La escadala azulgrana en la Euroliga vivió ayer un nuevo capítulo en el Buesa Arena. Entre el colmillo afilado de un Baskonia que, pese a la falta del aliento de su sexto jugador, ha recuperado la fiabilidad como anfitrión y la progresiva decadencia de algunos transatlánticos a años luz de su mejor momento, la rehabilitación vitoriana en el frente continental ya es una realidad.
En un calco de lo vivido 48 horas antes el Fenerbahce, los hombres de Dusko Ivanovic se sobrepusieron a las dudas iniciales para terminar apabullando a un Panathinaikos tiroteado como pocas veces desde la larga distancia.
Sin apenas altibajos y sostenido por una cadencia anotadora lo suficientemente elevada para un visitante con las dosis justas de talento y estabilidad, el Baskonia quemó con suficiencia una nueva etapa de la fase regular continental. Una vez más, no se alteró por un dubitativo arranque, desactivó al principal faro heleno (Nedovic) y encauzó otra solvente victoria gracias a la pegada de un peso pesado.
El Panathinaikos puso la mejilla y el maratoniano azulgrana se la partió con una contundencia mortal de necesidad. Y todo ello por obra y gracia de la precisión de cirujano acreditada por Vildoza, Peters, Giedraitis y Henry.
El equipo griego fue un juguete roto en las manos de un anfitrión desmelenado y con la confianza por las nubes para propiciar una auténtica escabechina. Casi una sesión de baño y masaje en esta imprevisible Euroliga donde puede haber licencia para soñar con todo si las lesiones y el virus respetan al plantel.
Tras el 50-49 mediado el tercer cuarto, el Baskonia metió la directa mediante continuos directos a la mandíbula desde la, ayer, mágica línea del 6,75. Incesantes misiles a la línea de flotación de un Panathinaikos hecho trizas y obligado a sacar el paragüas para protegerse de un diluvio universal en toda regla.
Se repitió el guión del último partido ante el Fenerbahce con una gélida puesta en escena que propició los solitarios momentos de nerviosismo. Superada esa modorra, el Baskonia acabó sobrado en una noche donde cinco jugadores superaron la decena de puntos. Un peligro diversificado que se le indigestó al cuadro heleno, donde casi nadie opuso un mínimo de vergüenza torera.
El Panathinaikos sorprendió en los albores con una zona 1-2-2, los alley oop de Papagiannis y los triples de Nedovic, pero a partir de entonces se desangró en otra jornada presidida por las respuestas colectivas en las filas alavesas. Ivanovic tuvo que mirar nuevamente al banquillo en busca de soluciones. Los sacrificados fueron Fall y Raieste, que regresó al ruedo tras más de un mes relegado al ostracismo. Para lo bueno y lo malo, el técnico montenegrino es así: o rindes desde el primer segundo o espera la condena del banquillo.
Tras un tibio cuarto inicial, el Baskonia volvió a agradecer la aportación de varios integrantes de la segunda línea. Henry alimentó de forma notable a sus compañeros en el timón, Peters dio continuidad a sus grandes minutos del martes siendo una velada amenaza ante la desangelada zona griego, Diop demostró que está vivo en una temporada donde se han recortado sus minutos al máximo e incluso los canteranos sumaron en defensa para no ver discutida la hegemonía.
Las limitaciones del Panathinaikos salieron a la luz con el paso de los minutos. Sin los carismáticos referentes de antaño, demostró en el Buesa Arena ser un equipo sin una personalidad clara y dio todas las facilidades del mundo atrás. Su aislada embestida tras el descanso tan solo sirvió para apretar al máximo el marcador (50-49) porque la sensación de autoridad baskonista fue palpable en el ambiente. No se alteró lo más mínimo un TD Systems que se gustó ante un visitante carente de fe y que bajó los brazos antes de tiempo.
En el intercambio de golpes, Vildoza, Peters, Giedraitis y, sobre todo, Henry, una máquina de anotar en los instantes finales, acreditaron ser los pegadores más incisivos. El argentino, desplazado al dos, destapó las débiles costuras de Nedovic y Foster, al que su técnico no concedió la alternativa hasta el minuto 27. Nueva victoria por K.O. que consolida la recuperación vitoriana. Tras el descanso del fin de semana en la ACB, el próximo lunes llega un visitante de trazos más peligrosos (el rocoso Zenit de Xavi Pascual) para seguir engordando la autoestima.
las claves
Pegada devastadora. Pocos equipos en Europa atesoran tantos francotiradores de lujo como el Baskonia, en el que Vildoza, Giedraitis, Peters y Henry dieron ayer un recital a la hora de acribillar a un rival desde la larga distancia. El Panathinaikos, carente de fe y que sacó pronto la bandera blanca de la rendición, recibió tantos golpes en la mandíbula que acabó hecho trizas.
Defensa y ritmo. No solo se nutrió el TD Systems de su acierto, sino también de un solvente trabajo de contención que propició muchas canastas fáciles en transición y de una electricidad que no pudo ser soportada por un cuadro heleno convertido en un juguete roto en el Buesa Arena.