Uno de los temas que Eduardo Coudet abordó en la previa del derbi contra la Real Sociedad fue la necesidad de que su escuadra tuviera “mayor repertorio” en ataque. Es decir, que el Deportivo Alavés no dependiera exclusivamente de un buen contragolpe para hacer daño a sus rivales. Algo que le había ocurrido en las anteriores jornadas y que, por supuesto, le había lastrado en cuanto a resultados, sobre todo en Mendizorroza.
Profundizando en lo anterior, el técnico albiazul mencionó incluso las jugadas a balón parado como una vía a explotar. Y la plantilla tomó nota. Al día siguiente de esas declaraciones, el Glorioso venció al cuadro txuri-urdin gracias a un córner ejecutado por Carlos Vicente que Nahuel Tenaglia, recordando su pasado como delantero en Argentina, envió a la red mediante una volea cargada de rabia. Nada pudo hacer Álex Remiro.
Y esos tres puntos tuvieron un valor muy especial. No solo a nivel clasificatorio, cayendo como una losa sobre las ilusiones de Las Palmas y el Leganés, sino también a nivel anímico. Tanto el equipo como la afición necesitaban una alegría en Mendizorroza para creer firmemente en la permanencia. Todavía queda trabajo por hacer para cerrar el objetivo, pero ya llueve mucho menos en el entorno alavesista. Las caras son otras.
Respecto al balón parado, lo cierto es que resultaba extraño que los babazorros estuvieran sacando tan poco provecho del mismo. Hasta este miércoles, el Alavés de Coudet solo había marcado un gol por esa vía, y había sido gracias a una genialidad de Joan Jordán en Butarque. Y no por falta de ocasiones. Futbolistas como Abdel Abqar, Santi Mouriño o Kike García, fuertes en ese aspecto, habían contado con situaciones para ello.
Para encontrar el anterior gol de córner del Glorioso, hay que remontarse hasta el mes de septiembre, cuando el mismo Tenaglia, asistido por Jordán, superó de cabeza a Joan García en el RCDE Stadium. Un tanto que, eso sí, no sirvió de mucho, pues los gasteiztarras se marcharon de vacío de su encuentro contra el Espanyol, todavía con Luis García Plaza en el banquillo babazorro. Demasiado tiempo ha pasado desde entonces.
Curioso es que, al contrario que en el feudo perico, la estrategia diera frutos sin el principal especialista sobre el césped, que es el propio Jordán. Ante la Real, como ya se ha mencionado, fue Carlos Vicente quien envió el balón al corazón del área para el voleón del lateral de Saladillo. Mayor acierto en este tipo de jugadas es lo que se le está pidiendo al centrocampista cedido por el Sevilla, si bien la mitad del resultado no depende de él.
DAR CONTINUIDAD
Ahora que ha reabierto la vía, va a ser importante que el Alavés le dé continuidad. Con las carencias del equipo a la hora de crear peligro en el juego estático, este es uno de los caminos que necesita explotar para amarrar todos los puntos posibles. Siempre se ha dicho que, ante la espesura en la creación o la falta de futbolistas ofensivos desequilibrantes, la solución es el balón parado. Más en partidos tan igualados como el del miércoles.
Es la mejor opción, además. Ya no hay tiempo para trabajar situaciones del juego tan complejas. Y tampoco hace falta. Llegados a este punto, lo único importante es salvar la temporada sea como sea. Restan cinco finales por delante y es la permanencia lo que permitirá al club buscar solución a los errores que ha cometido durante esta campaña. Atlético de Madrid, Athletic, Valencia, Real Valladolid y Osasuna, nada más.
Lo positivo de los dos próximos rivales es que, hasta ahora, el Alavés del Chacho ha rendido mejor frente a equipos de mayor entidad que ante sus iguales. Cualquier punto ante los colchoneros o en San Mamés puede ser decisivo de cara a afrontar los otros tres encuentros. Está por ver, de todas formas, cuánto se juegan los che y los rojillos en Mendizorroza. Ambos todavía pueden apurar sus opciones de meterse en Europa.