormilados.

La menor exposición a la luz del sol hará además que tengamos niveles más bajos de vitamina D y nuestro organismo produzca menos serotonina, hormona que influye en el ciclo sueño-vigilia y en el estado de ánimo. En este caso, el trastorno afectivo estacional (TAE) que provoca en invierno episodios depresivos, así como pérdida de energía y necesidad de dormir más, tampoco ayuda a salir de la cama.

El cambio de hábitos en invierno, cuando el frío invita más a quedarse caliente en casa que a salir a hacer deporte, traerá consigo también un descenso de actividad que hará que durmamos peor y que nos cueste más madrugar.

Una mujer acurrucada se resiste a levantarse de la cama.

La temperatura

Además de la luz, la temperatura también va a tener un papel esencial a la hora de salir de la cama cada mañana. El frío del exterior en contraste con el calorcito de dentro hace que nos cueste un tirón levantarnos.

Así lo constata además un estudio llevado a cabo por neurobiólogos de la Universidad Northwestern (Estados Unidos) quienes han descubierto, a través de una investigación sobre la mosca de la fruta, la importancia de la temperatura para regular el sueño.

Los expertos aseguran que el frío o el calor pueden afectar a las neuronas que regulan el ciclo del sueño. Así, han identificado un circuito termómetro que transmite información sobre la temperatura exterior (desde la antena al cerebro, en el caso de las moscas).

A través de ese circuito, el frío del invierno puede inhibir las neuronas que controlan los ritmos de la actividad y del sueño. Cuando el circuito del frío está activo, las neuronas que normalmente se activan con la luz de la mañana se apagan.

Una mujer intenta despejarse tomando un café caliente.

De esta forma, los cambios estacionales de luz y la temperatura están ligados a los cambios en el sueño. Además, como consecuencia del ciclo circadiano de sueño y vigilia, la temperatura corporal empieza a descender de forma natural al caer la tarde para preparar el organismo para el sueño. Una temperatura más baja le indica al cuerpo que es la hora de dormir y un aumento de la temperatura, que es hora de despertarse.

Ya lo ves, si en invierno te cuesta más levantarte de la cama piensa que es algo normal y que no solo te pasa a ti, sino que es consecuencia de la adaptación natural de nuestro cuerpo a la oscuridad y al frío propios de la estación invernal.

Para levantarte mejor...


  • Luz. Exponte a la luz lo más rápido posible para que tu cuerpo se active.
  • Calefacción. Procura tener la calefacción encendida en el momento de levantarte.
  • Despertador. Levántante en cuanto suene la alarma; posponerla no te evitará tener que levantarte y además llegarás tarde.
  • Previsión. No preparar las cosas de víspera (ropa, comida, documentos de trabajo…) te causará estrés al despertar y aún te costará aún más salir de la cama.
  • Activación. Empieza a hacer cosas lo antes posible para entrar en calor.
  • Dormir bien. Si has dormido bien, estarás descansado y te costará menos levantarte.