Segundo varapalo de la semana para el Baskonia y cuarta derrota consecutiva en Euroliga que encaja el conjunto azulgrana, cuyo titánico esfuerzo en el tercer cuarto lógicamente resultó insuficiente para doblegar a un rival superior en 30 de los 40 minutos de contienda.

Pablo Laso, desconcertado, durante el Baskonia-Mónaco de esta noche. Josu Chavarri Erralde

Desde el salto inicial, el Mónaco encontró las grietas en las filas del Baskonia y, pese a su desconexión en el tercer cuarto, supo manejar con buenas dosis de oficio la renta de 27 puntos. Salvo chispazos individuales de Chima Moneke, Donta Hall, Tadas Sedekerskis y Nikos Rogkavopoulos, poco o más bien nada funcionó en el planteamiento de Pablo Laso.

El Baskonia y el Mónaco se encontraron en las antípodas durante el primer cuarto. La lucha por el rebote fue un claro reflejo de la diferencia de ritmo entre ambos. Solo en el primer cuarto, el conjunto de Obradovic logró 13 rebotes, frente a los seis que consiguió un Baskonia anárquico en ambos lados de la pista.

Después, la falta de ideas en la dirección de juego penalizó a los azulgranas en el juego estático ante el Mónaco. Ninguno en la rotación entre Jaramaz, Baldwin y Trent Forrest fue capaz de surtir al resto de los compañeros con opciones de tiro favorables y hubo que esperar 16 minutos para celebrar el primer triple azulgrana.

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El guión del partido (24-47 al descanso) apuntaba a una noche sonrojante en el feudo azulgrana. Habida cuenta del horroroso primer tiempo protagonizado por los pupilos de Laso hubo gestos de reprobación de la grada al término de la primera parte. Sin embargo, el Baskonia recuperó sus señas de identidad tras el descanso. El equipo regresó a pista a falta de 40 segundos para la reanudación, una señal inequívoca de la conjura realizada por Laso en un vestuario que no termina de carburar.

El acto de fe protagonizado por el Baskonia bien merece el elogio. No es sencillo reducir una distancia de 27 puntos, pero los azulgranas se quedaron a solo cinco puntos de una posible gesta. Lógicamente, el sobreesfuerzo pasó factura en el anfitrión, y al Baskonia se le escapó el partido pese a su encomiable reacción en el tercer cuarto. Y es que el último cuarto fue un severo correctivo para el cuadro alavés, que llegó sin gasolina a la hora de la verdad. El Mónaco, con buenas dosis de oficio y claridad en su juego, fue superior al anfitrión en todos los cuartos salvo el tercero.

Expediente X

La de ayer tampoco fue la noche soñada por Markus Howard, quien continúa inmerso en su particular pesadilla. No atina en el apartado ofensivo –donde marca las diferencias– y en defensa constituye el eslabón más débil del equipo, siendo el jugador al que el rival busca con ahínco para generar ventajas. Su lenguaje corporal evidencia que atraviesa su peor estado de forma desde su llegada al Baskonia hace dos campañas. Urge recuperar la versión más explosiva de Howard o, al menos, encontrar un sistema en el que el conjunto de Zurbano pueda equilibrar las dos fases del juego.