u llegada a Álava parecía cuestión de días tras el goteo de falsos positivos reportados por las autoridades sanitarias vascas y el rosario de contagios ya confirmados en distintos territorios del Estado y numerosos países vecinos. Más aún, cuando las primeras noticias sobre él habían llegado a Europa a mediados de enero. Sin embargo, la confirmación del que durante un tiempo fue considerado el caso cero del nuevo SARS-CoV-2 se hizo esperar en el territorio hasta el viernes 28 de febrero de 2020, hace hoy justo un año, casi un mes después de que en el HUA-Txagorritxu saltase la primera alerta con una paciente sintomática que acababa de regresar de China, pero cuya analítica posterior descartó la presencia del patógeno.

Hasta la fecha, se habían sucedido 13 falsas alarmas como ésta en el conjunto de la CAV, inmersa en una fase de pretendida contención de la incipiente pandemia, pero en esta ocasión se confirmaban los peores presagios. Lo que, a toda costa, las autoridades querían evitar, que el virus se colase en el medio sanitario.

El aviso por parte del Departamento vasco de Salud y Osakidetza de aquel primer caso confirmado de covid-19 en Álava llegó poco después de las 21.00 horas, a las puertas del fin de semana, y corrió como la pólvora. La paciente infectada era, de hecho, una doctora del área de Medicina Interna del propio HUA-Txagorritxu que recientemente había viajado a Andalucía y que, a su regreso, presentó síntomas muy leves. Se trataba, para más inri, de la planta que la Organización Sanitaria Integrada (OSI) Araba había decidido acondicionar para aislar a los posibles pacientes con coronavirus que llegasen al centro.

Aunque la profesional dio negativo en las primeras pruebas y continuó trabajando en el hospital, pronto comenzó a padecer fiebre, cogió la baja y un nuevo test confirmó su contagio. “El virus entró por la puerta grande. Fue el peor escenario que se ponía contemplar. Nos estábamos empezando a preparar, porque no teníamos ninguna duda de que empezarían a llegar casos, pero lo que no esperábamos es que el virus entrara por aquí, y tan de repente. Nos descolocó totalmente. Teníamos esa sensación de no puede ser, de que no nos podía estar pasando eso”, rememora en declaraciones a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA Julia Barroso, jefa de sección de Medicina Interna de la organización sanitaria, que en aquellos momentos ostentaba la jefatura del servicio en funciones.

58 personas del entorno de esta facultativa fueron sometidas a pruebas diagnósticas y una de ellas, un compañero de unidad del propio centro hospitalario, dio también positivo un día después, el sábado 29. Se trataba, al menos que se conociese en aquel momento, de la primera infección producida por el coronavirus dentro del territorio alavés, cuando los casos confirmados alcanzaban ya el medio centenar en el conjunto del Estado. El domingo 1 de marzo saltaba un tercer positivo también dentro del servicio de Medicina Interna, otro médico destinado en el HUA-Santiago, y Álava sumaba ya un total de siete contagios.

Prácticamente de un día para otro, los alrededor de 25 profesionales de esta unidad repartidos en las dos sedes del HUA tuvieron que irse a casa por ser contactos estrechos de los infectados y, según recuerda Barroso, el lunes 2 “había 104 pacientes a cargo del servicio sin médicos”, varios de los cuales fueron igualmente aislados por el mismo motivo. Compañeros de otros servicios, residentes y hasta profesionales de otros hospitales como los de Urduliz o Cruces, se encargaron en los días siguientes de tapar esos huecos en un ambiente de “muchísimas dudas”. Más de un centenar de sanitarios habían sido ya aislados en el conjunto de la CAV para el martes 3, la mayoría en Álava. Meses después un estudio científico demostró que había sido el territorio “con más probabilidades” de albergar el origen de la pandemia a nivel estatal.

El impacto de la primera ola del coronavirus, que a primera vista parecía aún limitada, no tardó mucho, sin embargo, en convertirse en tsunami. “Fue como una bomba. Aquello era imparable y el hospital se revolvió de arriba a abajo. Había camas en los gimnasios, pacientes con neumonías más leves que dejaban el sitio a otros para irse a hoteles... Hubo mucha incertidumbre y miedo”, recuerda, entretanto, la secretaria provincial del sindicato de enfermería (Satse), Samantha González.

Uno de los grandes puntos de inflexión iniciales en esta crisis tuvo lugar el lunes 9, cuando los positivos por covid-19 confirmados en Álava experimentaron su crecimiento más importante hasta entonces, de 79 a 122 en sólo un día. Dos días antes, la todavía consejera vasca de Salud, Nekane Murga, informaba del primer paciente con coronavirus fallecido en el territorio, precisamente en Txagorritxu. Un hombre de 90 años con enfermedades crónicas que se encontraba en aislamiento en el hospital. “De aquello se salió con muchas bajas, trabajando en muchos casos sin material. Faltaban mascarillas, EPI, empezaron a enfermar compañeros...”, rememora de nuevo González. Dos de ellas, una enfermera y una celadora, tuvieron que ser ingresadas en la UCI aunque lograron salir adelante.

Dos semanas después del inicio de la crisis, cuando los profesionales de Medicina Interna comenzaron a reincorporarse tras el obligado aislamiento, se decretó el estado de alarma y, con él, el confinamiento estricto de toda la población. “Tuvimos un aumento tremendo de ingresos y los que llegaban, eran muy sintomáticos. Llegamos a tener 300 pacientes sólo en Medicina Interna y Respiratorio. Prácticamente todo era covid”, recuerda de nuevo Barroso.

Fue el inicio de una pesadilla de muchos capítulos que todavía continúa y ha dejado una huella imposible de borrar en el sistema local.

La pandemia se ha cobrado casi 700 vidas en Álava

El territorio suma 23.596 contagios hasta el pasado domingo 21 y Samaniego registra la mayor incidencia

Los fríos datos tienden a difuminar las tragedias humanas que está dejando esta pandemia, pero un año después de la detección del primer caso de covid-19 en Álava no está de más hacer balance de las dimensiones de la crisis. Y los registros asustan. Según los últimos datos facilitados por el Departamento de Salud, cerca de 700 personas han muerto durante las dos olas de la pandemia en el territorio alavés, cerca de dos al día. En concreto, eran ya 671 a fecha del pasado 21 de febrero de las 3.797 que suma el conjunto de la CAV.

La ciudad de Gasteiz, con 565, concentra la mayoría de los decesos, seguida por los municipios de Zuia -19-, Agurain -16-, Laudio -13- y Amurrio -nueve-. Samaniego ha sido, sin embargo, el núcleo del territorio más golpeado por el covid, ya que ha sumado tres muertes con apenas 30 positivos confirmados. Su incidencia acumulada, 12.448 casos por 100.000 habitantes a lo largo de la pandemia, es también la tercera más alta de todo Euskadi. Hasta la última actualización, Álava ha sumado 23.596 casos de covid-19, el 15,06% de todos los detectados en la CAV.

“En todo este tipo hemos aprendido mucho, sobre todo porque ya sabemos cómo se comporta el virus. Lo que no sabemos es si la sociedad ha aprendido. Estamos muy cansados, porque esto se está haciendo muy largo. No vemos el fin, aunque la vacuna sea el principio del fin”, apunta a modo de reflexión Julia Barroso, jefa de sección de Medicina Interna en la OSI Araba. “Una enseñanza clara de todo esto es que hay que darle una vuelta al modelo que tenemos ahora, muy hospitalocentrista, con más presupuesto para la atención primaria y un impulso mayor al papel de la Enfermería”, apostilla, por su parte, Samantha González (Satse).

Al detalle

El primer caso. Pese a la sucesión de alertas previas y al rosario de casos ya confirmados en Europa y el Estado, la confirmación del que durante un tiempo fue considerado el ‘caso cero’ del nuevo SARS-CoV-2 se hizo esperar en Álava hasta el viernes 28 de febrero de 2020, hace hoy justo un año. La paciente infectada era una doctora del área de Medicina Interna del HUA-Txagorritxu que recientemente había viajado a Andalucía y que, a su regreso, presentó síntomas muy leves.

Las consecuencias. Tras aquel primer contagio fueron detectados dos más en el mismo servicio y, prácticamente de un día para otro, los alrededor de 25 profesionales de Medicina Interna repartidos en las dos sedes del HUA tuvieron que irse a casa por ser contactos estrechos de los infectados. Pronto, esta incipiente primera ola se convirtió en ‘tsunami’ en el hospital gasteiztarra.

La actual jefa de sección de Medicina Interna de la OSI Araba vivió en primera persona la crisis.

La secretaria provincial del sindicato de Enfermería recuerda la “incertidumbre” y el “miedo” de aquellos días.

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Fallecidos ha dejado el covid-19 en Vitoria hasta el pasado 21 de febrero. En Álava, han sido ya un total de 671.