Un suspense completamente innecesario. El desbarajuste fue idéntico al que costó el triunfo ante el Barcelona. El Baskonia no aprendió la lección del dantesco epílogo vivido recientemente en la Euroliga, pero la candidez del Gran Canaria evitó ayer males mayores. Cuando estaba contra las cuerdas reo de su angustia y sus limitaciones (53-65), el equipo vitoriano se empeñó un día más en complicarse la vida hasta límites insospechados.

Permitió que un rival bajo mínimos y huérfano de casi todo se le subiera a las barbas y le diera un susto de muerte. Albicy y Costello encontraron infinidad de pasillos para colocarse la capa de héroes, de ahí que las ventajas alavesas fueron menguando a un ritmo de vértigo.

Con un colchón mínimo para los locales a falta de medio minuto (70-69), el Baskonia encontró un filón desde el tiro libre para poner tierra de por medio. Entre los aciertos de Henry y Dragic, se intercaló un providencial robo de Vildoza. Todo parecía sentenciado, pero llegó nuevamente otro disparate al poner el balón en juego.

El dos contra uno hacia el base argentino derivó en una pérdida absurda que brindó una posesión ganadora al Gran Canaria, que previamente había anotado un único tiro libre por mediación de Okoye. El cuadro insular no quiso ser menos y consumó el grotesco final con otra delirante entrega del balón, esta vez con el nigeriano como triste protagonista. Vildoza sentenció entonces desde el tiro libre poniendo fin a la incertidumbre.

Ni las piernas fatigadas tras el tercer partido en cinco días ni el pesado viaje a Las Palmas justifican los sudores fríos que el baskonismo vivió en la humilde morada de un anfitrión antaño poderoso pero, hoy en día, convertido en una caricatura. Tras sestear durante tres cuartos, el Baskonia se recompuso para amasar una ventaja casi definitiva a falta de cinco minutos para la conclusión. Ni por esas evitó un susto de muerte ante un Gran Canaria dominador bajo los aros con un imperial Costello. El pívot estadounidense, bien secundado por Albicy, destapó la fragilidad del combinado alavés, de nuevo con una rotación escasa para mantener el resuello debido al sorprendente segundo plano de Peters y la escasa confianza de Ivanovic en sus canteranos.

Tras un inquietante 43-38, el Baskonia comenzó a desplegar su juego habitual e imponer la lógica en tierras insulares. Vildoza se entonó en el timón dando la fluidez que se había echado antes de menos, las muñecas entraron de forma mínima en calor y las débiles costuras del Gran Canaria hicieron el resto para que el partido adquiriera una tonalidad azulgrana. Con todo, el enésimo partido de esta temporada tuvo que resolverse en el cara o cruz final.

El intercambio de golpes presidió los primeros minutos de un partido disputado bajo un ritmo vertiginoso. El Baskonia fue un coladero permitiendo durante muchos minutos toda clase de licencias a un anfitrión en estado depresivo. Entre la lentitud en el balance defensivo, los despistes para leer alguna puerta atrás del rival, la debilidad interior y los tiros completamente liberados de los pupilos de Fisac, al cuadro vitoriano le costó cogerle el pulso a un duelo, a priori, muy asequible debido a la pésima dinámica insular.

Posiblemente se notó en las piernas el tercer encuentro de una exigente semana en el plano físico, aunque el Gran Canaria no consiguió despegarse en el marcador en ningún instante destapando las razones de su precario estado clasificatorio. El azulgrana volvió a ser un equipo con problemas en el ataque estático, sin contundencia bajo los aros -un desconocido como Khalifa Diop, Costello y Wiley dejaron en evidencia a los tres cincos de Ivanovic con su juego aéreo, sus muelles y su fogosidad- y que añoró el criterio de sus bases.

Pese a las numerosas imperfecciones atisbadas ayer, el Baskonia se mantuvo vivo en el Gran Canaria Arena merced a contados argumentos como la verticalidad de Dragic y los fogonazos de Giedraitis. El lituano fue un oasis de puntería, mientras sus compañeros firmaron una desalentadora carta de tiro. Muy poco que llevarse a la boca de un maratoniano azulgrana sin excesiva energía y sostenido a base de oficio y aislados arrebatos de corazón. Por fortuna, el endeble rival amarillo no estaba concebido para ninguna hazaña con los miedos que sobrevuelan su mente.

Por corazón y no brillo Se notó el tercer partido en solo cinco días porque el Baskonia se mostró durante muchos minutos incapaz de desplegar su juego habitual basado en una dura defensa y rápidas transiciones. Los alaveses, al menos, supieron sufrir con el fin de evitar un susto en otra jornada que se resolvió con una moneda al aire.

Tropezar en la misma piedra El cuadro de Ivanovic afrontó los minutos finales con una cómoda renta (53-65), pero se repitió el guión de la última velada continental ante el Barcelona. La mala gestión de los minutos finales pudo volver a costar caro, aunque el Gran Canaria evidenció que tampoco está para grandes hazañas esta temporada.

Polonara

Pese a sus errores en el tiro libre, volvió a ser el corazón y el sostén de un Baskonia en el que se ha vuelto imprescindible. Atracón de minutos, pero rozando las dobles figuras.

23/62

malos porcentajes de tiro

El Baskonia supo sufrir en tierras insulares pese a su aciago día en los lanzamientos dobles y triples.

Ivanovic Volvió a reducir al máximo la rotación pese a que actuaron once hombres en Las Palmas. Los canteranos nunca cuentan cuando el partido se pone feo y a ello se suma que Peters recibió una buena ración de banquillo debido a su escasa aportación. Atracón de minutos para jugadores como Dragic, Giedraitis y Polonara. El cansancio hizo mella en un Baskonia que sufrió lo indecible en una pista amable.

Un partido casi sentenciado a falta de cinco minutos (53-65) volvió a complicarse lo que no está en los escritos con unos errores de bulto

La 'pintura' azulgrana estuvo a merced de Costello y el 'pequeño' Albicy también abrió un socavón en un equipo vitoriano cansado y fallón