El Baskonia salió el jueves de Belgrado con la sensación, una vez más, de impotencia extrema. La derrota contra el Estrella Roja volvió a evidenciar que el equipo no se encuentra. Con la sospecha, además, que incluso haciéndolo en algún momento puede que no sea suficiente: por mucho margen de mejora que pueda haber, el resto de clubes también irán progresando con el paso de las semanas.
Entre las muchas lecturas que dejó el batacazo en tierras serbias, el sexto de seis posibles en lo que va de Euroliga, cabe mencionar el momento de forma por el que pasa Tadas Sedekerskis. El capitán, que durante tiempo fue el alma competitiva del vestuario, no es el de antes. Y no solo en números, también en sensaciones. Hoy se le ven errores ingenuos que eran impensables hasta hace no demasiado.
Donde más se nota el paso atrás del alero lituano es en lo físico. No tiene la presencia de otras campañas, ni tampoco la confianza. Pocas veces va a los duelos y, cuando lo hace, casi siempre es con excesiva timidez. No intimida, no se impone, no domina los contactos. Antes levantaba al equipo con su energía, con ese estilo de jugador que se multiplicaba en defensa. Ahora, en cambio, está más contenido.
El duelo contra el Estrella Roja fue un nuevo ejemplo. En Belgrado, el capitán acabó con uno de valoración. Solo rindió en los rebotes, siendo varios de ellos en libertad, sin necesidad de disputa. No se vio a aquel Tadas que valoraba alto con pocos tiros de campo, que impactaba en el juego desde la intensidad y sus demás intangibles –polivalencia–. Actualmente, su producción se diluye entre lanzamientos exteriores.
Y tampoco ahí, en realidad, está elevando el nivel. Su porcentaje de acierto en triples en Euroliga es del 28,6 % (8/28), siendo del 44 % (20/45) la temporada pasada. Asimismo, su estadística media en estas seis jornadas es de 7,8 puntos, 6,2 rebotes, una asistencia y 6,2 de valoración por partido. Y el Baskonia nota ese paso atrás. Claro que lo nota. Porque Tadas, por encima de todo, era un termómetro.
Cuando él rugía, el equipo respondía. Cuando se enzarzaba en una pelea por un balón imposible, el Buesa Arena se encendía. Esa versión desatada, la del capitán que contagia, sigue sin aparecer esta campaña. Y en un momento de dudas, cuando las derrotas pesan más y el margen de error se acorta, el equipo necesita más que nunca esa figura que empuje desde dentro. Y quién va a hacerlo si no es él.
En esta transformación, claro está, mucho han influido seguro las lesiones que ha sufrido el lituano durante el último año. Múltiples problemas musculares le hicieron perderse partidos importantes la campaña pasada y a peor fue la cosa cuando, en el último Eurobasket, tuvo problemas en el tobillo. No ha tenido suerte el Baskonia en lo referente a la enfermería, eso está más que claro.
La esperanza está en que todavía hay tiempo. La dominancia física es recuperable y la confianza se puede también reconstruir. Pero el proceso exige paciencia y cuidado. Algo de lo que, precisamente, no está demasiado sobrado el club gasteiztarra en estos momentos. En el Buesa Arena ya se nota el nerviosismo por el errático rumbo del equipo, que encadena varias campañas muy flojas.
Renovado hasta 2029
No hay que olvidar tampoco que la apuesta que hizo el Baskonia por Tadas, renovándolo hasta 2029, después de su gran ejercicio a las órdenes de Dusko, fue muy importante a nivel económico. Era lo necesario con otros clubes al acecho. Por eso mismo, el deseo de volver a ver su mejor versión es todavía mayor. De ello, y de otras muchas cosas, puede depender que la escuadra despierte de su letargo.