El Baskonia tiene un gen más competitivo desde la llegada de Spahija, pero determinadas plazas continentales continúan fuera de su alcance. En Estambul se rindió este martes a la magia de Vasilije Micic, una estrella deslumbrante que si no compite en la NBA es por el sueldo desorbitado que le firmó el Efes y básicamente porque no quiere.

La estrella serbia amargó la existencia al conjunto vitoriano desde su entrada al final del primer cuarto y le privó de dar la campanada. La efervescencia azulgrana de los primeros compases se fue diluyendo con el paso de los minutos mientras se agigantó la figura de un jugador en otra dimensión que gobernó el partido a su antojo.

La buena imagen del Baskonia en muchos tramos resultó insuficiente ante un rival inalcanzable cuando sus pesos pesados se sienten como pez en el agua amasando el balón entre las manos y recibiendo aclarados para sus mortales unos contra uno.

El marcador final fue excesivo para los méritos de un maratoniano azulgrana que, tras dominar en el cuarto inicial, terminó desangrándose ante el gatillo fácil del Efes. Además de Micic, el progresivo cansancio, la inexistente ayuda de los suplentes y la debilidad interior sepultaron las opciones baskonistas en un partido que también dejó otra posible mala noticia como la lesión de Granger en su hombro izquierdo tras recibir un golpe de Larkin.

El Baskonia protagonizó una notable puesta en escena que alimentó las esperanzas de gloria en el Sinan Erdem Sports Hall, la primera parada de su gira turca. Con buenas dosis de seriedad a ambos lados de la pista, dejó bien claras sus intenciones de propinar un golpe en la guarida de un vigente campeón continental en horas bajas.

Dentro de un contexto de solidez, decisivos para las primeras ventajas azulgranas fueron un omnipresente Tadas atrás y Granger adelante gracias a su puntería exterior. Con sus grandes estiletes del perímetro maniatados, Pleiss se convirtió por momentos en el solitario foco de peligro del Efes, al que rápidamente se le vieron sus débiles costuras de la actual temporada pero, sin embargo, se vio reanimado con el ingreso de Micic.

Fue entrar en pista la pesadilla balcánica y dispararse hasta límites insospechados los guarismos anotadores de los cerveceros. El partido se niveló en un segundo cuarto donde el Baskonia vivió básicamente del acierto desde el 6,75. Casi todas sus canastas fueron triples, cuya firma correspondió a Peters y Granger. En esta ocasión hubo que lamentar la escasa ayuda de la segunda unidad. Ni el renqueante Giedraitis, fallón desde el perímetro, ni Nnoko ni Costello produjeron casi nada positivo. Marinkovic y Kurucs no entraron esta vez en los planes de Spahija.

El conjunto turco despertó del letargo gracias a la inmensa clase de ese jugón llamado Micic, que no solo lució su devastadora pegada -13 puntos antes del intermedio- sino también creó desequilibrios para favorecer tiros liberados de sus compañeros. La primera ventaja turca en el partido llegó precisamente gracias a una canasta del killer serbio, empeñado en dominar el tempo de la velada.

Tras el descanso, el Efes arrancó como un cohete y amenazó con el despegue. El Baskonia llegó casi siempre tarde a la hora de puntear los tiros y le llovieron los golpes desde casi todos los lados. Dos triples de Larkin y Moerman ensancharon la ventaja local (51-43) y obligaron a Spahija a solicitar un tiempo muerto. El técnico croata encontró entonces unos magistrales Fontecchio y Tadas para contener el aluvión turco y encontrar un nuevo halo de vida con un parcial de 0-9. El primero ofreció su versión más punzante como baskonista y el canterano refrendó que es el chico para todo con su trabajo multidisciplinar.

Baldwin naufragó en su emparejamiento ante Micic, estuvo más pendiente de batallas subterráneas -como su rifirrafe con Dunston tras un bloqueo ilegal del pívot del Efes- que de liderar al Baskonia en territorio hostil y apareció con cuentagotas. Para colmo de males, se ganó una técnica innecesaria en el cierre del tercer cuarto tras su protesta airada por una falta a Larkin.

Las últimas esperanzas se marcharon por el sumidero al inicio del último cuarto tras el enésimo arreón del Efes. El conjunto turco, con un punto más de energía y que dio una vuelta de tuerca a su intensidad en el momento justo, se despegó en el marcador con extrema facilidad. La sequía anotadora en el cuarto final resultó desesperante en medio de fallos infantiles y el partido quedó visto para sentencia con un parcial de 9-0 que disparó a los locales hasta el 75-62. Pasado mañana nueva batalla ante el Fenerbahce, pero el tren del Top 8 se escapa casi definitivamente.