- La Cofradía de San Roque y la asociación Laudio Memoria, ambas de Llodio, han logrado el respaldo del Ateneo Republicano de Álava Eraiki y el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, para llevar a la capital alavesa el libro fruto de su colaboración: Juan Ibarrola Orueta. El precio de la lealtad. En concreto, será a las 19.00 horas del próximo jueves, de este 29 de octubre, en el centro cívico Aldabe y con la aplicación de todas las medidas sanitarias imperantes, cuando se lleve a cabo la presentación de este trabajo de investigación sobre este ilustre laudioarra, aunque desconocido para el gran público, escrito por Ángel Larrea, José Luis Navarro, Jon Muñoz y Andoni Larrea.

El trabajo, que ya fue presentado el pasado mes de enero en El Casino del laudioarra Parque Lamuza, recoge la biografía de este militar que no tuvo vinculación con ningún partido, pero combatió del lado de la República al ver en ella una posibilidad histórica para España. Los autores han reconstruido y ampliado las memorias que dejó escritas a mano el propio Ibarrola, ensamblándolas cronológicamente, atendiendo a informaciones de otros protagonistas y fuentes documentales; y dándoles, sin omitir contenido, un estilo literario más actual para facilitar una mejor comprensión.

Nacido y crecido en un caserío de Llodio y católico convencido, Juan Ibarrola se formó militarmente en Toledo y se vio envuelto en la guerra colonialista de África. A su regreso, optó por servir al orden público más cercano ingresando en la Guardia Civil. Allí vivió en primera persona hechos tan convulsos como la Revolución de Octubre de 1934, sofocando la insurrección en la zona minera de Bizkaia. Cuando el 18 de julio de 1936 los militares dieron un golpe de estado, Ibarrola se posicionó contra los sublevados pasando a ostentar, desde el primer momento del alzamiento militar, cargos de elevada responsabilidad.

De hecho, guió una de las cinco divisiones que formaban el Cuerpo del Ejército de Euskadi y recorrió muchos de los campos de batalla más sangrientos del frente.

Pese al Pacto de Santoña, el laudioarra continuó combatiendo hasta Asturias, para después huir por mar hacia suelo francés. Una vez allí, en lugar de optar por el exilio, se reintegró en las fuerzas armadas y participó activamente en la toma de Teruel y en la defensa del frente de Levante. Tal fue su relevancia que llegó a contar bajo sus órdenes con 24.000 soldados. Con el fin de la guerra, Ibarrola pudo huir, pero no abandonó a sus hombres. En primera instancia, fue condenado a muerte, castigo que se redujo después a treinta años de prisión y finalmente pasó doce privado de libertad. Sin perder contacto con Llodio, se instaló en Bilbao, donde regentó una mercería y falleció en 1976.

Su intensa vida y experiencia militar resultaban, hasta ahora, prácticamente desconocidas en su pueblo, pese a que en su defensa del Mazuco detuvo el avance de 35.000 soldados franquistas con tan solo 3.500 efectivos. Una hazaña estudiada y enseñada en academias militares soviéticas, estadounidenses o británicas. Asimismo, Ibarrola evitó que Llodio fuera objeto de una estrategia de tierra quemada que abocara a su destrucción.

Aunque Ibarrola suele ser desconocido, su defensa del Mazuco detuvo el avance de 35.000 soldados franquistas con tan solo 3.500 efectivos