Vitoria. Brad Oleson se halla en vísperas de una jornada liguera muy especial donde algunos entrañables recuerdos le vendrán a la cabeza. No en vano, mañana por la tarde volverá a pisar el vetusto Polideportivo Fernando Martín, el mismo recinto donde la pasada temporada sentó cátedra, firmó actuaciones de ensueño que llamaron la atención de la aristocracia de la Liga ACB y, en definitiva, vivió su época más dorada como profesional de la canasta.
Continuas tardes y noches de gloria en un modesto club que, por culpa de sus dos operaciones en el tobillo, no ha sido capaz todavía de reverdecer en un Caja Laboral donde no ha desplegado toda la magia que atesora en sus manos. El escolta nacido en Alaska, ya nacionalizado español, será el indudable foco de atención de un partido fundamental para seguir al acecho de la segunda plaza de la fase regular.
En dura competencia con el ex baskonista, Igor Rakocevic, acabó su primera temporada en la ACB -el club madrileño había apostado fuerte por un jugador sin experiencia al más alto nivel que militaba en el Rosalía de la LEB- como segundo máximo anotador con más de 18 puntos de media. El Real Madrid y el Baskonia se enzarzaron en una titánica pelea para adquirir sus servicios, llevándose el gato al agua en primera instancia el club blanco previo pago de más de un millón de euros a su club de origen. Con el desembarco de Ettore Messina en el banquillo merengue, Oleson se quedó sin hueco y fue una moneda de cambio dentro del polémico traspaso de Prigioni.
Si bien admite que su corta estancia en el sur de Madrid fue "algo muy especial", el protagonista tiene claro que no habrá espacio para los sentimentalismos y no quiere que el caluroso recibimiento que le tributarán los seguidores fuenlabreños le distraiga lo más mínimo de sus obligaciones. "Conservo grandes recuerdos. El club y los aficionados me dispensaron un gran trato y pasé un gran año allí. No tengo nada malo que decir porque fue un año increíble en todos los sentidos que no olvidaré nunca", evoca.
De aquel Fuenlabrada donde brilló con luz propia y al que ayudó sobremanera a convertirse en la revelación liguera ya no le quedan muchos rostros conocidos. Más bien, lo contrario. Los argentinos Mainoldi y Sandes, además de ese impronunciable georgiano llamado Tskitishvili, son los únicos jugadores que continúan en el vestuario, donde era apodado cariñosamente Milky. Hasta su antiguo entrenador, Luis Guil, se vio obligado hace meses a hacer las maletas tras ser destituido por el club debido a los malos resultados.
"La verdad es que no he recibido muchas llamadas. Es un equipo completamente nuevo. No sigue casi nadie del año pasado ya que han fichado nueve o diez jugadores. Los que fueron mis compañeros ahora están en otros lugares. Es un sentimiento especial el hecho de poder volver allí, aunque lo hubiese sido más de seguir más gente de la pasada campaña", reconoce el escolta azulgrana.
en busca de la plenitud Su estancia en la capital alavesa no está siendo, hasta la fecha, todo lo productiva que hubiese deseado. Sus dolores en el tobillo parecen haber quedado atrás del todo, un inmejorable punto de partida para que, en palabras de Josean Querejeta, "la apuesta más importante" del Caja Laboral de cara a este ejercicio acabe ofreciendo el rendimiento que todos los sectores del baskonismo desean fervientemente.
"Claro que me gustaría alcanzar cuanto antes el mismo nivel de allí. Estoy trabajando duro cada día para alcanzar ese estado", subraya Oleson, que aboga por ir "progresando día a día" tras haber tocado fondo en los primeros meses de competición. Su buena actuación de la pasada semana ante el Cajasol, donde Ivanovic apostó por su figura desde el salto inicial, ha supuesto una inyección de confianza para un jugador que debe dar un salto de calidad al cuadro vitoriano para intentar desbancar al todopoderoso Barcelona.
El propio jugador se muestra optimista y confía en que el tramo final de la temporada sea la antítesis de lo vivido hasta ahora. "Me siento cada día mejor. No es algo que tenga que ver con el hecho de salir el otro día en el quinteto titular. Estoy intentando cumplir el trabajo que me pide el entrenador. Mi margen de mejora es amplio", destaca Oleson, que mañana mantendrá un interesante duelo de pistoleros con Gerald Fitch, posiblemente el integrante baskonista más efímero de la historia.