o mucha gente recordará que buena parte de los establecimientos comerciales, bares e instalaciones deportivas de Iruña de Oca o de Lantarón cuentan con verjas de cierre. Pero ayer se podía ver un amplio despliegue de ellas, en un espectáculo de calles vacías.

Y es que el confinamiento hizo acto de presencia en estos pueblos, en los que la hostelería tiene un peso importante en Nanclares de la Oca. Mientras que en Comunión, Salcedo y otros se quedaban sin las instalaciones deportivas, que suele ser el espacio que concita al mayor número de personas. El problema es que nadie puede venir de otros lugares y con las normas que hay establecidas, los negocios no viven solo de la población residente.

Ayer, primer día de confinamiento, los técnicos municipales y los encargados de la obra de esplanar el solar que está delante del ayuntamiento y de la junta administrativa de Iruña de Oca y de Nanclares se afanaban el ir comprobando el desarrollo de lo que en pocos días promete ser un nuevo y amplio espacio verde en ese lugar. Esa era casi la única actividad en las calles junto a las oficinas bancarias, una asesoría, el estaco y alguna tienda de alimentación.

Bares y restaurantes no mostraban ninguna vida. En el bar-restaurante Siglo XXI un letrero anunciaba que no darían servicio, aunque sí atendían encargos de comida para llevar. Al lado, el encargado del bar Kronos, Manuel Peña, terminaba de limpiar antes de bajar la cancela, mientras se quejaba de "lo mal que lo estamos pasando. Un día abres, otro cierras€ y no se puede andar así. Entiendo que me parece que puede haber contagios, pero tampoco es para esto. Al fin y al cabo, los bares han estado cerrados un tiempo y los contagios han seguido".

Manuel Peña no entiende "por qué la hostelería siempre tiene que ser la que lleve la peor parte. Los contagios también se cogen a las tres de la mañana o a las seis de la tarde, en las calles o en los trabajos. Y me imagino que muchos también se habrán cogido en los centros comerciales€", añadía mientras terminaba de cerrar su establecimiento durante un largo período de tiempo, hasta que Iruña de Oca salga de las líneas rojas.

El alcalde, Miguel Ángel Montes.que aguardaba a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA en la calle, ya que a continuación tenía una reunión de trabajo para analizar las nuevas necesidades que se van a plantear a vecinos, comercios y autónomos, explicaba que "esta es la segunda vez, porque hace quince días estuvimos en la línea roja, pero como vengo diciendo desde hace tiempo es que hay que hacer caso a nuestras instituciones, especialmente a la Sanidad Pública, que es la que nos dice cómo tenemos que superar esta pandemia y seguir como hasta ahora".

En su opinión, "creo que se están haciendo las cosas bien, ordenando el uso de mascarillas, las separaciones sociales y los geles", y daba la buena noticia de que "en el colegio, ahora mismo, están empezando a regresar todos los alumnos que en su día dieron positivo. Eso nos ha confirmado la dirección del colegio, que están empezando a volver, que no han tenido consecuencias y están todos perfectos".

"Otra cosa es la hostelería, que es una de las más perjudicadas en estos momentos. Y desde el ayuntamiento seguimos subvencionando y facilitando ayudas para que no cierren, para que puedan mantenerse en esta pandemia y puedan seguir al año que viene". Y es que algún bar sí tenía las puertas abiertas, aunque las consumiciones se tomaban en la fría y desangelada calle.

Aunque el ayuntamiento no tiene grandes cantidades, sí se está aportando todo lo que se puede "y lo cierto es que la hostelería está agradeciendo ese apoyo del ayuntamiento, porque gracias a eso se pueden mantener" y esperar tiempos mejores.

En cuanto a la posibilidad de que se decrete el toque de queda a las ocho de la tarde, Montes reafirma que "lo que tenemos que hacer es confiar en las instituciones, en Osakidetza y hacerles caso en sus normas. Debemos estar todos unidos y no crear discrepancias".

A media mañana se veían algunas personas que habían salido para realizar las compras del día. Al abrigo de los soportales de la calle Langraiz, cuatro mujeres comentaban sus cosas y una de ellas, Ainara Arroyo, accedía a comentar la situación, afirmando que "muchos estamos ya asqueados. Y es que hay bares cerrados, pero los autobuses, centros comerciales y otros están 'petados'. Pienso que la hostelería no tiene la culpa de lo que está pasando y creo que se puede atajar de otras formas, estableciendo más restricción es en centros comerciales, autobuses y otros. Y por supuesto, poniendo todos de nuestra parte para cuidarnos, siendo más responsables".

Poca más gente había en las calles. En el colegio e instituto, al lado de la zona deportiva se notaba la normalidad y que en las aulas se estaba trabajando. Sin embargo, en Arrate, la escasez de coches aparcados mostraba que no había llegado nadie de otra localidad.

La representante de la empresa, Carmen Bergé, que gestiona el amplio espacio deportivo de Iruña de Oca, contaba que "solo pueden venir los socios que residan en este municipio, pero vamos a proceder a cerrar la actividad". El problema es la cercanía con la capital, que ha propiciado que "haya muchos socios residentes en Vitoria que acuden a cursillos de natación y otros deportes y no pueden venir". Su ausencia no es solo un problema para la localidad, sino también para la propia empresa que gestiona la instalación que no puede mantenerse de esa manera. La responsable indicaba que "aún no sabemos cómo vamos a proceder con los contratos" y se espera a las decisiones del Gobierno Vasco para tomar decisiones.

Acceso controlado

Al contrario que en Nanclares de la Oca, en Lantarón, a la entrada de la localidad de Comunión, donde se encuentra el ayuntamiento, la Er-tzaintza controlaba la entrada y salida de vehículos y personas y pedía justificantes que autorizasen la movilidad.

En el ayuntamiento, su máximo responsable, Javier Uriarte, salía -igual que su homólogo- de Iruña de Oca, de una reunión "para temas del covid, para ayudar a los vecinos". Para el alcalde, la situación es "de tristeza. Aparecer en una lista de covid y de confinamiento, aunque sea perimetral es un poco triste. Pero es lo que toca y asumir lo que se hace mal. Es una enfermedad y aunque todos digamos que con mascarilla, con lavarnos las manos y otras cosas, es más fácil cogerlo que lo que se dice".

Para Uriarte," ahora hay que pensar en la gente que lo esté pasando mal, como la hostelería que otra vez está cerrada". Para ellos estuvieron las ayudas del Estado cuando se procedió al primer confinamiento en marzo. Luego hicimos nosotros otras, que podían haber sido mejores ya que esto nos pilló a todos por sorpresa y hoy mismo (por ayer) estamos reunidos en una comisión para poder dar ayudas tanto a empadronados, como no empadronados, pero que tengan el negocio en Lantarón".

En Comunión poca gente quería comentar la situación. Solo un vecino agricultor, Gorka Barrera, salía de un grupo de cuatro personas que comentaban en la calle la situación para señalar que "si el confinamiento es necesario para mantener la seguridad y la salud de todos los vecinos, tendrá que ser así. ¡Qué le vamos a hacer!".

En su opinión, a él, personalmente, "es que soy agricultor y a mi no me está afectando mucho. Como este es un sector de primera necesidad no me afecta mucho". Como prevención señalaba que "solo en la rutina, que si tenemos un vecino o una vecina con el virus evitamos el contacto, aunque en pueblos como este, Comunión, el contacto es bastante escueto porque no hay gente. Si nos empieza a faltar gente, claro que lo notamos". Pero en su trabajo "no he tenido ningún problema, nunca me han parado yendo con el tractor"

A esa ausencia de gente por los pueblos se sumaba ayer el cierre completo, con las enormes puertas metálicas, de la zona deportiva de Lantarón, que tiene además un bar-restaurante, cerrado también.