de Johannes Voigtmann está ya prácticamente todo dicho cuando se encuentra a punto de clausurar su segunda temporada como baskonista. Es virtualmente imposible encontrar hoy en día dentro del Viejo Continente otro poste con tanto talento encerrado en ese corpachón de 211 centímetros. A sus 25 años, anida la sensación de que ni él mismo es consciente de sus infinitas posibilidades para erigirse en un interior desequilibrante a este lado del Atlántico. Tan solo le falta creérselo y recibir los galones necesarios por parte del entrenador de turno. Su alma de base gracias a una portentosa visión de juego, esa capacidad para ejercer como trailer en el contragolpe, su muñeca de seda... Aúna numerosas virtudes que, a menudo, quedan difuminadas con una tibieza más propia del patio de un colegio. En Vitoria, se ha convertido ya en un jugador sin término medio: tiene detractores y fieles a partes iguales. O desespera al personal con su candidez o despierta admiración con su elegancia sobre la cancha.

En la eliminatoria ante el Fenerbahce, Voigtmann ha vuelto a pasar del negro al blanco -otras veces sucede al contrario- en un corto intervalo de tiempo. Posiblemente, no hubo otro integrante azulgrana más señalado que él tras las dos derrotas acaecidas en el Ulker Sports Arena, donde estuvo a merced de los poderosos pívots del Fenerbahce. Vesely le desbordó por intensidad, fiereza y hambre, mientras que el teutón -reciclado por Pedro Martínez como recambio de Shengelia tras el adiós de Jones- también sufrió de lo lindo en los emparejamientos con dos cuatros más ágiles y rápidos como Melli y Datome.

Los fieles baskonistas desearían, a buen seguro, inyectarle sangre en los ojos y la mala leche que engrandeció la figura de otros pívots en el pasado, pero todo hace indicar que convendrá quererle como es hasta sus últimos días en Vitoria. Dado que le queda un año más de contrato con la entidad del Buesa Arena, Josean Querejeta se halla ante una encrucijada habitual en estos casos. Toca iniciar las conversaciones para ampliar su vínculo o, en su defecto, tratar de hacer negocio con un interior por el que el Bayern Munich ya ofertó sin éxito el pasado verano.